La soledad de Erdogan

Soner Cagaptay, biógrafo del presidente turco, hace un repaso de cómo está Turquía un año después de la controvertida intentona golpista del 15 de julio de 2016 y sostiene que la democracia turca se encuentra poco menos que en un callejón sin salida.

Aunque las primeras purgas y arrestos posteriores a la intentona tuvieron por objetivo a miembros del movimiento conservador Gülen –antiguos aliados de Erdogan que parece se volvieron contra él en el golpe–, desde entonces Erdogan se ha servido de una malla mucho más grande y detenido a todo el que se le opusiera. Desde el golpe ha encarcelado a 50.000 personas y purgado a otras 140.000. Sus rivales ahora lo odian.

El problema para Erdogan es que esos rivales son ahora casi la mitad de la población turca. En abril ganó el referéndum con una exigua minoría, el 49% de la población votó en su contra.

Erdogan teme que si permite que la democracia vuelva a florecer en Turquía, sus rivales lo desalojen del poder y le hagan pagar por sus transgresiones. Puede que no hagan lo segundo, pero Erdogan está muy marcado por su pasado y no quiere asumir el riesgo. Por eso es por lo que la democracia turca está tiene un problema muy grave: está encajonada en la cámara autoritaria de Erdogan.

A raíz del ataque terrorista del pasado viernes, en el que tres terroristas árabe-israelíes asesinaron a dos policías drusos israelíes en el Monte del Templo, Haim Shine insta a sus compatriotas árabes a que tomen partido por el Estado del que son ciudadanos o por los criminales que pretenden dinamitarlo.

Es muy importante que la población árabe de Israel y sus líderes decidan y dejen claro si adoptan el relato israelí que ve a Israel como un Estado enemigo que debe ser combatido (…) y cuya existencia ha de ser anulada, o si son ciudadanos del Estado en toda la extensión del término, lo que incluye el ser leal al Estado y a sus leyes.

El liderazgo árabe-israelí (…) debería repensar su camino. Cada nuevo ataque en el que intervienen árabes israelíes llega a un choque peligroso que puede destruir los frágiles lazos que con los años se han ido estableciendo entre los árabes y los judíos. Quien juega con fuego no debería sorprenderse si el fuego acaba devorándolo.

El periodista árabe-canadiense Fred Marún vuelve a la carga con un artículo provocador en el que suplica al mundo árabe que deje de hacerse daño tratando de dañar a Israel.

Como escribí recientemente, los judíos han tratado (…) a los árabes mejor que los árabes a los judíos, y las cosas siguen siendo así. Incluso si los árabes no quieren cambiar su actitud hacia Israel por una cuestión de gratitud, deberían hacerlo por su propio interés.

(…) En vez de insistir en la demencial y fracasada estrategia de combatir a Israel, el mundo árabe debería comprender que trabajar con Israel es la respuesta [a los desafíos que tiene planteados]. Hay indicios de que, de hecho, puede que esté ya sucediendo.

(…)

Como el presidente de EEUU, Donald Trump, dijo en su gran discurso en el Museo de Israel en Jerusalén, “[que haya] un futuro esperanzador para los niños de Oriente Medio precisa que el mundo reconozca plenamente el rol fundamental del Estado de Israel”. Imploro a mis colegas árabes que aprovechen la oportunidad y dejen de una vez que el odio desaparezca.

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Fuente: El Medio

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