¿Y si gana Asad?

Azim Ibrahim, del Centre for Global Policy, aventura en este artículo lo que puede ocurrir en Siria si el dictador, que ha hecho de la represión una forma de Gobierno, se impone en la guerra civil.

Si Asad prevalece, su máxima prioridad será asegurarse de que jamás vuelve a producirse un levantamiento. Eso significa dar un escarmiento a todo el que se oponga a él. Hay motivos para pensar que el castigo será tan brutal como el conflicto mismo.

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En otras palabras, incluso si los rebeldes finalmente se rinden y se declara la paz, tenemos motivos para esperar que el Gobierno de Asad continuará haciendo la guerra contra la población civil que apoyó la rebelión (…). Puede que esa guerra no sea tan visible como el constante bombardeo de hospitales en centros urbanos, pero será tan real como las redes de prisiones policiales secretas de antes de la contienda.

El analista turco Murat Yetkin se refiere en este artículo a la utilización política por parte del régimen de Recep Tayyip Erdogan de los brutales atentados que viene padeciendo su país, con el objetivo de reforzar su autoridad y avanzar en su proyecto presidencialista.

Turquía ya está en estado de emergencia, declarado después del sangriento intento de golpe militar del pasado 15 de julio. Cada atentado se convierte en una justificación para un nuevo endurecimiento de las medidas, que desemboca a su vez en más limitaciones a las libertades, pero no consigue acabar con los actos de terrorismo.

Aprovechando la oportunidad de un renovado apoyo popular tras la intentona golpista, el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP) anunciaron el pasado 10 de diciembre un acuerdo sobre un borrador de cambios constitucionales en línea con el deseo de Erdogan de ir hacia un sistema de presidencia ejecutiva, con mayor concentración de poder en manos del presidente. El anuncio formal del acuerdo llegó solo horas después del ataque.

Los ataques terroristas no solo conducen a medidas policiales más estrictas; también se usan como justificación para una mayor concentración del poder ejecutivo e incluso para restablecer la pena de muerte. Volver a implantar la pena de muerte causaría gran daño a los lazos políticos y económicos del país con la UE y con Occidente en general.

David M. Weinberg, del Begin-Sadat Center for Strategic Studies, escribe la misiva que el primer ministro israelí debería, a su juicio, remitir al presidente electo estadounidense. En ella se pasa revista a los asuntos más importantes de la región, empezando por el acuerdo nuclear con Irán.

Primero de todo, por supuesto, está Irán. Reconozca que Irán es el problema central de Oriente Medio, no parte de la solución [a los problemas de la región], como el presidente Barack Obama parloteaba peligrosamente. Saque a la luz las promesas que Obama hizo bajo cuerda a los iraníes, incluidos los masivos pagos en efectivo a los ayatolás y el compromiso de respetar los intereses iraníes en Siria e Irak.

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En segundo lugar, debe saber que Israel no puede tolerar la manera en que los iraníes están intentando convertir el Líbano y Siria en su base avanzada de operaciones contra Israel. Necesitamos que comience a llamar al orden a Hezbolá por sus atroces crímenes en Siria y por la transformación efectiva del sur del Líbano en una gigantesca base de misiles con millones de rehenes. Esta es nuestra crisis de los misiles cubanos y necesitaremos su respaldo para enfrentarnos a esta situación tarde o temprano.

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Articular esas verdades constituiría un impactante cambio en el discurso diplomático. Y la mejor manera de iniciar esta campaña de decir la verdad, señor presidente, es trasladar la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén, como usted mismo se comprometió a hacer.

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Fuente: El Medio

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