La ominosa traición de Occidente a los kurdos

El periodista italiano Giulio Meotti arremete contra Europa y EEUU por abandonar a sus aliados kurdos cuando más lo necesitan y, en cambio, seguir apoyando a un cada vez menos fiable Recep Tayyip Erdogan.

¿Cómo pueden EEUU y Europa mirarse al espejo mientras abandonan a los kurdos, primero con ocasión de su referéndum de independencia –Israel fue el único país que los apoyó– y ahora que están siendo bombardeados tras la invasión de [la región siria de] Afrín por parte del fascista islámico Erdogan?

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Los kurdos, que ganaron la guerra contra el Califato por nosotros, dado que Europa no tiene agallas para luchar contra los yihadistas que han matado ya a cientos de occidentales.

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En vez de a los kurdos, ¿por qué no abandona Occidente a ese sátrapa de Erdogan, enemigo de los armenios, los griegos, los judíos y los [propios] kurdos?

Erdogan, que llena Europa de mezquitas y minaretes.

Erdogan, que chantajea a los europeos en la cuestión de los refugiados.

Erdogan, que detiene a escritores y periodistas.

Si pienso en Europa, me viene a la mente una miríada de griegos –Homero, Tales, Pitágoras, Esquilo, Platón, Hipócrates, Aristóteles, Alejandro Magno, Euclides, Arquímedes, Galeno–, pero ningún turco. ¿Será posible que Occidente nunca tenga agallas para apoyar a un aliado que comparte nuestros valores?

El veterano analista irano-americano Amir Taheri considera que, en la situación actual, Irak se haría un flaco favor celebrando elecciones, pues no contribuirían a su proceso de consolidación institucional y nacional y alimentarían las tensiones sectarias, uno de los más graves problemas que tiene planteados y que amenaza incluso su supervivencia.

(…) incluso los más ardientes detractores de la guerra [que llevó al derrocamiento de Sadam Husein] admiten que el fin de la dictadura en Bagdad dio a Irak una oportunidad para buscar un futuro diferente y mejor que podría incluir la democratización.

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Ahora bien, la mera celebración de elecciones, aunque sean libres y justas, no equivale a la democratización.

El auténtico garante de un sistema democrático es la asunción, a menudo implícita, de una serie de normas sobre la adquisición y el ejercicio del poder político.

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Como la democracia iraquí aún es joven y frágil, cada elección (…) debe ser gestionada con sumo cuidado […] Contra lo que parece pensar la Administración Trump, los intereses de EEUU no se defienden mejor con unas elecciones precipitadas, cuyos resultados pueden ser rechazados por importantes sectores del público iraquí (…)

(…) Un Irak fuerte y unido podría ser un rival o incluso una amenaza para Irán. Un Irak democrático podría ser un modelo tentador para Irán, donde los chiíes también son mayoritarios. Un Irak débil podría ser un fértil vivero para grupos armados árabes suníes dedicados a la yihad sectaria.

Por eso lo que quieren los líderes iraníes es un Irak dividido que no sea demasiado fuerte ni demasiado débil obligado a depender de Irán. Unas elecciones que no hagan a Irak más unido y por lo tanto más fuerte convendrían a los intereses de Teherán. Lo que los iraquíes han de preguntarse es si convendrían a sus propios intereses nacionales.

El analista israelí Zalma Shoval considera que los líderes palestinos han cometido un colosal error de cálculo y que ahora están pagando las consecuencias en la arena internacional.

La estrategia palestina se basa en la asunción de que una disminución de la presencia de EEUU y el consecuente aumento de la presencia de Rusia en Oriente Medio, junto con las problemáticas relaciones entre Washington y Europa, se habían combinado para crear las condiciones óptimas para el desalojo de EEUU como único mediador en el conflicto israelo-palestino. Puede que también los problemas domésticos de Trump y la cuestionable estabilidad del Gobierno israelí desempeñaran un papel en la decisión palestina de redoblar sus esfuerzos por internacionalizar el conflicto.

(…)

[Pero] el mundo, que está ocupado con crisis como la norcoreana, apenas está interesado en la cuestión palestina. Sin ir más lejos, en la Conferencia de Seguridad celebrada a principios de este mes en Múnich fue completamente dejada de lado. Poner al Consejo de Seguridad [de la ONU] en el centro de sus empeños fue otro error palestino. Ninguna Administración norteamericana, para qué hablar de la actual, consentiría que ese organismo internacional comandara procesos diplomáticos que no estuvieran en línea con sus políticas.

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Fuente: El Medio

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