El plan de paz palestino

Es fácil entender por qué los palestinos se opondrían al plan de paz para Oriente Medio que prepara la Administración estadounidense. A los palestinos no les gusta lo que están oyendo sobre el plan de marras, que aún no se ha hecho público.

Oponerse a una iniciativa para la paz cuyo contenido no te gusta es una cosa. Oponerse a una iniciativa para la paz concebida para mejorar la vida de tu pueblo es otra bien distinta. Lo último desafía la lógica y da cuenta de aspectos decepcionantes de la naturaleza humana.

Los líderes palestinos tienen un odio tan profundo a la Administración estadounidense y al presidente Trump, que están dispuestos a prolongar la aflicción de su pueblo. A los líderes palestinos les trae sin cuidado el sufrimiento de su pueblo. Dales cargos, dinero y poder, y su pueblo estará condenado.

Una vez más, los dos millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza son víctimas de la avaricia, la negligencia y la necedad de sus líderes.

El otro día fuimos testigos de otro ejemplo de lo dispuestos que están los líderes palestinos a luchar por sus propios intereses a costa de su pueblo, todo con el fin de seguir en el poder y que los fondos sigan fluyendo a sus secretas (y a veces públicas) cuentas bancarias.

El enviado especial de EEUU para Oriente Medio, Jason Greenblatt, anunció en un artículo en The Washington Post que la Casa Blanca iba a albergar una cumbre con “los países y actores clave para encontrar soluciones reales a los problemas” que padece Gaza. Dicho de otro modo, la Administración estadounidense nos está diciendo que se preocupa por la situación en la Franja y que quiere trabajar con las demás partes para mejorar las condiciones de vida de los palestinos que durante los últimos diez años vienen padeciendo el régimen corrupto y despiadado de Hamás.

La iniciativa estadounidense para ayudar a los dos millones de palestinos de la Franja debería haber sido bien recibida por los líderes palestinos. La Administración Trump está haciendo algo que ningún líder palestino o árabe ha hecho en los últimos tiempos: acceder a celebrar una reunión especial sobre Gaza para intentar resolver lo que muchos palestinos califican de “crisis humanitaria y económica”.

¿Cuándo fue la última vez que la Autoridad Palestina (AP) y su presidente, Mahmud Abás, accedieron a celebrar una reunión para abordar las carencias y el sufrimiento de los gazatíes? A Abás no le importa su pueblo de la Franja, y también tiene su responsabilidad en la crisis. En el último año, Abás y su Gobierno han impuesto una serie de sanciones a Gaza que han agravando aún más la crisis y el sufrimiento de la población. Dichas sanciones, entre las que se cuentan el cese del pago de la electricidad suministrada por Israel a la Franja, recortes salariales a miles de funcionarios de la AP, la suspensión de las ayudas sociales a cientos de familias y la jubilación forzosa de cientos de empleados públicos, están dirigidas a debilitar a Hamás, gran rival de Abás.

Abás confía en que la crisis lleve a los gazatíes a rebelarse contra Hamás. Abás sigue sin poder digerir la humillación que sufrió cuando Hamás expulsó a su AP de la Franja y se apoderó violentamente del territorio en 2007. Abás quiere vengarse, por eso y porque cree que Hamás conspiró para asesinarlo cuando vivía en Gaza. Se dice que un exoficial de Hamás que desertó de la organización advirtió a Abás del supuesto intento de asesinato.

Así que Abás quiere combatir a Hamás hasta el último palestino de la Franja. Y Hamás también parece dispuesta a luchar contra Abás hasta el último palestino de la Franja.

Hamás, que en los últimos diez años ha tenido como rehenes a los dos millones de palestinos residentes en Gaza (aunque muchos de ellos votaron al movimiento terrorista islámico en las elecciones al Parlamento palestino de enero de 2006), no está dispuesta a hacer ninguna concesión a Abás y a su Gobierno para mitigar la crisis.

Hamás no está dispuesta a desmantelar su brazo militar ni a ceder el control de la seguridad en la Franja. Ni a distanciarse de Irán y su satélite libanés, Hezbolá. Ni a renunciar al terrorismo y a la violencia ni a reconocer el derecho de Israel a existir. Hamás sólo tiene un rumbo de acción, que sigue con todas sus fuerzas y energías: pretende destruir Israel y matar a todos los judíos que le sea posible.

Volvamos a la iniciativa de Estados Unidos para buscar formas de aliviar la angustiosa situación de los gazatíes. ¿Quién fue el primero que repudió esta iniciativa humanitaria? ¿Israel, tal vez? No. Israel fue y sigue siendo el único país que ha buscado soluciones a la crisis en la Franja. Fueron la AP de Abás y Hamás, cada uno por sus propios motivos.

