Querido y soñado palestino…

El siguiente pasaje aparece al comienzo del nuevo libro de Yosi Klein Halevi:

La llamada a la oración del muecín llenó el edificio. La voz era tan fuerte que parecía venir de las paredes. Noté que algunos judíos se ponían visiblemente nerviosos. Pero un joven tocado con un sombrero negro y con peyes, un visitante de Nueva York, me dijo: “Ya sabes, cuando piensas en lo que dicen, ‘Alahu Akbar’, Dios es grande, está bien, ¿no?”. Sí, obvio, y sin embargo en Hebrón los musulmanes y los judíos jamás presuponen la buena voluntad del otro. Quise abrazarlo.

Me temo que estas palabras me hicieron poner los ojos en blanco, como el título del libro: Letters to My Palestinian Neighbor (“Cartas a mi vecino palestino”). Tras muchos años de frustración judía, de tanto proceso y tan poca paz, ¿qué más hay que decir a los palestinos? ¿Y cuándo dejará Yosi Klein de intentar abrazar a todo el mundo?

Era injusto. Como su poderoso y elocuente libro demuestra, Halevi no se llama a engaño sobre el movimiento nacional palestino. Sabe que los palestinos han rechazado cada oferta de paz y cada plan de partición, negado a los judíos su historia y su condición de pueblo, y, a medida en que se les consiente todo, ven la solución de dos Estados como el preludio de una victoria maximalista: una Palestina desde el río [Jordán] hasta el mar [Mediterráneo]. “Al apoyar el proceso de Oslo”, reflexiona, “vulneré una de las voces perentorias de la historia judía: la advertencia contra la ingenuidad”. Halevi incluye esto y más en las diez cartas que componen el libro.

Precisamente porque ya no tiene más tiempo para líderes como Mahmud Abás, Halevi se dirige a un hipotético vecino palestino. El riesgo, tanto en términos de retórica como de realidad, es que, como se ha rendido ya con los funcionarios palestinos, simplemente esté creando un palestino ficticio con el que pueda negociar desde su estudio de la Colina Francesa de Jerusalén. Pero se propone algo más interesante.

Las cartas, que plasman el viejo amor de los judíos por la Tierra de Israel, así como la magia y los dilemas del sionismo, son muy persuasivas. Nadie más adecuado para contar la historia de Israel y del pueblo judío que Halevi, y no sólo a los palestinos. Letters to My Palestinian Neighbor, una inspiradora lectura del alma israelí, debería recomendarse a no judíos y judíos por igual.

Halevi ofrece un modelo de compromiso productivo, enseña cómo hablar sobre Israel no sólo con sensibilidad, también con honestidad e integridad. Y sin embargo, Halevi sería el primero en admitir que si sólo compraran su libro los judíos, sería un fracaso. Para llegar a los palestinos de a pie, Halevi ha publicado una traducción al árabe que se puede descargar gratuitamente. Pero, por supuesto, no puede obligar a su vecino palestino a leerlo. Es fundamental que los palestinos decidan leer las cartas de Halevi y exponerse a la perspectiva israelí. No está del todo claro por qué Halevi piensa que los palestinos querrán hacerlo ahora, ni por qué escuchar las historias del otro ayudará a dejar atrás el marasmo actual y lograr un verdadero entendimiento. A veces, la mejor razón que puede aportar es “la posibilidad de un milagro, especialmente en esta tierra”, y señala que, “como persona religiosa”, tiene “prohibido hacer las paces con la desesperanza”. En otras partes conjetura que, como Israel ha cambiado tan a menudo desde la década de 1980, “si el pasado puede dar alguna indicación, se aproxima otro cambio radical en la historia israelí”.

Muchos lectores querrán motivos más sólidos que los vientos de la Historia o la posibilidad de los milagros. A ellos, Halevi les dice que la intimidad entre los palestinos y los israelíes podría crear una “base para la flexibilidad política, para la renuncia a las demandas absolutas” y la superación del dolor del trauma. “Sabemos cuáles son nuestros respectivos sueños y miedos”, así que ambas partes pueden trabajar al respecto.

Aquí está el mejor Halevi. Reconoce que hasta que los palestinos no entiendan la vinculación judía con toda la tierra bíblica de Israel, cualquier división seguirá siendo impensable. El intercambio de historias es importante, porque los palestinos deben entender que “la división es un acto de injusticia” no sólo para ellos, también para los israelíes. Después de todo, la moderación política sólo tiene sentido ante demandas de justicia dignas y convincentes.

Contar historias no es la única vía a la intimidad. En un libro anterior, At the Entrance to the Garden of Eden (“A la entrada del Jardín del Edén”), Halevi escribió sobre la fraternidad entre judíos y musulmanes a través de la búsqueda mística de Dios. De hecho, predijo en esas páginas:

El siguiente paso en la evolución del encuentro entre credos pasará del diálogo a una experiencia espiritual compartida. El ecumenismo será una gran aventura espiritual, que dará acceso a los mundos interiores del otro.

Aunque Halevi roza lo sentimental en cuestiones de religión, en lo concerniente a la política espera que una intimidad suficiente convenza a los palestinos de que deben respetar una frontera. “No hay dos pueblos que hayan librado una guerra existencial de cien años que puedan compartir las labores de gobierno”, escribe. Además, reconoce que incluso una paz fría palestina podría depender de un milagro y, para mi alivio, deja claro que no renunciará a su hogar hasta que se produzca.

Si un día un palestino de la talla de Halevi publica Cartas a mi vecino judío, y su libro está imbuido de la misma comprensión, caridad y dignidad, sabremos que ese milagro está en proceso. Los abrazos serán algo superfluo.

Yossi Klein Halevi, Letters to My Palestinian Neighbor, Harper Collins, 2018.

© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio

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Fuente: El Medio

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