En The Weekly Standard, el prestigioso analista Lee Smith recomienda a Donald Trump que no rompa directamente el pacto con Teherán. A su juicio, la manera menos costosa de acabar con el acuerdo nuclear es dejarlo tal cual hasta que los ayatolás renuncien voluntariamente a él.
La Administración Obama dijo al Congreso que el acuerdo no eliminaba las sanciones no nucleares, como las relacionadas con el terrorismo, los misiles balísticos y los derechos humanos. Después de su firma, sin embargo, y con un Irán envalentonado en Oriente Medio, la Casa Blanca bloqueó los esfuerzos legislativos por aplicar las sanciones no nucleares existentes e imponer unas nuevas. Si la Administración Trump no bloquea al Congreso en la reinstauración e imposición de sanciones, como sus miembros han tratado de hacer a lo largo del año pasado, el régimen [iraní] romperá el acuerdo.
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En este punto, la nueva Administración tendrá que adoptar una importante decisión, que se ha hecho más urgente si cabe por las tácticas mendaces de su predecesor. ¿Qué ocurre si el maestro en el arte del acuerdo no puede hacer volver a Irán a la mesa de negociaciones para un trato que se adapte mejor a los intereses americanos? ¿Y si el régimen prosigue con su programa de armamento nuclear? Las estimaciones sugieren que los iraníes están a un año de conseguir tecnología nuclear. ¿Tomará medidas la próxima Administración para detenerlo o intentará también un falso acuerdo que ponga a los ciudadanos e intereses americanos, así como a sus aliados, en riesgo?
Eyal Zisser, vicerrector de la Universidad de Tel Aviv, arguye que el desplome de la influencia de EEUU en Oriente Medio durante los ocho años de la Administración Obama hace que la única posibilidad ahora sea mejorar. Sin embargo, Trump se ha de enfrentar a varios retos de importancia capital.
Obama deja a Trump un Oriente Medio caótico, en el que el papel de EEUU ha ido erosionándose continuamente y [ahora es] secundario respecto a Rusia.
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Trump ha recibido una región donde las crisis pueden parecer contenidas localmente y poco relacionadas con los intereses americanos, pero a largo plazo (…) podrían ser peligrosas y tener implicaciones de largo alcance.
Aunque Trump tiene la posibilidad de continuar con las políticas de Obama en Oriente Medio, el presidente electo tendrá que lidiar con varios dilemas. La primera cuestión tiene que ver con la extensión de la debilidad de EEUU (…), especialmente en relación a Rusia, (…) en otras áreas como el este de Europa o Asia Central y Suroriental. El segundo asunto es la cuestión de si [verdaderamente] la política de no interferencia a cualquier precio (…) ahorra vidas de soldados americanos y de la gente de la región, o si la política contraria, más agresiva, serviría [mejor] a los intereses de EEUU.
David Daud, de la Foundation for Defense of Democracies, cree que el régimen iraní está muy satisfecho con la elección de Michel Aún como nuevo presidente libanés. Para Daud, la resignación de los partidos moderados y la decisión estadounidense de contemporizar con Irán hacen que el grupo terrorista chií Hezbolá, peón libanés de Teherán, sea el verdadero ganador en este proceso.
(…) pocos fuera de Irán deberían celebrar el aparente éxito de la democracia libanesa. El nuevo ocupante del palacio presidencial del Líbano en Baabda es un defensor de la política exterior de la República Islámica y un sólido aliado de su representante chií libanés, Hezbolá.
(…) el apoyo a Aún de esos moderados [los líderes de las fuerzas moderadas prooccidentales Said Hariri y Samir Geagea] no debe disipar las preocupaciones acerca de su alianza con Hezbolá, ni harán que se sienta inclinado a revolverse contra el grupo chií. De hecho, al día siguiente de tomar posesión, su Movimiento Patriótico Libre (MPL) subrayó que el jefe de Hezbolá, Hasán Nasralá, es su “socio en la victoria”. El Partido de Dios virtualmente impuso a Aún como líder del país al boicotear las elecciones a menos que Aún tuviera la victoria garantizada. Durante dos años, Hezbolá mantuvo secuestrada la política libanesa hasta que Hariri, su principal oponente político, transigió y apoyó a Aún el 20 de octubre, llevándolo hasta la presidencia.
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Fuente: El Medio
