Reparten Biblias En Las Puertas De Hogares Musulmanes

 

La noche ha caído después de un día especialmente caluroso. Finalmente, la temperatura comienza a caer. Intentando no hacer mucho más ruido que el necesario, Oliver lleva una caja de cartón a su coche. Se limpia el sudor de la frente y ora (de nuevo) por la protección de Dios durante las próximas horas. La caja está llena de biblias en árabe. Cuidadosamente, las esconde debajo de los asientos, esperando que nadie lo note en caso de que se cruce con un control policial.

 

Se trata de una misión peligrosa. Oliver vive en uno de los países de la Península Arábiga donde está estrictamente prohibido intentar convertir a los musulmanes al cristianismo. La distribución de biblias es ilegal y Oliver podría acabar deportado o incluso encarcelado.

 

El peligro no impide que Oliver extienda la Palabra. De ninguna manera. Sólo piensa en compartirla, aunque le pueda costar la vida. Es el amor por la Palabra de Dios lo que lo impulsa. En los años que ha estado sirviendo al Señor en este país, ha visto su tremendo poder de transformación. Ha visto ocurrir muchísimos milagros cuando los musulmanes empiezan a leer la Biblia.

 

Cuatro meses después…

 

Han pasado cuatro meses. Esta vez es a plena luz del día. Es la primera vez que Oliver regresa al mismo pueblo después de su expedición nocturna en aquel día caluroso. Ha estado orando por la gente de ese pueblo todos los días. Hoy no traerá ninguna Biblia. No. Hoy le toca a Dios trabajar y mostrarle a Oliver cómo ha usado las Biblias que él trajo.

 

Al llegar a la plaza, oliver pide una taza de té entre un grupo de hombres locales que se está tomando el descanso de la tarde. “No eres de aquí, ¿verdad?”, dice el camarero en árabe. Oliver se apresura a admitir que en realidad es extranjero.

 

La siguiente pregunta es siempre la misma, en esta cultura dominada por el islam. “Entonces, ¿eres musulmán?”. La mayoría de la gente aquí sólo conoce a musulmanes, muchos nunca han conocido a nadie que crea en otra cosa. “No, no lo soy. Soy cristiano”, responde Oliver.

 

Uno de los hombres en la tetería responde: “¿cristiano dices? ¿Puedes explicar algo sobre la Biblia?”. El mismo hombre comparte que hace unos meses encontró una Biblia en su puerta y que ha estado leyéndola desde entonces. Pero no lo entiende todo. Oliver: “No tengo una Biblia conmigo”, responde. “Pero si quisiera traer la suya, estaré encantado de estudiarla con usted”.

 

Este es el momento donde Dios le muestra que su palabra no vuelve vacía. Cuando Oliver sale del pueblo al final del día, ya ha hecho un buen montón de nuevos amigos. Dentro de unas pocas semanas, regresará al pueblo y visitará a estos hombres musulmanes, esperando que Dios abra nuevas puertas para compartir el Evangelio con ellos.

 

En otras ocasiones, Oliver ha sido clave para llevar a Dios a personas de este país, y mientras ve que el pueblo desaparece por el espejo retrovisor, ora para que Dios junte a sus hijos también en este lugar.

 

Oliver* : El nombre verdadero se oculto por motivos de seguridad

 

Fuente: Ante el Peligro de Apartarse de Dios

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