La victoria pírrica de Asad

Tras la conquista de Alepo, es más que probable que el actual régimen sirio sobreviva a la guerra atroz que ha devastado el país. Sin embargo, los expertos en Oriente Medio David W. Lesch y James Gelvin consideran que la pavorosa situación económica y social hace que esta victoria militar de Asad y sus aliados –Rusia e Irán– no sea, ni mucho menos, la solución de los problemas de Siria.

Más del 80 por ciento de los sirios vive por debajo del umbral de la pobreza. Casi el 70 por ciento vive en extrema pobreza, lo que significa que no tienen cubiertas sus necesidades básicas, según un informe de 2016. El número probablemente ha crecido desde entonces. La tasa de paro se acerca al 58%, con un número significativo de los empleados trabajando como contrabandistas, combatientes o en cualquier otra labor típica de la economía de guerra. La esperanza de vida ha retrocedido 20 años desde el inicio de los levantamientos, en 2011. Casi la mitad de los niños ya no van a la escuela: una generación perdida. El país se ha convertido en un desastre sanitario. Enfermedades anteriormente bajo control, como la fiebre tifoidea, la tuberculosis, la hepatitis A y el cólera, son de nuevo endémicas. Y la poliomielitis –anteriormente erradicada en Siria– ha vuelto por sus fueros, probablemente de la mano de combatientes procedentes de Afganistán y Pakistán.

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El coste de la reconstrucción será astronómico. Un estudio de marzo de 2016 estima que las pérdidas totales para la economía como resultado del conflicto eran de 275.000 millones de dólares; (…) Rusia e Irán tienen sus propios problemas económicos y probablemente no vayan a ser de mucha ayuda.

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El Gobierno sirio puede que esté representado en la ONU, tener embajadas en algunos países, sellar pasaportes e imprimir moneda, pero difícilmente es un Estado. El control de Asad, su poder y legitimidad han quedado severamente circunscritos, lo sepan o no él y sus partidarios. Tendrá que depender de una continua asistencia a gran escala desde el exterior si quiere restaurar siquiera una porción de lo que era Siria.

El mandatario iraní, fallecido recientemente, pasa por ser un ejemplo de moderación en el régimen teocrático que sus sucesores habrían malbaratado, con una visión más radical y totalitaria. Reuel Marc Gerecht, de la Foundation for Defense of Democracies, escribe sin embargo que Rafsanyaní fue un personaje siniestro.

La mayoría de los obituarios del clérigo en la prensa occidental lamentan la muerte de un “pragmático” que, en realidad, fue el arquitecto más consecuente de la maquinaria de represión de la teocracia y de sus ambiciones regionales. Rafsanyaní, no su acólito convertido en torturador Alí Jamenei, consagró el terrorismo como instrumento de Estado. Fue Rafsanyaní la fuerza que estuvo detrás del desarrollo del programa nuclear de la República Islámica.

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Como líder fascinado por el éxito de las autocracias del Este de Asia, Rafsanyaní nunca contempló seriamente una reforma política. A veces, el mulá reconoció que las onerosas restricciones culturales estaban alejando a los jóvenes del Estado. Sin embargo, como precursor de la dictadura clerical, nunca aceptó medidas que disminuyeran la autoridad del Estado. Durante su presidencia, la prensa fue duramente censurada, los opositores continuamente encarcelados y los disidentes, dentro y fuera del país, asesinados. El ministro de Inteligencia más temido desde la fundación de la República Islámica, Alí Falahian, era un hombre de Rafsanyaní. Rafsanyaní podía imitar a veces eslóganes reformistas y celebrar mesas redondas con intelectuales, pero el aparato terrorista de Irán permaneció prácticamente intacto.

Yoni ben Menájem, del Jerusalem Center for Public Affairs, llama la atención sobre las revelaciones surgidas durante la investigación de un reciente ataque terrorista en la localidad jordana de Karak. Las autoridades del reino han descubierto una vasta red de terroristas vinculada al Estado Islámico.

Células durmientes del Estado Islámico podrían infiltrarse en Jordania para llevar a cabo ataques terroristas o contra la policía de fronteras. Los dos campos de refugiados en la frontera sirio-jordana, Al Hadalat y Al Rukban, que albergan a 100.000 personas, ofrecen un refugio apropiado y un lugar de paso [hacia] Jordania. (…)

[En una rara entrevista,] el general Mahmud Freihat [jefe de Estado Mayor del Ejército jordano] dijo que Jodania se comunicaba en ocasiones con el régimen de Bashar al Asad a través de “oficiales de enlace” y que se habían producido conversaciones para trasladar los dos campos [de refugiados] varios kilómetros dentro del territorio sirio. (…) El militar jordano ve otro peligro en las Brigadas Jaled ben al Walid, que tienen una orientación próxima al Estado Islámico y operan a pocos kilómetros de la frontera sirio-jordana. De acuerdo con el general Freihat, la organización está equipada con tanques y armamento pesado.

Jordania ha estado proporcionando durante mucho tiempo armamento ligero a las tribus beduinas del sur de Siria, para que puedan formar una zona de defensa y combatir a las fuerzas del Estado Islámico y a otras organizaciones yihadistas. Jordania está ahora mostrando a Siria que está preparada para cooperar con ella en la guerra contra el Estado Islámico, a pesar de desaprobar los estrechos lazos de Siria con Irán.

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Fuente: El Medio

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