¿Hezbolá gana en el Líbano? Un momento…

Mientras el mundo se regocijaba o inquietaba por el abandono de la Administración Trump del acuerdo nuclear con Irán, Teherán cosechaba calladamente una victoria de la que casi nadie fuera de la región se ha percatado. En el Líbano, Hezbolá y sus aliados obtuvieron más de la mitad de los escaños en el Parlamento en las primeras elecciones celebradas en nueve años. Como Hezbolá es en la práctica el brazo libanés de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, su victoria bien puede presagiar una catástrofe.

“Hezbolá = Líbano”, dice un miembro del gabinete de seguridad israelí, Naftalí Bennett. “El Estado de Israel no distinguirá entre el Estado soberano del Líbano y Hezbolá, y considerará al Líbano responsable de cualquier acción que se emprenda en su territorio”. Bennett es un político de la derecha nacionalista religiosa israelí, así que eran de esperar esas declaraciones. Ahora bien, su opinión coincide con la del templado centrista Michael Oren, historiador y miembro de la Knéset. “Si Hezbolá disparase contra Israel, tendríamos que amenazar con declarar la guerra al Líbano”, ha escrito.

Y como los israelíes acaban de intercambiar disparos en los Altos del Golán con las fuerzas iraníes desplegadas en Siria, la posibilidad de que estalle otro conflicto de este tipo en la frontera entre el Líbano e Israel es un poco más alta que hace unos días.

Aun así, respiremos hondo. La coalición de la que forma parte Hezbolá obtuvo más de la mitad de los escaños en el Parlamento libanés, sí, pero Hezbolá como tal sólo logró 12. Doce de 128, es decir, menos del 10% del total. Visto así, Hezbolá es un movimiento marginal, apenas más popular en solitario que el Partido Verde en Estados Unidos.

La victoria de Hezbolá no puede inscribirse sin más en una corriente de apoyo a otra guerra de resistencia, o a la doctrina del Partido de Dios del velayat e faqih –que confiere el gobierno a juristas islámicos–. No: la coalición de la que forma parte Hezbolá ganó porque los votantes cristianos así lo decidieron. Y los cristianos del Líbano son, para Israel, la gente menos amenazante de todo el país.

El motivo por el que lo hicieron es que –dejando de lado todo el peñazo religioso–, los cristianos libaneses, como la mayoría de los occidentales, temen y aborrecen más a yihadistas árabes suníes como los que militan en el ISIS que a milicias chiíes respaldadas por Irán como Hezbolá.

Sólo un tercio –más o menos– de la población libanesa es chií. Aproximadamente otro tercio es suní, y el último tercio, cristiano. Sin embargo, la Constitución estipula que el 50% de los escaños del Parlamento sean para los cristianos (suponían la mitad de la población cuando el país logró la independencia de Francia, tras la Segunda Guerra Mundial, y lograron retener a perpetuidad su cuota de poder parlamentario). Los musulmanes chiíes y los musulmanes suníes se reparten la otra mitad de los escaños. Como unos y otros  votan casi siempre a sus propios partidos sectarios, el techo electoral de Hezbolá habría de estar en torno al 25%. Pero como la mayoría de los chiíes son políticamente laicos, el verdadero techo electoral de Hezbolá es menos de la mitad de ese 25%. Por lo tanto, que Hezbolá se haga con menos del 10% de los escaños es exactamente lo que deberíamos esperar.

El Líbano tiene más partidos de lo que incluso la mayoría de los expertos pueden recordar sin mirar una chuleta, y se aglomeran en dos o tres coaliciones más o menos estables. Los partidos suníes están unidos y los chiíes también, pero los cristianos están divididos, y una minoría está con los suníes y una mayoría con los chiíes.

El bloque comandado por los suníes, capitaneado por el Movimiento Futuro de Saad Hariri, es prooccidental, proárabe y más o menos liberal y democrático. El bloque comandado por los chiíes y capitaneado por Hezbolá y Amal es proiraní, prosirio y más o menos autoritario. (Digo “más o menos autoritario” porque, aunque Hezbolá es profundamente autoritario, su principal aliado político, Amal, tiene más en común con los corruptos muñidores de Tammany Hall que con los teócratas del Partido de Dios y sus puños victoriosos).  

