Por qué la extrema derecha y la extrema izquierda jalean a Asad

La dictadura de Bashar al Asad en Siria cuenta con el apoyo en Europa de la ultraizquierda y la ultraderecha. El aparente milagro político de unir a los extremos opuestos del arco ideológico es más sorprendente si repasamos todo aquello que el régimen sirio representa para sus defensores europeos. La realidad es que ninguno de los valores y principios que le atribuyen se sustenta con hechos y realidades.

A la Siria de Bashar al Asad se la presenta como el último bastión del socialismo árabe, un modelo político y económico cuya crisis en el vecino Irak llevó a Sadam Husein a buscar legitimidad social en el islamismo (v. “Del Irak de Sadam y la Siria de Asad al Estado Islámico [1]”). En el caso sirio, ante la crisis del modelo económico estatista se emprendió una serie de reformas con el propósito de liberalizar la economía. Llegaron las privatizaciones, pero dentro de un modelo de capitalismo de amiguetes. Uno de los grandes beneficiados fue Rami Majluf, primo materno de Bashar al Asad y considerado el hombre más rico del país. Sus negocios se extienden por el sector inmobiliario, el turismo, la hostelería, la banca privada, los medios de comunicación y la explotación de recursos petroleros. Suya es la compañía telefónica Syriatel y suya fue la primera aerolínea privada autorizada en el país. Su nombre, cómo no, apareció en los Panama Papers.

El antisemitismo es uno de los valores compartidos en Europa por la ultraizquierda y la ultraderecha, presentado siempre como rechazo a las políticas de Israel y apoyo a la causa palestina (v. “Antisemitismo y odio a Israel en Europa”). Así que uno de los argumentos para defender a la Siria de los Asad, padre e hijo, es que se trata de un bastión antisionista. En realidad, la enemistad con Israel sirvió de excusa en Siria para mantener hasta 2011 el estado de emergencia, instaurado tras el golpe de Estado que elevó al poder al partido Baaz (“Renacimiento”) en 1963. Primero en los comienzos de la guerra civil del Líbano en 1976 y recientemente en la propia guerra civil siria, el régimen de los Asad no ha tenido reparos en masacrar palestinos, como atestigua el sufrimiento de los habitantes del campo de refugiados de Yarmuk, a las afueras de Damasco, en estos momentos bajo el asalto final de las fuerzas del régimen.

Otro argumento usado para defender a los Asad es que su régimen actúa como baluarte frente al imperialismo, sinónimo mal disimulado de influencia de Estados Unidos en la región. Cómo Siria ha entregado desde 2011 su soberanía a Rusia e Irán daría para escribir largo y tendido. Pero sin duda la trayectoria de la Siria de los Asad es bastante curiosa. El nacionalismo sirio sueña con una Gran Siria que se extiende mucho más allá de sus fronteras actuales y considera la existencia del Líbano un accidente histórico. De hecho, Siria intervino en la guerra civil libanesa y ocupó militarmente buena parte del País del Cedro entre 1976 y 2005. No está nada mal para un bastión antiimperialista, eso de practicar el intervencionismo con sus vecinos.

También convendría recordar que la Siria de Hafez al Asad se alió en 1991 con sus ahora enemigos, Estados Unidos y las petromonarquías árabes, para liberar Kuwait de la invasión del Irak de Sadam Husein. Después del 11-S, además, Siria no tuvo problemas en recibir yihadistas capturados por Estados Unidos y transferidos en entregas especiales. Uno de ellos fue el sirio nacionalizado español Mustafá Nasar Setmariam Nasar, alias Abu Musab al Suri, del que no se sabe nada a ciencia cierta desde que fuera capturado en Pakistán y entregado a Siria.

La habilidad del régimen de los Asad para aparecer a ojos de sus defensores europeos como adalid de principios precisamente opuestos a los que realmente representa podría calificarse de pura genialidad política. Pero hay una peculiaridad que explica cómo la Siria de los Asad ejerce de Test de Rorschach político en el que desde los extremos se encuentran virtudes opuestas. El sistema político sirio no es monolítico, sino que, junto con el partido Baaz, coexisten otros coaligados con él. Encontramos desde facciones comunistas al neofascista Partido Social Nacionalista Sirio, de tal manera que comunistas y neofascistas europeos encuentran un interlocutor en el régimen sirio.

En España tenemos el caso de Paco Frutos, que siendo secretario general del Partido Comunista viajó a Siria en 2006 para “estrechar las relaciones bilaterales” y hoy se dedica en su blog a reproducir noticias de medios iraníes sobre la guerra de Siria y a lanzar vítores a Bashar al Asad. Por su parte, Christian Blex, viceportavoz parlamentario del xenófobo partido populista de derechas Alternativa para Alemania, visitó Damasco hace poco para demostrar lo seguro que era ya el país y alentar el retorno de refugiados sirios asentados en Alemania.

En realidad, no hay ningún milagro político en que la ultraizquierda y la ultraderecha europeas coincidan en apoyar al Bashar al Asad. La lista de temas en que comparten agenda política es larga: las relaciones euro-atlánticas, la Unión Europea, las relaciones con Rusia, la ocupación de Crimea, Israel, la nacionalización de sectores estratégicos, la oposición al libre comercio, etc. Así que no hay ninguna novedad en ver a la ultraizquierda y a la ultraderecha europeas apoyando a un tirano. La lista de atrocidades cometidas por las fuerzas de Bashar al Asad es bien larga.

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Fuente: El Medio

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