Las relaciones turco-alemanas, de mal en peor

La deteriorada relación entre Berlín y Ankara ha sufrido lo que tal vez sea su mayor crisis diplomática, que se ha saldado con la decisión de Berlín de retirar las fuerzas alemanas acantonadas en la base aérea turca de Incirlik, cerca de la frontera siria, y reubicarlas en Jordania.

La controversia, que data de principios de junio, enfrenta a dos países miembros de la OTAN y podría obstaculizar la campaña para destruir al Estado Islámico en Siria e Irak. En Incirlik hay 280 militares alemanes, así como aviones germanos de vigilancia.

El enfrentamiento tiene su origen en la negativa del Gobierno islamista de Turquía a permitir que diputados alemanes accedan a Incirlik, negativa que no ha justificado. Tras un fallido intento del ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, de negociar el acceso, el Gobierno de Merkel decidió el referido traslado.

Aunque la de Incirlik es la disputa turco-alemana más importante de las últimas décadas, los líderes turcos han manifestado escasa preocupación. Antes del anuncio alemán, el presidente Recep Tayyip Erdogan dijo: “Si Alemania decide retirarse de Incirlik, pues muy bien, le diremos adiós”. Los comentarios de Mevlut Cavusoglu, ministro turco de Exteriores, fueron como los de Erdogan: “Si quieren marcharse, es decisión suya. No vamos a suplicar. Ellos fueron los que quisieron venir y nosotros les ayudamos”, declaró.

La tensión entre Berlín y Ankara ha ido agudizándose en el último año. Erdogan despotricó contra el Gobierno de Merkel en marzo por no permitir que políticos turcos celebraran mítines en Alemania, donde 1,4 millones de alemanes turcos pueden votar en las elecciones turcas. Erdogan respondió afirmando que Alemania empleaba “prácticas nazis” y un periódico afín al Gobierno retrató a Merkel como si fuera Hitler.

Ankara, por su parte, ha afrentado a Berlín arrestando a dos periodistas alemanes, Deniz Yucel y Mesale Tolu. La creencia general es que los cargos presentados contra ellos –incluido el de ayudar a terroristas kurdos– han sido fabricados. Además, recientemente Alemania procedió judicialmente contra un turco por espiar para el MIT, los servicios de inteligencia turcos. El presunto espionaje consistió en vigilar la actividad prokurda en Alemania desde 2015.

Según datos de la inteligencia alemana hechos públicos en abril, Turquía figuraba en tercer lugar en la lista de países investigados por espionaje ilícito (15 casos) en la República Federal desde 2007 a 2017, detrás de Rusia (27) e Irán (22).

El activismo anti Erdogan de la numerosa población turco-kurda de Alemania también contribuye a las tensiones con Ankara. En marzo, aproximadamente 30.000 kurdos se manifestaron en Frankfurt contra el referéndum de Erdogan sobre la extensión de los poderes presidenciales, que se aprobó por un estrecho margen en abril. La multitudinaria manifestación desató una oleada de críticas en Turquía sobre la supuesta hipocresía alemana. Ibrahim Kalin, portavoz de Erdogan, declaró:

Es inaceptable ver símbolos y eslóganes del PKK (…) cuando se impide a los ministros y diputados turcos celebrar mítines para sus propios ciudadanos.

El tira y afloja entre Turquía y Alemania no cesa. Hace unos días, el Gobierno alemán tomó la inusual medida de reprochar a Ankara sus críticas por la nueva mezquita liberal de Berlín. La mezquita, financiada por Seyran Ates, abogado de origen turco y destacado activista en defensa de los derechos de las mujeres en Alemania, es objeto de la incendiaria retórica de los medios turcos y de Diyanet, la oficina estatal turca de asuntos religiosos.

Mientras, los atentados del Estado Islámico en Turquía han hecho que directivos de empresas alemanas rehúyan instalarse en el país.

Por otro lado, la semana pasada el Gobierno de Merkel advirtió a Erdogan de que no llevara a Alemania a los guardaespaldas que agredieron a manifestantes estadounidenses en Washington en fechas recientes.

Todo esto evidencia que las relaciones turco-alemanas siguen en rumbo de colisión. La brecha entre el Gobierno de Merkel y un Erdogan dado al estallido antialemán es demasiado grande para que se produzca una reconciliación plena.

© Versión original (en inglés): Foundation for Defense of Democracies (FDD)
© Versión en español: Revista El Medio

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Fuente: El Medio

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