El movimiento creado en las redes como #MeToo para denunciar agresiones y acoso sexual contra la mujer, ha desatado muchos comentarios, ya sea por estar a favor o por estar en contra. Pero lo que está llamando la atención es la gran cantidad de mujeres que se han estado uniendo a este movimiento, y las árabes entran es ese grupo, quienes sin ningún tipo de temor han estado denunciando públicamente tales casos; lo que podría costarle años en prisión o incluso la muerte.
Una activista egipcia, Amal Fathy, fue condenada a dos años de cárcel y además debe cancelar 500 euros de multa, por la teoría de que sus acusaciones son “falsas”. Sus denuncias fueron difundidas a través de Facebook en un vídeo, añadiendo que el gobierno es culpable de no atacar la problemática.
“Hay un creciente malestar en países como Irak, Yemen, Jordania, Arabia Saudí, por supuesto, Egipto, debido a una mezcla de discurso religioso reaccionario, normas y mentalidad misóginas. Las mujeres jóvenes se dan cuenta de que falta respeto: una sociedad que les respete como individuos independientes y libres en las decisiones que tomen”, añade Elham Manea profesora de la Universidad de Zurich que estudias estos casos.
Estos actos de acoso trascienden incluso en lugares sagrados. Mujeres de otras religiones también usan la etiqueta para comentar ese tipo de acciones, muchas son amenazadas a muerte por hacer estas denuncias.
Una activista feminista de Egipto, Mona Eltahawy, logró que estos casos se participaran en las redes sociales, en rechazo al acoso sexual mundial, pues ella misma fue víctima de abusos en La Meca cuando tenía apenas 15 años, donde los devotos a la religión islámica se dirigen a presentar sus plegarias.
Fuente: Biblia Todo
