El importante mensaje de Trump sobre el islam radical

El pasado 21 de mayo, en la cumbre árabe-islámica de Arabia Saudí, Donald Trump pronunció un importante discurso; fue olvidado enseguida, en el barullo de tuits, acusaciones e informaciones que rodean al presidente. Sin embargo, merece la pena prestarle más atención, porque Trump expuso, en los términos más duros, la verdad de lo que equivale a una guerra mundial que muy pocas personas quieren reconocer. En ese discurso, además, sirvió para distinguir los enfoques de Trump de los de su predecesor, pues identificó explícitamente el extremismo islámico como una amenaza global, reconoció a las víctimas judías, cristianas y musulmanas y señaló al régimen genocida de Irán por su papel en la desestabilización de la región.

Trump fue inusualmente diplomático al no utilizar la expresión “islam radical” delante de los líderes musulmanes presentes; en cambio, no midió las palabras al describir la amenaza a la que se enfrentan ellos y Occidente:

En esta cumbre hablaremos de numerosos intereses compartidos. Pero, por encima de todo, debemos estar unidos en la consecución del único objetivo que trasciende a cualquier otra consideración. [Se trata de] superar la gran prueba de la Historia: imponerse al extremismo y derrotar a las fuerzas del terror.

Aunque dijo que esperaba que la cumbre fuese recordada como el inicio de una etapa de paz en Oriente Medio, asimismo Trump declaró:

El futuro sólo se puede conquistar a través de la derrota del terrorismo y de la ideología que lo impulsa.

Trump negó que el conflicto fuera entre civilizaciones. Haciéndose eco de las palabras de George W. Bush, proclamó: “Esta es una batalla entre el bien y el mal”. Su mensaje fue inequívoco:

No puede haber coexistencia con esta violencia. No se puede tolerar, aceptar, excusar o ignorar.

El presidente cargó sobre los líderes musulmanes y árabes presentes la responsabilidad de resolver el problema. Dijo que Estados Unidos estaría a su lado, pero que tendrían que decidir si estaban dispuestos a hacer lo que necesario para asegurar un futuro más esperanzador:

Un futuro mejor sólo es posible si sus países echan a los terroristas y a los extremistas. Échenlos. A ellos. Fuera. ÉCHENLOS de sus lugares de culto. ÉCHENLOS de sus comunidades. ÉCHENLOS de su tierra sagrada y ÉCHENLOS de este planeta (énfasis en el original).

Aunque se centró en el ISIS, las palabras de Trump se aplicaban igualmente a Hezbolá cuando pidió a los líderes allí reunidos que se asegurara de que los terroristas no encontrasen “refugio en sus países”. Felicitó al Consejo de Cooperación del Golfo por designar a Hezbolá como organización terrorista el año pasado, y a los saudíes por sancionar a un alto dirigente de la misma. Además, pidió a su auditorio que se enfrentara al extremismo islamista y a las organizaciones terroristas que inspira, lo cual, añadió, implica el

permanecer juntos contra el asesinato de musulmanes inocentes, la opresión de las mujeres, la persecución de los judíos y las matanzas anticristianas.

En otro llamativo distanciamiento de su predecesor, Trump señaló a Irán por sus políticas maléficas:

Pero ningún debate sobre la extirpación de esta amenaza estaría completo si no se mencionara al régimen que da a los terroristas tres cosas: refugio seguro, respaldo económico y el apoyo social necesario para el reclutamiento. (…) Desde el Líbano a Irak y el Yemen, Irán financia, arma y entrena a terroristas, a milicias y otras organizaciones extremistas que diseminan la destrucción y el caos por toda la región. Durante décadas, Irán ha echado leña al fuego del conflicto sectario y el terror. Es un régimen que habla abiertamente de asesinatos masivos, que se ha juramentado para con la destrucción de Israel, el muerte a América y la ruina de muchos líderes y países de esta sala.

Trump entiende que los musulmanes deben resolver el problema del extremismo islámico; la guerra contra el islam radical no se puede ganar con armas estadounidenses. También acierta al reconocer que no podemos fingir que no hay una guerra y así evitar el campo de batalla.

Estados Unidos debe cooperar con los países musulmanes para derrotar al islam radical, pero con precaución: también debemos ser cuidadosos y no ignorar el papel que algunos de esos países, como Arabia Saudí, desempeñan en la promoción de la ideología que estamos combatiendo.

© Versión original (en inglés): The Algemeiner
© Versión en español: Revista El Medio

 

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Fuente: El Medio

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