Teresa Aeschliman es testigo vivo del milagro que Dios obró en la vida de su hermana, Pauline Holsopple, una mujer que fue víctima de un grave accidente automovilístico junto con sus dos hijos en los años 1970.
Después de la ayuda y los cuidados necesarios, Conrad y Tonya fueron dados de alta médicamente, pero la situación de Pauline se había complicado. Según Teresa, su hermana necesitó una cirugía de emergencia y ella “reveló la magnitud del daño. Por dentro, el cuerpo de Pauline era un desastre, dijeron los médicos”.
El estado de Pauline era tan grave que los médicos consideraron segura su muerte e incluso prepararon un certificado de defunción. Pensaron que su muerte era sólo cuestión de tiempo, por lo que dejaron listo el papeleo.
poder de la oración
Sin embargo, lo que los médicos no sabían era que la familia de Pauline, la menonita de Asheville, y toda la iglesia estaban orando por su vida. Todos se movilizaron en un clamor para que Dios la librara de una muerte prematura, algo que marcó la memoria de Teresa, que en ese momento tenía siete años.
“Oraciones por teléfono, en círculos, de la mano, de rodillas, en la iglesia, en el coche, en el vestíbulo del hospital y en la capilla, con todos los miembros de la familia”, recuerda. “Se hicieron anuncios de oración en todas las iglesias menonitas de la zona. Las clases de escuela dominical y los grupos de estudio bíblico estaban orando”.
La acción de Dios en la vida de Pauline fue tan notable que Teresa escribió un libro para dar testimonio de su historia, llamado “Qué hacer cuando Dios aparece”.
Sin embargo, justo cuando todos se consolaban con su inminente partida, ella comenzó a mostrar signos de recuperación, moviendo pequeñas partes de su cuerpo. A partir de entonces, la milagrosa recuperación se produjo rápidamente.
“A la mañana siguiente, Pauline ya no estaba en coma. La semana siguiente, le quitaron el soporte vital y la regresaron a casa. Los médicos, perplejos, dijeron que se recuperaría por completo”, dijo la hermana.
Según Mundo Anabautista, Teresa concluyó que la acción milagrosa de Dios en la vida de su hermana fue una forma de demostrar su presencia de múltiples maneras, enseñando a todos que la curación es posible, pero que la confianza en su soberanía debe ser el objetivo más grande.
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