Dos misioneros hablaron por primera vez sobre su experiencia al pasar miles de Biblias de contrabando a países donde los controlan gobiernos comunistas.
Los hermanos Antti y Esko, pasaron biblias de contrabando a países de la Unión Soviética y al Bloque del Este, desde una finca secreta en Finlandia, la misión «Detrás del telón de acero» operó por muchos años de manera voluntaria y secreta; lo que se mantuvo así por años.
«Nunca hablamos con nadie al respecto», dice Antti en un vídeo de 2018.
Para ellos, el hablar de esta misión secreta les iba a costar su seguridad y también el suministro de biblias a personas que están reprimidas en países que han prohibido el cristianismo y que también castigan a cualquiera que tenga alguna relación con la palabra de Dios.
«Las personas en el país que trabajaban con nosotros, cuando fueron capturadas, algunas recibieron tres años, otras cinco años en prisión. El Sr. Horev, quien fue uno de los líderes de esta operación, fue sentenciado a cinco años de prisión y, después de cumplir, agregó dos años más a su sentencia», dijo Esko.
Debido a este juego que ellos mismos nombran como «El gato y el ratón», Antti y Esko jamás fueron hallados; esto se le conoce como guerra de espionaje en países islámicos muy restrictivos.
Sus tácticas para llevar la palabra de Dios comprendían desde llevar Nuevos Testamentos en la ropa y hasta en bidones de gasolina en los que cabían mínimo 40 biblias; al tiempo consiguió una minivan en la que escondió 250 ejemplares para ser llevados a través de un bosque hacia la frontera de la Unión Soviética.
«Cuando nos dimos cuenta de que la necesidad era tan grande, tuvimos que crear constantemente noticias al respecto», expresó Esko.
Luego de eso, empezaron a construir con ayuda de la Unión Soviética de Grecia y Chipre, distintos materiales de componentes para la construcción de viviendas en las que escondían al menos 40.000 biblias que descargaban colaboradores locales de Rumania y Checoslovaquia; allí también incluían Biblias y folletos infantiles.
Su ruta comprendía un inicio y travesía desde Leningrado, Moscú, Tula, Oriol, Kiev, Kishinev, Rumania, Bulgaria y hasta llegar a Grecia.
«Hubo una sensación por la noche en Rumania cuando se descargaron las Biblias, un momento muy especial que nunca olvidaré. Hubo muchas respuestas a las oraciones durante esos años y a la protección de Dios», dijo Esko.
Y confiando en la promesa del Salmos 121:8, se embarcó en los viajes más satisfactorios que ha tenido.
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Tras la caída del Muro de Berlín y las puertas abiertas a los misioneros y cristianos, Antti sintió que su labor había acabado pero fue Dios haciéndole saber que todo su esfuerzo de años en secreto valió la pena para millones de personas que conocieron al Señor.
«Ahora, mirando hacia atrás, estaba en manos de Dios y era su tiempo, y después de eso millones escucharon el Evangelio», finalizó.
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Fuente: Biblia Todo
