Elliot Abrams, responsable de la política mesoriental de la Administración de Bush Jr., saluda la decisión del presidente de EEUU de dejar de financiar a la agencia de la ONU encargada de los asuntos de los refugiados palestinos, pues considera que es una entidad que hace un daño tremendo a los propios palestinos y que obstaculiza la resolución del conflicto que enfrenta a estos con Israel.
La justificación para cortar la financiación de la UNRWA no es primordialmente financiera (…) sino que descansa en dos pilares. El primero es que las actividades de la UNRWA han suscitado preocupación repetidas veces por sus numerosas conexiones con Hamás y su ideología [de rechazo permanente al reconocimiento de Israel] (…) pero incluso si eso se corrigiera, no se resolvería el segundo y más importante problema en lo relacionado con la UNRWA, que es que perpetúa el problema de los ‘refugiados’ palestinos en vez de contribuir a resolverlo. (…) Que el único grupo de refugiados que la ONU hace que crezcan sea el palestino y que la única manera de remediarlo según los parámetros de la ONU sea eliminar el Estado de Israel o trasladar [a su territorio] a 5 millones de ‘refugiados’ palestinos debería ser sencillamente inaceptable.
Perpetuar y agravar la crisis de los ‘refugiados’ palestinos ha perjudicado a Israel y ciertamente ha perjudicado a los palestinos. Mantener vivos sus agravios puede que haya servido a fines políticos antiisraelíes, pero no ha acercado la paz y ha contribuido a impedir que generaciones de palestinos llevaran vidas normales. El archipiélago de campos para refugiados y desplazados que en un tiempo salpicó el mapa de Europa [al término de la Segunda Guerra Mundial] hace tiempo que dejó de existir, y los descendientes de quienes vivieron [en pésimas condiciones] en ellos viven ahora unas vidas productivas y provechosas en numerosos países. Uno no puede sino desear el mismo destino para los campos de refugiados palestinos y para los palestinos. Dar más dinero a la UNRWA no solucionará nada.
En MIDA, el analista Daniel Krygier pone en valor los logros que está obteniendo el Estado judío en una época especialmente adversa para sus vecinos, atrapados en la violencia y la pobreza.
El contraste entre Israel, perteneciente al Primer Mundo, y sus vecinos árabes tercermundistas es hoy mayor que nunca. El PIB per cápita de Israel es casi 20 veces superior al del depauperado Egipto y quintuplica el del semidesarrollado Líbano.
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Mucho ha cambiado desde que la OPEP lanzara su embargo petrolero contra Occidente tras la fallida agresión árabe contra Israel de octubre de 1973 [Guerra de Yom Kipur]. (…) El colapso de los precios del petróleo ha erosionado tremendamente el poderío de los países que lo producen. (…) el futuro pertenece a quienes innovan, no a quienes se sientan sobre el petróleo. Israel tiene hoy fuertes lazos comerciales con China y una trepidante alianza con la India. (…)
El movimiento por el boicot, las desinversiones y las sanciones [contra Israel] (BDS) puede acosar a los judíos y a los estudiantes proisraelíes en las universidades occidentales. Sin embargo, en la vida real, el BDS no tiene la menor opción de vencer a Israel. La razón es simple: el renacido Israel ha devenido un actor muy valorado en la economía global.
Lori Plotkin, del Washington Institute, alienta a EEUU a apoyar los esfuerzos que está haciendo Riad en los últimos tiempos para hacer frente al extremismo religioso y al terrorismo islamista.
Recientemente, el liderazgo saudí ha expresado su deseo de romper con el pasado en lo relacionado con el extremismo religioso (…) Muhamad al Isa, el nuevo secretario de la Liga Musulmana Mundial, con sede en La Meca, se hizo eco de estos sentimientos en una entrevista que concedió en noviembre. (…) dijo que el objetivo actual de la organización es “eliminar el pensamiento extremista” y “aniquilar el extremismo… religioso, que es la puerta de acceso al terrorismo”. Este lenguaje contrasta vivamente con la promoción mundial de una interpretación extremista del islam [que hizo esa organización en el pasado], lo que alimentó el problema del terrorismo (…)
Los aparentes cambios en la manera en que Riad enfoca el desafío terrorista representan una oportunidad para que EEUU aliente cambios aun más amplios y profundos (…) Un ámbito donde hay que seguir mostrando apoyo es en el refuerzo de la supervisión saudí sobre las personalidades religiosas [saudíes] que van a trabajar al extranjero, sobre los materiales educativos y religiosos que mandan al exterior las instituciones saudíes y sobre las labores mediáticas de algunas figuras religiosas, todo al objeto de restringir la exportación de ideología extremista. Otro interés relacionado es la aceleración de la retirada del contenido extremista que sigue habiendo en los libros de texto saudíes.
Otro ámbito para prestar apoyo tiene que ver con la transparencia y el progreso mensurable en el adiestramiento, supervisión y reeducación (o, en su caso, el despido) de los profesores y las personalidades religiosos.
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Fuente: El Medio