Hezbolá y sus aliados no serían nada electoralmente si todos los partidos cristianos y suníes se unieran contra ellos. ¿Por qué, entonces, el mayor partido cristiano, el Movimiento Patriótico Libre (FPM) de Michel Aún, está con Hezbolá? A simple vista, no tiene mucho sentido. La ideología del FPM es una fusión de nacionalismo libanés, socialismo democrático y liberalismo, todo ello anatema para Hezbolá. Pero en el Líbano los partidos toman posiciones teniendo en cuenta lo local y también lo regional, y los votantes del FPM temen más a la abrumadora mayoría suní del mundo árabe que a la minoría chií. Creen que la minoría chií –sólo mayoritaria en Irán e Irak– está ahora mismo en el apogeo de su poder, y que es inconcebible que pueda ser una amenaza mayor de lo que ya es. Sin embargo, los suníes podrían, en teoría, unirse en una fuerza imparable. Los yihadistas suníes de Al Qaeda y el ISIS son inmensamente más violentos y dementes que sus homólogos chiíes. Así que, desde el punto de vista del FPM, Irán y Hezbolá son el menor de los males. Y como los valores draconianos de Hezbolá los comparte apenas un irrisorio 10% de la población libanesa, nunca se materializará allí una teocracia de tipo iraní, donde esté prohibido beber y las mujeres tengan que cubrirse por la calle, salvo que el propio Irán invada y ocupe todo el país.

Hasta cierto punto, es una forma comprensible de verlo, pero fatalmente equivocada. Fuera Al Qaeda y el ISIS: los suníes del Líbano son los aliados naturales de los cristianos. Se cuentan entre los árabes más liberales de todo el mundo, y la inmensa mayoría no recurre al yihadismo suní. El yihadismo suní es más popular en Francia que en el Líbano. Según el Pew Research Center, el apoyo al ISIS en el Líbano se sitúa en el cero por ciento.

El problema, desde el punto de vista del FPM, es que los partidos suníes son resueltamente prosaudíes. El propio líder de Movimiento Futuro, Saad Hariri, nació en Arabia Saudí y tiene doble ciudadanía saudí-libanesa. Durante años incluso lució una perilla al estilo saudí, aunque ahora su barba se parece más a la de los occidentales. Te puedes pasar el día en Beirut con partidarios del FPM, como yo he hecho, y recitar la larga lista de crímenes iraníes en la región, y te contestarán, invariablemente: “Pero ¿y los saudíes?”.

Esta gente, en resumen, está eligiendo entre dos males. Y, al fin y al cabo, para ellos Teherán es un mal menor que Riad.   

El FPM es prosirio (y con eso quiero decir pro Asad), y, de nuevo, está escogiendo su veneno. El propio líder del FPM, Michel Aún, combatió la invasión siria hasta el amargo final de la guerra civil y lo pagó con el exilio en Francia durante más de una década. Y sus seguidores formaron parte del movimiento 14 de Marzo, que acabó sin violencia con la ocupación siria en 2005. Prácticamente nadie en el Líbano –aparte del minúsculo Partido Social Nacionalista Sirio, que luce la esvástica en su bandera– se solapa ideológicamente con el régimen del Partido Baaz Árabe Socialista de Damasco. Michel Aún y el FPM apoyan hoy a Asad solamente porque las fuerzas de Asad ya no ocupan el Líbano y porque temen la alternativa en Siria si Asad cae y los yihadistas suníes conquistan Damasco.

El secretario general de Hezbolá ha saludado el resultado de las elecciones como “una gran victoria moral y política para la opción de la resistencia que protege el país”. Esto es una enorme estupidez con esteroides. La victoria de Hezbolá pone al Líbano en extremo peligro si Hezbolá provoca otra guerra.

El alineamiento político del Líbano cambia constantemente, de forma caleidoscópica y a veces violenta. Todo el que se interese por el país, aunque sea un poco, deseará que cambie cambie otra vez antes de que empiece la próxima guerra con Israel.

© Versión original (en inglés): World Affairs
© Versión en español: Revista El Medio

La entrada ¿Hezbolá gana en el Líbano? Un momento… aparece primero en Revista El Medio.

Fuente: El Medio

Share Button

Otras Noticias