EEUU debe repudiar la última resolución antiisraelí del Consejo de Seguridad

Abraham Sofaer, de la Hoover Institution, traza aquí una estrategia para que la próxima Administración estadounidense minimice los daños que podría ocasionar la 2334 al Estado judío.

La embajadora Samantha Power afirmó que todos los presidentes estadounidenses (incluido Ronald Reagan) han estado en contra de la expansión de los asentamientos. Pero ninguna Administración ha apoyado jamás considerar todos los asentamientos israelíes “flagrantes violaciones de las normas internacionales”; ni siquiera la Administración Obama, que vetó una resolución similar en 2011.

(…)

[Donald Trump] puede, como presidente, repudiar cualquier acuerdo internacional. […] El presidente Trump podría informar al secretario general de la ONU, antes de su primer informe, el 23 de marzo de 2017, de que EEUU repudia la resolución y vetará cualquier esfuerzo para aplicar sus conclusiones. También debería dotarse de legislación que imponga sanciones comerciales a los Estados que hagan uso de la resolución para discriminar a Israel, como exitosamente hizo EEUU con el boicot árabe [contra el Estado judío].

Frente a los negros augurios de políticos y medios de comunicación sobre las consecuencias de una decisión de estas características, la profesora Miriam Elmann sostiene que puede ser tremendamente beneficiosa.

Los críticos tienen razón en que el traslado de la embajada podría generar manifestaciones y quizás incluso otras formas de desquite, socavando la frágil Autoridad Palestina. Pero Jerusalén ya se ha enfrentado a oleadas de violencia en los meses pasados y la perspectiva de choques futuros no es suficiente motivo para retrasarlo. (…) es probable que Mahmud Abás fuera capaz de controlar los efectos colaterales, tras verse considerablemente reforzado después de la votación de la semana pasada en el Consejo de Seguridad [contra los asentamientos israelíes] y las elecciones internas de Al Fatah (…).

La revocación del prolongado boicot diplomático estadounidense contra Jerusalén podría ser un buen augurio para las perspectivas de paz entre palestinos e israelíes. El envío de un potente mensaje de que la nueva Administración está con el Gobierno de Israel en una importante cuestión simbólica, con un alto coste potencial, empujaría a los dirigentes palestinos a un mayor sentido de la urgencia de las negociaciones.

Nimrod Goren, presidente del Israeli Institute for Regional Foreign Policies, reflexiona sobre la oleada terrorista que está padeciendo Turquía e incide en la importancia de la cooperación en materia de seguridad entre Ankara y Jerusalén.

Los responsables turcos de defensa están teniendo dificultades para responder a este fenómeno. Las consecuencias del intento de golpe contra el presidente Recep Tayyip Erdogan el pasado mes de julio, con el arresto de oficiales del Ejército y la Policía, no están facilitando la gestión del problema. (…)

Turquía se enfrenta a estos desafíos en unos momentos de creciente tensión con sus aliados occidentales tradicionales. Aunque disfruta de cooperación en seguridad con estos países en virtud de su pertenencia a la OTAN, parece que no va a ser suficiente.

Dada la realidad de Turquía, algunos esperan que la reconciliación con Israel ayude en la guerra contra el terrorismo. Aunque el Gobierno israelí está destacando el gas natural como el factor principal en su decisión de normalizar las relaciones con Turquía, los intereses turcos [para la reconciliación] estaban centrados en renovar la cooperación con Israel en materia de seguridad.

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Fuente: El Medio

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