Por qué los occidentales no judíos deben proteger a Israel

El periodista italiano Giulio Meotti resalta en el diario israelí Arutz Sheva la importancia que el Estado judío y su precursor histórico tienen para el resto de Occidente.

Israel es una de las dos únicas democracias del mundo que hacen frente a un entorno hostil desde su merca creación (la otra es Corea del Sur). Israel tiene más años que la mayoría de las democracias del planeta y pertenece al pequeño grupo de países –entre los que se cuentan EEUU, el Reino Unido y Canadá– que nunca han sufrido intervalos de regímenes no democráticos.

(…) En Occidente nadie parece reparar en que, en unas condiciones dramáticas y con gente procedente de los mundos árabe y soviético, ajenos al pensamiento occidental liberal, la democracia israelí haya brotado literalmente de la nada.

Israel es como una estrella en un cielo oscuro. La democracia es más fácil en Londres, Milán, París, Berlín y Estocolmo que en Ashdod, Ashkelón, Afula y Haifa.

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¿Por qué deberían los no judíos estremecerse por Israel? El antiguo reino de Israel fue uno de los más pequeños de la Antigüedad, pero desempeñó un papel en la conformación de la civilización occidental completamente desproporcionado a su tamaño. Su legado espiritual es uno de los pilares de la civilización occidental. El pueblo judío afirmó por primera vez los principios que hoy son la base de nuestra civilización: igualdad y dignidad para todos los hombres, universalidad de la ley, protección de los indefensos; sólo hay un Dios; Dios creó al hombre a su imagen y semejanza; todos los hombres descienden del primer hombre; hay que escuchar la voz de la conciencia; hay una ley moral superior. Lo mismo cabe decir del Estado de Israel.

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Israel, levantado por [individuos] que llegaron de los guetos de Europa Oriental para hacer florecer el desierto, es un bastión de la cultura occidental en una región que tiene por plagas el caos, la muerte, el abuso y la barbarie. Israel es un pretexto para el islam político, cuyo objetivo es destruir la mera base de nuestra civilización. Por eso debe vivir Israel. Por eso debemos protegerlo.

Emanuele Ottolenghi, de la Foundation for Defense of Democracies (FDD), lanza esta grave acusación contra Beirut desde las páginas de la prestigiosa Foreign Policy y pide a EEUU que tome cartas en el asunto.

Pocos días después de que la Administración Trump se retirara del acuerdo nuclear con Irán, Washington redobló las sanciones contra Hezbolá en el marco de su ofensiva contra Teherán y sus satélites. Aun así, la política de EEUU hacia la organización libanesa sigue siendo incoherente. Al ejercitar sus músculos contra Hezbolá y a la vez apoyar a las instituciones estatales libanesas, que están tremendamente penetradas o completamente controladas [por la propia Hezbolá], la Casa Blanca socava su lucha contra las fuentes ilegales de financiación del grupo.

Esta contradicción (…) está quedando de manifiesto actualmente en Paraguay, donde la embajada libanesa trata de bloquear la extradición de un presunto financiero de Hezbolá, Nader Mohamad Farhat. Si bien el arsenal y los combatientes de Hezbolá están concentrados en el Líbano y Siria, Latinoamérica es un teatro de operaciones indispensable para las redes criminales que generan buena parte de los ingresos de la organización.

Paraguay es el escenario de una relevante y creciente operación de lavado de dinero vinculada a Hezbolá en la Triple Frontera, donde Paraguay se encuentra con Argentina y Brasil. Los operativos locales de Hezbolá están cada vez más implicados en el boom que está experimentando el tráfico de cocaína en la zona, y hay evidencias de que Hezbolá está enviando allí altos mandos para coordinar esas actividades.

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Asunción debería declarar persona non grata a [Hasán] Hiyazi [encargado de negocios de la embajada libanesa en la capital paraguaya] y despacharlo de vuelta al Líbano sin la menor ceremonia. Un paso así mandaría un claro mensaje al jefe de Hiyazi, el ministro libanés de Exteriores, Gebrán Basil: puedes contar con la ayuda de EEUU o aceptar la apuesta de Hezbolá. Pero no puedes hacer las dos cosas a la vez y salirte con la tuya.

Jonathan Schanzer y Nicole Salter, ambos igualmente de la FDD, llaman la atención en el Wall Street Journal sobre el papel que estaría desempeñando Omán en la proxy war que están librando Arabia Saudí e Irán en el Yemen.

Aunque la mayoría de los norteamericanos probablemente no puedan situar a Omán en el mapa, el sultanato desempeña un papel importante en la preservación de los intereses estadounidenses en Oriente Medio. Omán ha permitido a EEUU servirse de sus bases militares desde 1980, y además es crucial porque, junto con Irán, controla las críticas rutas petroleras que atraviesan el Estrecho de Hormuz.

El presidente Trump ha dado un vuelco casi completo a la política norteamericana hacia Irán. Omán está en la nada envidiable posición de tener que ajustarse a esa nueva realidad. Los funcionarios norteamericanos deberían mostrar empatía, pero no si Mascate hace la vista gorda ante el contrabando iraní de armas en su propio territorio.

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Fuente: El Medio

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