Los sobrevivientes de una explosión a finales de diciembre en Liberia están experimentando el amor de Dios a través de un equipo médico de Samaritan’s Purse.
La explosión se produjo el 26 de diciembre en Totota, condado de Bong, a 130 kilómetros de Monrovia, la capital del país.
Según el portal UOL, el policía Malvin Sackor informó que el incidente ocurrió luego de que algunos vecinos se reunieron alrededor de un camión para intentar recuperar combustible.
Según Francis Kateh, director médico de Liberia, se han registrado 74 muertes.
Docenas de supervivientes gravemente heridos fueron trasladados a un centro médico estatal local y a ELWA (Eternal Love Winning Africa), uno de los hospitales asociados de la misión.
Samaritan’s Purse envió a ELWA cinco médicos especializados en atención de quemaduras.
Según la enfermera Joany McDougall, el equipo de ELWA estaba cansado después de dos días de cuidar a los 22 supervivientes que fueron enviados allí.
Joany dijo que esta tarea habría “sobrecargado incluso un hospital en Estados Unidos”. Sin embargo, sus incansables esfuerzos salvaron vidas.
“Si no se trata adecuadamente a estos pacientes rápidamente, morirán en un plazo de 24 a 48 horas”, dijo.
Experiencias con Dios
El Equipo de Respuesta Médica a Desastres (DART, por sus siglas en inglés) de Samaritan’s Purse comenzó a trabajar de inmediato.
Pasaron horas limpiando y curando heridas profundas, un procedimiento doloroso que finalmente condujo a injertos quirúrgicos de piel.
“Alabamos a Dios porque estos procedimientos diarios ayudaron a salvar vidas y permitieron a nuestro equipo ministrar el amor de Jesús, compartiendo la verdad del Evangelio en medio del miedo y el sufrimiento”, informó la misión.
Josh Verner, MD, testificó: “Vimos a Dios obrando en nuestros pacientes y en el personal del hospital”.
Continuó: “El equipo pasó varias noches seguidas sin dormir, viendo morir a los pacientes. Ahora hay alegría entre ellos. Recuerdo que un paciente dijo que no quería salir del quirófano porque ahí es donde está Jesús ”.
Cada mañana, mientras los pacientes eran llevados al tratamiento, compartían lo que Dios les había enseñado. Incluyendo uno, que había recibido a Jesús como su Señor y Salvador, en el hospital.
Después de años alejados de la iglesia, varios otros comenzaron a asistir diariamente a la capilla del hospital.
“El dolor que estaban experimentando tenía un propósito. Uno de mis pacientes comenzó a orar durante los tratamientos, susurrando: ‘Jesús. Jesús. Jesús’. Y dije: ‘Él está aquí’”, dijo Joany.
La enfermera dijo que el equipo médico tuvo dificultades para despedirse.
“Lloré cuando nos despedimos. Pero tengo la esperanza de que Jesús esté con ellos y que el hospital siga funcionando”, concluyó.
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