En The American Interest, Walter Russell Mead repara en que el crimen se ha producido en vísperas de una crucial reunión entre los ministros de Exteriores de Rusia, Turquía e Irán en Moscú, prevista para este martes, con la crisis siria como gran objeto de debate. Y augura momentos difíciles para las relaciones ruso-turcas, por mucho que Ankara y Moscú ahora proclamen que están más unidos que nunca en la lucha contra el terrorismo.
Está por ver que Moscú y Ankara consigan seguir donde están. Seguramente ambas partes tengan la sensación de que el yihadismo se está haciendo fuerte por doquier, pero puede que eso no sea un pegamento adecuado para mantener durante mucho tiempo la cooperación. Por un lado, el asesinato es una pronta muestra de la naturaleza pírrica de la victoria rusa en Alepo, al menos en el mundo del islam suní. La alianza de Rusia con el chií Irán y el baño de sangre siria en el que se ha implicado Rusia harán de ésta el objetivo de un odio fanático y determinado en todo el territorio comprendido entre Turquía y Asia Central. Y el descaro del ataque, perpetrado ante las narices de la seguridad turca, desde luego disminuye el interés de Erdogan de compartir barricada con rusos y persas, los dos enemigos históricos más importantes de Turquía.
Emergen nuevos contornos, ante la reunión ministerial de mañana [por hoy] en Moscú. Se espera la proclamación de un frente unido, pero estén atentos a las fisuras. A buen seguro están ahí, ocultas, bajo la superficie.
El ex embajador israelí Yoram Ettinger cree que la reubicación de la legación diplomática estadounidense en Israel será una verdadera prueba de fuego para la política exterior de Donald Trump.
La decisión de reubicar la embajada estadounidense en Jerusalén marcará la era Trump y colocará [al próximo presidente de EEUU] al margen de sus predecesores, subrayará la independencia de acción de EEUU (…), distinguirá [a Trump] del ‘establishment’ local e internacional de la política exterior y fijará su cosmovisión al margen de la ONU, y reflejará el estado de ánimo de la mayoría de los americanos.
Establecer la embajada estadounidense en la capital de Israel simbolizará la determinación de Trump de recuperar la capacidad de disuasión de EEUU, que ha sido erosionada en los últimos años, subrayando la convicción de que sucumbir a las presiones y amenazas alimenta la violencia, mientras que desafiarlas disuade a los elementos peligrosos y beneficia la seguridad y las expectativas de paz.
Esa es al menos la previsión del analista turco Murat Yetkin, a tenor de las graves consecuencias derivadas de los atentados más recientes, especialmente en la provincia de Kayseri, de gran importancia estratégica.
(…) multitudes encolerizadas tomaron las calles de Kayseri en señal de protesta y uno de sus objetivos fue el cuartel general del Partido Democrático Popular (HDP), que se centra en el problema kurdo. El ataque fue seguido por disturbios similares en otras ciudades.
Eso es exactamente lo que quieren los jefes del PKK [Partido de los Trabajadores del Kurdistán] en sus cuarteles generales de las montañas iraquíes de Kandil: desviar la ira de las multitudes por los actos terroristas hacia los kurdos de Turquía, especialmente hacia aquellos a los que el PKK no ha podido tomar bajo su control, al margen de que voten al HDP o a otros partidos.
(…)
Al incitar los ataques de las multitudes conservadoras o nacionalistas contra el HDP o simplemente contra los kurdos que viven en las grandes ciudades de Turquía, el PKK confía en que (…) la gente comience a atacar a sus vecinos sólo porque sean kurdos, lo que significaría que los kurdos normales se verían obligados a tomar partido por el PKK en busca de protección.
Esa sería la receta para una guerra civil y eso es lo que el PKK está intentando desencandenar en Turquía.
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Fuente: El Medio
