Bosmat Yefet, de la Universidad de Ariel (Israel), escribe sobre la situación de grave discriminación de la mujer en los países árabes.
La discriminación de las mujeres en los ámbitos de la legalidad, la representación política y el empleo no es algo exclusivo del mundo árabe. Sin embargo, está extendida ahí gracias a los vestigios patriarcales y los patrones culturales de un sistema político conservador en lo religioso y a unas élites políticas cerradas y autoritarias. (…)
Esas leyes, reflejo del sistema patriarcal que coloca a las mujeres bajo la autoridad y la custodia de los hombres, tienen un papel significativo en la legitimación de la violencia contra las mujeres en el ámbito privado. Los ‘crímenes de honor’ y la violencia doméstica disfrutan de la sanción del sistema judicial, que ni siquiera proporciona una mínima protección a las mujeres.
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Sin embargo, a pesar de su deprimente situación, las mujeres en el mundo árabes no son víctimas pasivas. Su participación en la Primavera Árabe reforzó su autopercepción como un poder político importante, sacando a la luz nuevas formas de resistencia femenina (…)
La analista y escritora Aza Raduan Sedky denuncia la polarización creciente de los egipcios y sostiene que buena parte de sus compatriotas son injustos con su presidente, Abdulfatah al Sisi.
La culminación de la división está en cómo perciben los egipcios al presidente Sisi. Desde el primer día, mientras la mayoría de egipcios estaban junto a Sisi, un grupo se mantuvo firme en su rechazo a la manera en que fue removido el expresidente Morsi, al regreso de un militar al poder y al método por el que fue asaltada Rabaa al Adawiya [plaza de El Cairo donde el Ejército perpetró una matanza al sofocar una manifestación islamista de protesta por el derrocamiento de Morsi]. Esto sentó las bases para las críticas permanentes contra todo lo que el presidente inicie o apoye.
Al presidente Sisi se le culpa de los profundos y permanentes problemas egipcios y del (…) terrorismo en el Sinaí. No importa lo determinado que esté en sacar a Egipto de la peor situación, este grupo siempre quiere destacar los males de fondo.
El presidente Sisi es, a sus ojos, responsable de todo lo que le ocurre a Egipto, incapaces de reconocer que, echando la vista atrás, Egipto ha estado enfermo durante décadas.
Obama puede que haya errado y metido la pata, especialmente en lo referido a Oriente Medio, pero sirvió bien a los americanos. Defectos y éxitos similares se atribuirán al presidente Trump porque nadie es infalible y nada es blanco o negro.
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En cuanto al presidente Sisi, los egipcios tienen que seguir esperando lo mejor de este hombre, pedirle que trabaje noche y día para Egipto y criticar sus deficiencias; todo ello siendo justo y objetivo. Aunque nunca deben pasar por alto sus fracasos, tienen también que citar y apreciar sus éxitos, reconociendo los obstáculos gigantescos que operan en su contra.
Tony Badran, de la Foundation for Defense of Democracies, revela los lazos existentes entre el general Josef Aún, flamante jefe de las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL), y el grupo terrorista chií controlado por Teherán.
Nacido en el sur del Líbano, el general Aún fue responsable de mantener la seguridad y el contacto con los supervisores de la ONU en el sector sur del río Litani –el área del Líbano donde es más fuerte la presencia de Hezbolá–. Dada la naturaleza y localización de su misión, Aún es inevitablemente una autoridad bien conocida por Hezbolá.
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Los escalones más altos del escalafón civil y militar del Líbano –del presidente y el ministro de Defensa al nuevo comandante de la FAL y el jefe de la inteligencia militar– están alineados con Hezbolá y albergan oficiales con una historia de estrecha coordinación con el grupo. Sin la aprobación de éste ninguno estaría en el cargo. Esa es hoy la desgraciada realidad del Líbano. Hezbolá, el largo brazo de la República Islámica de Irán, lleva las riendas (…)
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Fuente: El Medio
