Arabia Saudí y la modernización de Oriente Medio

Arabia Saudí está en trance de convertirse en un Estado menos talibanesco. Los suníes wahabíes de línea dura han impuesto durante mucho tiempo una estricta segregación sexual y el uso del velo por parte de las mujeres, pero las cosas están cambiando, un poco al menos. El Gobierno ha anunciado que a partir del próximo día 24 las mujeres por fin podrán conducir, y, como adelanto de lo que está por llegar, esta semana se ha permitido a diez mujeres convertir sus permisos extranjeros de circulación en licencias saudíes.

Las normas draconianas –que comprenden la referida prohibición de que las mujeres conduzcan, la prohibición de beber alcohol, un severo código de vestimenta que exige a las mujeres que se cubran antes de salir de casa y una estricta segregación sexual en casi todos los lugares públicos, Starbucks incluidos– se han publicitado tanto en todo el mundo que numerosos observadores ocasionales de Oriente Medio piensan que allí estas cosas son lo normal.

Pues no.

Las mujeres pueden conducir en cualquier lugar del mundo. Arabia Saudí es uno de los únicos dos países (Irán es el otro) que requiere a las mujeres que se cubra la cabeza en público. El alcohol es legal en la mayoría de los países musulmanes.

Arabia Saudí es un caso fanáticamente excepcional de conservadurismo incluso bajo parámetros islámicos. Allí, las mujeres aún no pueden denunciar a sus maltratadores domésticos, llevar pantalones que muestren su belleza, estar en un mismo lugar público que un varón desconocido o probarse unos pantalones en el cambiador de una tienda de ropa, no sea que los hombres las imaginen desnudas.

El príncipe heredero Mohamed ben Salman (MbS), joven reformista, ha tomado cartas en algunos de estos asuntos. Los cines han vuelto a abrir sus puertas, que llevaban cerradas desde los años 80; los conciertos de música han vuelto a ser tolerados y las mujeres van a poder asistir a espectáculos deportivos.

Esperen más de lo mismo en el futuro, y no sólo en Arabia Saudí. Oriente Medio es, de lejos, la región del planeta más culturalmente conservadora, pero todos los rincones del planeta se han ido haciendo más liberales desde hace por lo menos medio siglo.

¿Las pruebas? Eche un vistazo a este cuadro, de la Encuesta Mundial de Valores, que muestra un auge de los valores progresistas en todo el mundo desde 1960. Está tomado del libro En defensa de la Ilustración, del profesor de Harvard Steven Pinker.

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Consideremos los valores emancipatorios como valores liberales. Para ser más precisos, los encuestadores definen los valores emancipatorios como aquellos que ponderan la libertad de elección y la igualdad de oportunidades. “Los valores emancipatorios (…) implican el dar prioridad a la libertad en el estilo de vida, la igualdad sexual, la autonomía individual y [atender a la] voz de la gente”.

“Los jóvenes musulmanes del Medio Oriente, la cultura más conservadora del mundo, tienen hoy valores comparables a los de la gente joven de Europa Occidental, la cultura más progresista del mundo, a principios de los 60”, anota Pinker. Y añade que la liberación de Oriente Medio tiene un gran componente generacional; es una historia habitual, especialmente en Occidente, desde que los filósofos de la Ilustración empezaron a remodelar nuestro mundo en el s. XVIII.

Mi propia experiencia en Oriente Medio y el norte de África abunda en lo mismo. La brecha cultural entre los jóvenes y los viejos es más ancha allí que aquí. El periodista marroquí Abderrahmán Adaui me lo explicó así hace un par de años:

Somos modernos en la calle pero conservadores en casa. Tenemos dos caras. Un hombre puede ver una película porno fuera de casa, pero dentro, si está con su mujer y sale un beso en la tele, puede que cambie de canal. Eso es Marruecos.

La modernidad, aquí, es una novedad. Recibimos una parte de ella de manos del colonialismo español y francés, y de América. Y cuando Francia y España se fueron, la modernidad se quedó. Siempre habrá un debate entre modernidad y conservadurismo, pero la nueva generación puede ser tan moderna como quiera. Están en Facebook y Twitter. Sólo saben una cosa. Se están separando del pasado. En veinte o treinta años no habrá ya esa doble personalidad, creo. Esa dualidad se esfumará. Pero la gente de mi edad vive en dos mundos al mismo tiempo.

Merece la pena resaltar que, frente a la creencia popular, la gente no tiende a ser menos liberal –en el sentido general, emancipatorio, de la palabra– a medida que se hace mayor. En EEUU, los jóvenes activistas por los derechos civiles no se hicieron segregacionistas a medida que fueron cumpliendo años. Los segregacionistas se llevaron su ideario a la tumba. Los millennials no rechazarán el matrimonio gay cuando sean unos viejales. Por lo mismo, los jóvenes saudíes no van a llegar a los 60 años y súbitamente pensar que las mujeres deberían ver revocados sus permisos de conducir después de 40 años de fatigar las carreteras. No es así como funcionan las cosas. El progreso liberal emancipatorio es normalmente tan permanente como puede ser un cambio en este mundo.

En el Medio Oriente del futuro, en el que los jóvenes de hoy sean pensionistas, las generaciones aún no nacidas puede que tengan unos valores que se parezcan a los míos en los años 80. Con un poco más de tiempo, los jóvenes mesorientales quizá sean tan liberales como lo son hoy los millennials. Es tentador pensar que el conservadurismo islámico será siempre tan formidable como ahora, pero vuelva atrás y eche de nuevo un vistazo al recuadro. Oriente Medio sigue rezagado en cuanto a liberalización cultural, pero ha progresado casi al mismo ritmo que el resto del mundo desde al menos 1960.

Hace diez años, los activistas saudíes trataban de convencer al entonces rey Abdulá de que permitiera conducir a las mujeres. No lo consintió. En principio, la idea le gustaba, pero pensaba que la sociedad no lo vería con buenos ojos. “Creo firmemente en los derechos de la mujer”, le dijo a Barbara Walters en una entrevista para ABC News. “Mi madre es una mujer. Y mi hermana. Y mi hija. Y mi esposa. Creo que llegará el día en que las mujeres podrán conducir. De hecho, en ciertas zonas de Arabia Saudí, en el desierto y las áreas rurales, hay mujeres que conducen. La cuestión requiere paciencia. Creo que será posible”.

Poco más de una década después, aquí estamos, con una generación de reformistas más joven tomando decisiones.

Si este tipo de progreso no puede ser contenido para siempre ni siquiera en una sociedad tan cerrada como la saudí, también el extremismo radical islámico puede acabar muerto a largo plazo. Y esa sería a la vez una fecha de nacimiento y defunción.

© Versión original (en inglés): World Affairs
© Versión en español: Revista El Medio

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Fuente: El Medio

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