Siria: la guerra no ha terminado (ni va a terminar)

Jonathan Spyer, del Jerusalem Institute for Strategic Studies, vaticina en Foreign Policy un muy prolongado estancamiento del conflicto sirio porque así conviene a numerosos actores relevantes implicados en el mismo.

Cada vez más, Siria parece encaminarse a una partición ‘de facto’ acompañada de un conflicto militar de baja intensidad (…) hacia lo que se conoce como un conflicto congelado. Puede que éste sea el objetivo del presidente de Rusia, Vladímir Putin, que ha desencadenado y gestionado conflictos así en muchos lugares, como Georgia y Ucrania.

Otros actores significativos en el teatro sirio, como Israel, EEUU, Turquía y los rebeldes árabes suníes que siguen en la lucha, pueden igualmente descubrir que esa realidad podría satisfacerles. En cambio, los grandes perdedores serían el régimen de Asad e Irán.

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Rusia parece haber conseguido todo lo que quería. Su intervención mantuvo en el poder a un Asad que afrontaba una probable derrota en 2015. La fortuna del régimen ha cambiado desde entonces. Ahora controla en torno al 60% del territorio. (…) Ya no hay riesgo alguno de victoria rebelde.

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Rusia ha probado la eficacia de sus brutales campañas aéreas y de sus sistemas de armas, y la relativa capacidad y dedicación de su remozado Ejército. (…) Ha dejado claro que Moscú no abandona a sus aliados. Y ha matado a muchos yihadistas del Cáucaso Norte que acudieron a Siria a apoyar a los rebeldes.

Pero, evidentemente, Putin tiene poco interés en desempeñar el papel que [Ibrahim] Al Amin, el director de periódico pro Hezbolá, le ofreció: ser el líder del bloque regional chiita. Moscú desea convertirse en el mediador de referencia en el contexto sirio, en el lugar por donde todos deban pasar para satisfacer sus intereses.

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Habiendo alcanzado de sobra todos sus objetivos en Siria, lo que Rusia quiere ahora es contrapesar su apoyo al régimen de Asad con [la consecución de] otros intereses; por ejemplo, seguir socavando a Occidente en cualquier parte del mundo y desarrollar sus relaciones con otras potencias regionales, como Turquía e Israel. Por su parte, Israel y EEUU están centrados en el desafío que representa el avance regional iraní. El resultado será una Siria dividida que sirva de escenario para el despliegue de agendas no sirias, situación geopolítica para la que Rusia tiene sobrada experiencia.

Gabriel Glickman, del Begin-Sadat Center for Strategic Studies (BESA), escribe en el Jerusalem Post sobre los desafíos existenciales que tiene planteados el Estado judío.

“El año que viene, en Jerusalén”, se dice en [la] Pascua [judía]. Tradicionalmente ha significado que un día los judíos regresarían a la tierra sagrada. (…) los enemigos de Israel parecen decir una frase bien distinta: el año que viene, en Palestina. Para los gazatíes, parece que eso quiere decir que hay que agolparse ante la frontera con Israel; para [los palestinos residentes en la Margen Occidental], el reconocimiento norteamericano de un Estado palestino con capital en Jerusalén Este; para los iraníes, la invasión militar del Estado judío.

¿Cuál de estos desafíos ha de afrontar Israel en primer lugar? La respuesta es que no tiene más opción que afrontarlos todos a un tiempo. Aunque las diferentes estrategias desplegadas por los enemigos de Israel varían en severidad, todas representan, en una u otra medida, una amenaza significativa para la seguridad del Estado judío.

Con motivo de la celebración del 70º aniversario de la fundación de Israel, el activista palestino Basem Eid escribió este artículo que es todo un llamamiento a favor de la coexistencia.

Una mirada al mapa de Oriente Medio y [de la actividad] del terrorismo islámico revela que el israelo-palestino es probablemente el conflicto más civilizado de Oriente Medio. Reparar en lo que sucede en Libia, Irak, Siria y el Yemen y compararlo con nuestros 70 años de guerra es sorprendente. (…)

(…) ¿Se imaginan si los árabes empezaran a considerar a Israel como a un amigo? Los árabes tenemos la llave a una vida mejor. Nuestro mayor activo es nuestra cercanía a unos vecinos que pueden ser nuestros mejores amigos en vez de nuestros peores enemigos.

Felicito a mis amigos israelíes por el 70 aniversario [del establecimiento de Israel] y por el Día de Jerusalén, a la vez que mando un mensaje de esperanza y optimismo a mis hermanos y hermanas árabes, de que vendrá el día en que líderes y países árabes más moderados nos lleven a los tres síes: sí al reconocimiento de Israel, sí a la normalización de las relaciones con Israel y sí a la paz con Israel.

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Fuente: El Medio

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