Christine creció en una familia disfuncional con muchos problemas. Además, la niña sufrió abuso sexual.
Pronto su madre perdió la custodia y Christine se fue a vivir con su padre. Como no entendía la situación, se sintió rechazada.
“No había suelo sólido bajo mis pies”, describió su problemática infancia a Revive.
Más tarde, cuando emigró a los Países Bajos con su padre, la niña esperaba que su vida mejorara. Sin embargo, eso no fue lo que pasó.
Entrar en la industria del sexo
A los 18 años, Christine se fue a vivir sola después de tener problemas para llevarse bien con su padre. Una vez más, sintió que el miedo y la tristeza se apoderaban de su corazón.
“De hecho, todavía era una joven muy herida . No podía cuidar de mí misma en absoluto y pronto surgieron problemas económicos”, dijo.
Fue entonces cuando Christine buscó “ganar dinero rápido” en Internet y descubrió sitios pornográficos, donde empezó a actuar.
“Todo empezó muy pequeño e inocente, pero fue empeorando y me enredé cada vez más en el mundo de la prostitución ”, reveló.
Trabajando en la industria del sexo, sus problemas emocionales (provocados por un trauma infantil) empeoraron y la joven enfrentó depresión, ansiedad, soledad y pensamientos suicidas.
Christine se sintió destruida cuando se vendió y bebió mucho alcohol para aliviar su dolor. “Los clientes te tratan como a un producto”, señaló.
El mercado de la prostitución resultó ser muy diferente al que se ofrece en la web. “El mundo de la prostitución no es fácil y no es como lo describen los medios. No es una profesión normal”, destacó.
La oración que lo cambió todo
Hasta que un día, mujeres de El Roi –una misión que evangeliza y ayuda a trabajadoras sexuales– le dieron a Christine un regalo de Navidad, durante una acción evangelística.
Recibió una oración de los cristianos que transformaría su vida para siempre. Más tarde, al enterarse de que Jesús andaba con prostitutas cuando estaba en la Tierra, Christine decidió averiguar más sobre el Evangelio.
Lo buscó en Google y descubrió que Jesús realmente amaba a las prostitutas como ella. Mientras navegaba por la red, la mujer descubrió el amor de Dios y decidió abrirle su corazón.
“¡Dios, estoy tan enojado y triste por mi vida y ya no quiero vivir así! ¡Quítame esto!”, oró.
Restaurado por Jesús
Christine compró una Biblia y aceptó a Cristo en su propia casa. “Jesús nos encuentra donde estamos. No huye de la oscuridad. Como dice el Salmo 139, versículo 12, las tinieblas son como luz para Él. Jesús sabía dónde encontrarme y cómo llamar mi atención”, testificó.
Pronto comenzó a asistir a una iglesia local y un mes después se bautizó. Christine dejó la prostitución, se liberó de la adicción al alcohol y se curó de sus traumas.
“¡Me dio tanto amor y me mostró que soy una hija amada! Ahora, cuando miro hacia atrás, pienso: ¿Fue esa realmente mi vida? A veces parece que no pasó nada porque Él me sanó completamente”, declaró.
Y concluyó: “No importa dónde estés ahora, no importa lo que te pasó, lo que hiciste o dijiste. Cuando el Rey Jesús te toca, cambias. Él sana y libera y hace lo imposible. Hay esperanza en Jesucristo”.
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