Otra iglesia fue cerrada recientemente en Argelia, en el área de Kabyle, después de una redada policial, según International Christian Concern (ICC), una organización cristiana que lucha por los derechos humanos de los cristianos y las minorías religiosas.
Se sabe que durante el comienzo de la pandemia, el gobierno argelino cerró todas las instituciones religiosas y, después de eso, no permitió la reapertura de las iglesias.
“Ahora están cerrando las iglesias definitivamente y sellando las puertas para que no se usen los templos. Por el momento, solo quedan 11 iglesias que no han sido cerradas por la fuerza”, dijo la CPI.
‘Cuanta más persecución, más cristianos’
Con las iglesias cerradas, los líderes cristianos argelinos ven cómo la persecución religiosa se afianza en el país.
Explican que cuando las iglesias cierran, se ven obligadas a pasar a la clandestinidad, lejos del control del gobierno: “Ahí es donde vemos que más personas se convierten al cristianismo”.
Puede parecer extraño, pero los cristianos que viven en Argelia dicen estar felices con la llegada de la persecución: “La gente tiene sed de saber más sobre la fe cuando no ven esperanza”, explicó el pastor Riadh según Mission Network News (MNN).
‘No hay lugar para la libertad religiosa’
El gobierno argelino no está abierto a discusiones sobre la libertad religiosa y, desde que el nuevo gobierno llegó al poder en 2017, las iglesias continúan cerradas en todo el país.
Un informe de ICC explica que después de la guerra civil de Argelia, muchas iglesias se estaban formando a partir de la “civilización devastada por la guerra” como resultado de las actividades misioneras occidentales y los programas de extensión cristianos indígenas.
Pero el gobierno del país ha decidido cerrar sistemáticamente las iglesias para frenar el reciente aumento de la población cristiana.
A pesar de todo, la iglesia crece…
También según la CPI, incluso en medio de la persecución sistemática por parte del gobierno argelino, el cristianismo no ha desaparecido y persiste a pesar de la represión.
Según Puertas Abiertas, los argelinos se enfrentan a palizas, amenazas y encarcelamiento, así como a presiones para volver a las costumbres islámicas.
Las leyes que regulan el culto no musulmán prohíben cualquier cosa que “sacuda la fe de un musulmán”, es decir, que se utilice como “medio de seducción con la intención de convertir a un musulmán a otra religión”. En definitiva, está prohibido evangelizar, hablar de Jesús o leer la Biblia en público.
Y aun con esta persecución, la iglesia de Cristo sigue creciendo. “Vemos signos de un nuevo renacimiento. Los musulmanes vienen a nosotros; están cansados y algunos dicen clara y abiertamente: ‘Queremos conocer a Cristo’”, dijo Muslih, un cristiano perseguido.
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