Mientras que el general Yoav Mordejai, alto funcionario del Ministerio de Defensa de Israel, ha estado celebrando reuniones con el coordinador especial de Naciones Unidas para la Paz en Oriente Medio, Nikolai Mladenov, para hablar sobre posibles formas de mitigar el sufrimiento de los gazatíes, Abás y sus rivales de Hamás siguen acusándose de ser los responsables de dicho sufrimiento. Abás echa la culpa a Hamás de la “crisis humanitaria”, mientras que Hamás dice que son Abás y su Gobierno quienes están provocando ese sufrimiento por las sanciones que han impuesto a la Franja.

Hamás y Abás están no sólo eludiendo sus responsabilidades para con su pueblo, también están dispuestos a frustrar cualquier intento externo, en este caso de EEUU, de poner fin a la crisis gazatí. ¿Por qué iba a rechazar cualquier árabe o palestino una oferta de nadie, aunque fuese el diablo en persona, para ayudar a unos palestinos tan necesitados?

La respuesta, de nuevo, es doble: primero, Hamás y Abás están demasiado ocupados maldiciéndose como para percatarse de la miseria en que vive su pueblo; segundo, ambos desean que la crisis siga ahí: les permite poner otra vez a Israel en la picota en varios foros internacionales. La relación entre Abás y Hamás es malísima, pero cuando se trata de incitar contra Israel son los mejores amigos.

Los funcionarios de Hamás y la AP están esgrimiendo explícitamente este argumento para rechazar la iniciativa estadounidense. Así, Ahmed Majdalani, destacado asesor de Abás, ha declarado: “EEUU sabe muy bien que Israel es la principal causa de la trágica situación de Gaza”.

Majdalani se merece un premio al mejor mentiroso profesional. Se trata de un hombre que representa a un presidente y a un Gobierno que están imponiendo duras sanciones a la Franja y a sus residentes. Sin embargo, para Abás y sus secuaces es más cómodo seguir echando la culpa a Israel y mentir a la comunidad internacional. Por desgracia, hablamos de una comunidad internacional que suele tragarse enseguida cualquier mentira o cuento que venga de los palestinos.

La AP no quiere resolver la crisis, ni que lo haga nadie. A la AP no le gustan ni Trump ni sus ideas para la paz en Oriente Medio. Pero ¿qué tiene eso que ver con la “crisis económica y humanitaria”? ¿Por qué ese odio lleva a la AP a rechazar cualquier intento occidental de ayudar a su propio pueblo?

Consideremos por un momento lo que Hamás y la Yihad Islámica están diciendo sobre la iniciativa de EEUU para Gaza. La postura de las dos organizaciones terroristas es llamativamente parecida a la de Abás y su AP: también ellas quieren seguir utilizando la crisis para incitar al mundo contra Israel. En declaraciones distintas, las dos dijeron que el empeño de Washington por ayudar a los palestinos estaba diseñado para “eximir” a Israel de sus responsabilidades.

Estas son las mismas organizaciones terroristas que han convertido la vida de los gazatíes en un infierno. Que han llevado la guerra, la muerte y la destrucción a la Franja con sus incesantes ataques a Israel. Que prefieren importar armas en vez de comida y medicamentos para los gazatíes. Que eliminan a los gazatíes que cometen el crimen de exigir reformas, democracia y una vida mejor.

Hamás y la Yihad Islámica no se diferencian de Abás en lo que respecta a su odio hacia EEUU. Su odio es tan profundo que preferirían morir a aceptar una solución de EEUU. Por no hablar de lo enormemente útiles que resultan los atribulados palestinos a sus gerifaltes en el popular y antiguo juego de emplumar a Israel por los crímenes que ellos mismos cometen contra su propio pueblo.  

Todos estas facciones palestinas comparten un objetivo común: eliminar a Israel de la faz de la Tierra. A sus ojos, la incitación forma parte del marco general de la deslegitimación de Israel. Creen que este proceso sirve a su objetivo de eliminar a Israel. Mientras, los bebés y otros pacientes de la Franja siguen muriendo por falta de medicinas.

Más de la mitad de la población de Gaza vive bajo el umbral de la pobreza. Pero para los maquiavélicos líderes palestinos el fin justifica los medios: decenas de miles de palestinos pueden ser y serán sacrificados en pro del asesinato de judíos y la destrucción de Israel.

A los líderes palestinos no les importa su propio pueblo, así que ¿por qué debería importarles la paz con los judíos?

El único plan para la paz que aceptarían los palestinos sería uno que facilitara su misión de destruir a Israel y matar a todos los judíos que viven en la región. Nunca aceptarán otro, aunque provenga del profeta Mahoma.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

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Fuente: El Medio

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