La resolución antiisraelí no acercará la paz

La resolución adoptada el pasado viernes por el Consejo de Seguridad de la ONU, en la que se condenan las comunidades israelíes radicadas en los territorios en disputa, no solo es un despropósito jurídico y un ataque a los derechos de Israel: como explican Elliott Abrams y Michael Sign en The Washington Post, hará la búsqueda de la paz entre palestinos e israelíes aún más difícil.

La resolución falla al distinguir entre la construcción en los denominados ‘bloques’ –los asentamientos situados al oeste de la barrera de seguridad de Israel, en los que vive el 80% de los colonos– y la construcción al este de esa barrera. La construcción en los bloques principales apenas suscita controversia en Israel y raramente es objeto de protestas palestinas.  

(…)

De hecho, la resolución dicta condiciones a Israel, no se limita a condenar la actividad en los asentamientos. Adopta (…) la idea de que son las líneas de 1967, y no la realidad sobre el terreno, lo que debería servir de base de las conversaciones [de paz], a pesar de que muchas comunidades israelíes (…) tienen décadas de antigüedad y de que los judíos han tenido una presencia casi continua en la Margen Occidental durante miles de años.

(…) la resolución omite llamativamente las demandas israelíes. No hay un llamamiento a otros Estados a que reconozcan la existencia de Israel –mucho menos su condición de Estado judío– y a que pongan fin al conflicto contra él. (…) la paz en Oriente Medio no se logrará con una votación de la ONU. Más bien requerirá un renovado liderazgo estadounidense en la región y la reconstrucción de las relaciones de confianza con todos nuestros socios allí.

El congresista estadounidense Alan Clemmons aclara en The Jerusalem Post por qué las acusaciones contra el Estado judío como potencia ocupante son una falacia. Clemmons explica cuáles son los fines reales que se pretenden de la campaña de asedio contra Israel, abonada por la resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU.

‘Ocupante’ es un término legal cuya definición no se puede aplicar legalmente a Israel. Los títulos y derechos de Israel sobre todos sus territorios actuales se derivan directamente de una disposición de la legislación internacional establecida en el acuerdo de San Remo tras la II Guerra Mundial, que fue más tarde reconocido e incorporado en las disposiciones vinculantes posteriores, desde el Pacto de la Liga de las Naciones hasta el artículo 80 de la Carta de las Naciones Unidas. Ninguno de esos derechos nacionales y políticos reconocidos como legado del pueblo judío ha sido nunca revocado, anulado o reemplazado por disposiciones posteriores de las leyes internacionales.

La mentira de la ocupación se ha convertido en algo esencial para las fuerzas antiisraelíes en Oriente Medio y en el resto del mundo, que persisten en sus esfuerzos por negar y socavar los derechos y en realidad la propia existencia del hogar nacional judío. (…)

La mentira de la ocupación también proporciona a los enemigos de Israel una base para justificar el terrorismo como mera “resistencia a la ocupación”. El movimiento antisemita Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) usa esa palabra todo lo posible en sus mensajes mientras lleva a cabo actos de guerra política y económica contra Israel y sus partidarios. (…) la tergiversación común del Estado judío como ocupante en la Tierra de Israel se ha convertido en la mentira antisemita fundamental de la actual generación, que acusa (…) al pueblo judío de robo de tierras. La mentira blanquea la violencia contra los judíos israelíes y lleva directamente al antisemitismo.

La resolución antiisraelí del Consejo de Seguridad cita dicho tratado como argumento para condenar al Estado judío. Sin embargo, como aclara el embajador israelí Dore Gold, todo obedece a una mala interpretación que, en todo caso, debería dirigirse contra Irán.

Justo después de la II Guerra Mundial, EEUU y sus aliados querían evitar una repetición de la práctica de las potencias del Eje de expulsar poblaciones de las áreas que caían bajo su control y llevar a la fuerza a sus propias poblaciones a esos territorios. Por esta razón, los aliados redactaron en 1949 la IV Convención de Ginebra de la manera que lo hicieron. Pero eso no es lo que ocurre con la actividad de los asentamientos israelíes, como Israel lleva argumentando desde hace décadas.

Hay un lugar, sin embargo, donde este escenario está teniendo lugar hoy en día, y no es la Margen Occidental. Está ocurriendo en Siria, donde los árabes suníes están siendo reemplazados sistemáticamente por chiíes de Irak y otros países con el objeto de alterar la composición demográfica del Estado sirio de acuerdo con los intereses de Irán. Teherán quiere un cinturón chií desde sus fronteras occidentales hasta el Mediterráneo, para establecer su hegemonía en Oriente Medio.

¿Qué está haciendo la ONU al respecto? (…) Como es habitual, está obsesionada con Israel mientras ignora las peligrosas acciones de Irán.

La entrada La resolución antiisraelí no acercará la paz aparece primero en Revista El Medio.

Fuente: El Medio

Share Button

Otras Noticias