La debilidad de Abdalá de Jordania

Eyal Zisser, de la Universidad de Tel Aviv, comenta la decisión jordana de no renovar un acuerdo de cesión de tierras a Israel vinculado al histórico acuerdo de paz que firmaron Jerusalén y Amán en 1994.

El difunto primer ministro Isaac Rabín veía el tratado de paz con Jordania de 1994 como uno de sus más importantes logros diplomáticos, si no como el más importante directamente. A diferencia del escepticismo que manifestó con respecto a los Acuerdos de Oslo y al compromiso para con ellos del entonces presidente de la OLP, Yaser Arafat, Rabín estaba seguro de que el rey Huseín cumpliría su palabra.

Hay algo de simbólico en el hecho de que, en el aniversario del asesinato de Rabín según el calendario hebreo, el rey Abdalá anunciara que no renovará los anexos [al plan de paz] que su padre suscribió hace 24 años sobre el arrendamiento a Israel de unas tierras agrícolas fronterizas.

(…)

(…) esta no es una medida que vaya a dañar los intereses israelíes, razón por la cual Israel muestra paciencia ante los vientos hostiles procedentes de Jordania.

(…) esta decisión jordana es mucho más una muestra de la debilidad de Abdalá, como la firma de la paz fue una muestra de la fortaleza por parte de su padre. Israel debe mantener la cooperación estratégica con Jordania, pero a partir de ahora debe abrir bien los ojos.

Amós Yadlín, general en la reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel, ha dado cuenta en las páginas de Ynet de las líneas maestras del plan para la resolución del conflicto israelo-palestino concebido por la institución que preside, el Instituto Nacional para los Estudios de Seguridad.

En primer lugar, Israel se reafirmará en su voluntad de firmar un acuerdo global de paz siempre y cuando los palestinos reconozcan el derecho del pueblo judío a disponer de un Estado, estén conformes en poner fin al conflicto sin que haya derecho de retorno [de los denominados ‘refugiados palestinos’] y acepten las demandas de seguridad israelíes.

En segundo lugar, la Margen Occidental será redistribuida mediante la creación de un territorio palestino dotado de contigüidad (en el 65% la misma) y tres zonas israelíes: los bloques [de asentamientos] se convertirán en territorio israelí en tiempos de paz, habrá un área de seguridad en el Valle del Jordán y otra que englobe los asentamientos aislados.

Tercero: la construcción de asentamientos cesará al este de la valla de seguridad y proseguirá al oeste de la misma. Cuarto: las FDI seguirán teniendo libertad de acción militar y de inteligencia a lo largo de toda la Margen Occidental.

Quinto: se completará la construcción de la valla de seguridad, para contribuir a la protección de Israel y los principales bloques de asentamientos frente al terrorismo palestino. Sexto: se lanzará un ambicioso plan económico omnicomprensivo para el desarrollo de los territorios palestinos, con fondos internacionales y árabes.

El coronel retirado de las FDI Eran Lerman, vicepresidente del Jerusalem Institute for Strategic Studies (JISS), recomienda a los líderes de su país que actúen con contundencia y precaución en Gaza teniendo bien presente que buena parte de sus enemigos está deseando que vuelva a enfangarse en un conflicto con Hamás en dicho territorio.

Las organizaciones terroristas de segunda categoría activas en Gaza –la Yihad Islámica, que funge de satélite Irán, y los grupos radicales suníes que se inspiran en el Estado Islámico– son las más interesados en incrementar la violencia hasta una situación de guerra. Para ellas, una guerra en Gaza sería una oportunidad de medrar por sobre las ruinas de Hamás. Parece también que Irán tiene un interés en que se produzca una escalada y arrastrar Israel a una guerra que le haga apartar el foco de lo que en estos momentos constituye su mayor actividad en materia defensiva: la consolidación de las posiciones iraníes en Siria.

El tercer actor que trabaja consistentemente por agravar la situación en Gaza y torpedear los esfuerzos egipcios por forjar un alto el fuego [entre Israel y Hamás] es el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, para quien, como dijo una vez en Yenín, “cuanto peor vayan las cosas, mejor”. (…)

Todas estas consideraciones se ven contrarrestadas, paradójicamente, por el interés de Hamás en seguir dictando los términos de un alto el fuego con Israel mientras se abstiene de ir a la guerra, pues su liderazgo sabe que podría ser una medida autodestructiva. Su decisión de atizar el conflicto –mediante cometas incendiarias y asaltos a la valla fronteriza– está cuidadosamente pensada para que no degenere en un salto al abismo.

Egipto también parece tener un interés en evitar la guerra, pese al odio mutuo que rige sus relaciones con Hamás (…) Poco a poco, El Cairo ha empezado a comprender que es mejor contener y disuadir a una organización como Hamás mediante su deslegitimación gradual que por medio del enfrentamiento directo.

¿E Israel? Un golpe duro y preciso es vital para el mantenimiento de la disuasión (…) Ahora bien, en la medida de lo posible, dadas las consideraciones sobre el equilibrio de poder regional y su interés fundamental en evitar una guerra terrestre, lo mejor sería que facilitara la mediación egipcia.

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Fuente: El Medio

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