Las ‘operaciones de paz’ de Turquía

El pasado 20 de enero Turquía lanzó una ofensiva militar contra las fuerzas kurdas respaldadas por EEUU en el distrito de Afrín, en el norte de Siria. La ofensiva, cuyo irónico nombre en clave era operación Rama de Olivo, fue orgullosamente descrita por el presidente del Parlamento turco, Ismaíl Kahraman, como “yihad”, una guerra santa sin la que “no puede haber progreso”.

Haciéndose eco de ese sentimiento, los grandes medios turcos, tanto partidarios como detractores del Gobierno, apoyaron la invasión de Afrín utilizando similares eslóganes yihadistas. Uno que no lo hizo fue el diario turco-chipriota Afrika, que la comparó con la invasión turca de Chipre, en 1974, en lo que los turcos denominaron una “operación de paz”.

En una columna en la que criticaba las invasiones turcas en la región, el propietario y director de Afrika, Şener Levent, escribió:

A Turquía se le ocurren unos nombres atroces para sus operaciones bélicas. Lo de Chipre fue una “operación de paz”. Lo que estamos viendo en Siria es la “operación rama de olivo”. Nosotros fuimos testigos de la operación de paz. Eran bombas y no flores de la paz lo que nos llovía desde los aviones. Vuestros heroicos pilotos bombardearon incluso un hospital psiquiátrico en Nicosia. En Maraş [la localidad chipriota de Varosha] vi un cadáver atrapado entre dos plantas de un hotel bombardeado. ¿Fue el símbolo de la operación de paz? Los prisioneros eran ejecutados por pelotones de fusilamiento… Violaban a las mujeres… Y un soldado cortaba las orejas a sus víctimas…. Todo eso eran símbolos de paz, ¿no?

Ahora viene la ‘operación Rama de Olivo’. Pero son semillas de muerte, y no olivas, lo que está lloviendo sobre Afrín.

Indignado por estas palabras, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, atacó a Afrika tachándolo de “periódico miserable del norte de Chipre” y llamó a sus “hermanos del norte de Chipre (…) a responder como es debido”.

Al día siguiente, 22 de enero, Afrika informó de que se había lanzado una campaña en las redes sociales en la que se llamaba a protestar ante la sede del periódico.

El alcalde de Büyükkonuk [la localidad chipriota de Komi Kebir] fue con todo el equipo municipal. La Asociación Cultural Mar Negro emitió un comunicado en el que se decía: “El caudillo [Erdogan] ha respondido (…) nuestros hermanos (…) deberían responderle como es debido”.

Pero los periodistas de Afrika se mantuvieron firmes y escribieron:

Podéis llamarla [a la ofensiva en Afrín] conquista; nosotros lo llamaremos invasión. Vosotros queréis la guerra y nosotros queremos la paz. ¿Acaso esperáis que aplaudamos vuestro baño de sangre? Podéis esperar sentados. Vuestra cultura matonesca no puede vencer a nuestra cultura chipriota.

Sin embargo, las protestas se tornaron rápidamente en violentas. Unos atacaron la sede del periódico y otros los vitorearon; arrancaron y destruyeron el rótulo del periódico y pusieron una bandera turca en su lugar. Después, allanaron y saquearon la redacción. En un vídeo del incidente se oye decir a un trabajador:

Estamos intentando protegernos, ya que la Policía no interviene. Están rompiendo todas las ventanas y la Policía se limita a esperar y mirar como si nada. Nuestro edificio está rodeado por un grupo de fascistas.

Con un titular que decía “Vinieron a matar: la orden vino de arriba [Erdogan]”, el periódico relató así el incidente:

Ante la mirada de la Policía, nos atacaron con piedras (…) No dejaron una puerta ni una ventana sin romper. Se encaramaron a un mástil que hay ante el edificio y saltaron a un balcón. Gracias a la intervención de unos pocos policías abnegados se evitó una matanza en el último momento.

No es la primera vez que Afrika o su propietario, Levent, sufren la presión y el acoso del régimen turco. Según un reportaje del New York Times de 2003,

Levent ha perdido la cuenta de la catarata de demandas que pesan sobre él. “Creo que hay más de cien causas en tribunales civiles y militares”, dijo.

Ha estado en la cárcel dos veces y recibido amenazas de muerte. Le han confiscado su equipo y atentado contra su imprenta. Nada de esto ha logrado silenciar a Afrika. En todo caso, ha armado de valor a Levent y a sus dos hermanos, que le ayudan a dirigir el periódico independiente, que cuenta con veinte empleados.

Levent declaró al NYT:

Aquí puedes llevar una vida normal si te quedas callado, si no dices la verdad: que vivimos bajo la ocupación turca, y que gran parte de nuestro territorio es una zona militar a la que no podemos acceder.

Turquía pasó a formar parte de la OTAN en 1952. Veintidós años después, en 1974, el Ejército turco invadió brutalmente Chipre, un país prácticamente indefenso que no tiene fuerza aérea, marina ni ejército, sólo una pequeña guardia nacional.

Haciendo caso omiso de todos los llamamientos de Naciones Unidas, el Ejército turco procedió a matar a al menos 5.000 grecochipriotas, encerró a otros muchos miles en campos de concentración y violó a grecochipriotas de todas las edades desde los 12 a los 71 años, según el Comité Europeo de Derechos Humanos. Destruyeron numerosas iglesias y convirtieron otras en mezquitas, establos o depósitos militares con el propósito, entre otros, de borrar todo rastro histórico helénico y cristiano de la isla mediante la destrucción de su patrimonio cultural.

El Ejército turco maltrató y aterrorizó a al menos 170.000 grecochipriotas y los obligó a huir a la zona sur de la isla, la no ocupada; les quitó sus propiedades y se las dio a colonos ilegales procedentes de Turquía. Así es como Ankara creó por la fuerza una mayoría turca en la parte norte de la isla, protegida por los soldados que siguen desplegados allí.

Tras su limpieza étnica contra los grecochipriotas, Turquía ocupa aún el 38% del territorio de la República de Chipre. El territorio ocupado se ha transformado en una provincia turca en todo salvo en el nombre.

En un artículo de 2009 titulado “Gender and Genocide: Armenian and Greek Women Finding Positive Meaning in the Horror” (“Género y genocidio: las mujeres armenias y griegas y su búsqueda de un significado positivo en el horror”), las investigadoras Artemis Pippinelli y Ani Kalayjian escribieron:

En Chipre sigue habiendo 40.000 soldados turcos, cuya presencia impide que se protejan los derechos humanos de los grecochipriotas. La Comisión Europea y el Tribunal de Derechos Humanos han declarado a Turquía culpable de vulnerar sistemáticamente los derechos humanos, incluidos el derecho a la vida, a la propiedad, a la libertad y a la seguridad de las personas, a la libertad de opinión, conciencia y religión [y a no ser discriminado].

Sin embargo, Turquía se sigue refiriendo a los acontecimientos de 1974 –que comprenden asesinatos múltiples, torturas, secuestros y violaciones y que convirtieron a miles de chipriotas en refugiados en su propio país– como una “operación de paz”. También sigue tratando de silenciar a cualquiera que se atreva a criticar la invasión y sus crímenes.

Incluso a George Orwell le impresionaría el doblepensamiento y la neolengua turcos.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

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Fuente: El Medio

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