El mito del Líbano independiente

En Tablet, el analista Tony Badran, de la Foundation for Defense of Democracies (FDD), critica duramente la política libanesa de EEUU por entender que parte de una premisa completamente falsa: la de que el Estado libanés no tiene nada que ver con Hezbolá, cuando lo cierto es que la organización terrorista chií de obediencia iraní es el auténtico hegemón en el País del Cedro.

Fuentes de inteligencia occidentales han revelado que en julio y agosto Irán utilizó aviones comerciales para enviar armas a Hezbolá directamente a través del Aeropuerto Internacional de Beirut. Irán hizo eso poco después de que, en junio, EEUU completara una entrega de aeronaves de ataque a las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) y de que, a mediados de agosto, una delegación de alto nivel del Centcom [Mando Central de EEUU] visitara el Líbano. En ambas ocasiones, los funcionarios norteamericanos elogiaron a las FAL como “defensoras de las fronteras del Líbano”, vergonzosas palabras que resumen la penosa estupidez de la política norteamericana. Las LAF no se enfrentarán a un grupo con el que están estrechamente relacionadas y que controla ‘de facto’ el Gobierno libanés, del que reciben las órdenes.

(…)

La razón por la que Hezbolá continúa sirviéndose de aviones iraníes cargados de armas que van directamente al aeropuerto de Beirut no tiene nada que ver con [una supuesta] ausencia de autoridad estatal [en el Líbano] ni con [una supuesta] falta de capacidad de las FAL. (…) la idea que subyace a la política norteamericana [para el Líbano], que establece una dicotomía entre el Gobierno libanés y Hezbolá, simplemente no guarda relación con la realidad (…) Las FAL nunca van a emprender acciones para impedir el contrabando de armas de Hezbolá, porque nunca se lo va a pedir el Gobierno libanés (…)

Esto (…) significa que el Líbano no es un “refugio terrorista”. De hecho, es algo peor.

Ariel Bolstein, de la ONG Faces of Israel, denuncia en Israel Hayom la deslealtad de los diputados árabe-israelíes que hacen campaña constantemente contra el Estado judío, dentro y fuera de sus fronteras nacionales.

Una delegación de diputados de la Lista Unida Árabe está aprovechando el receso estival de la ‘Knéset’ [Parlamento israelí] para vituperar a Israel en el extranjero. Esta vez (…) han tenido como objetivo la Ley Básica [que define a] Israel como el Estado-nación del Pueblo Judío, y su arsenal incluye un montón de mentiras y libelos.

(…)

[Ahmed] Tibi y sus colegas están reclamando sanciones contra Israel aduciendo que éste, como Estado judío, es una entidad ilegítima. Por supuesto, sus deseos no van a tener ocasión de hacerse realidad, pero eso no quita gravedad a su intento de dañar al Estado, así como a todos y cada uno de nosotros. Quienes se supone que han de servir a los israelíes andan afanados en dañarlos y se valen para ello de su condición de miembros de la ‘Knéset’. Están traspasando abiertamente las líneas rojas habituales en las democracias, y sus acciones plantean un acuciante interrogante sobre su lugar en la sociedad israelí.

En Hurriyet, la analista turca Nuray Mert reflexiona sobre la complicada posición de su país en el conflicto sirio, pues Ankara ha sido uno de los grandes enemigos internacionales de Damasco y ahora cada vez está más próxima, y necesita más, a los grandes aliados del dictador sirio, Bashar al Asad.

Una conocida máxima de las relaciones internacionales nos dice que no hay amigos ni enemigos permanentes, y la Historia (…) está llena de ejemplos de extraños compañeros de cama. Sea como fuere, la posición de Turquía en Siria es muy complicada y comprometida. Aunque Turquía ha estado presente en la reciente cumbre de Teherán sobre Siria (…) junto con Rusia e Irán, su visión (…) difiere de la de los otros dos. (…)

La primera complicación deriva de que, por un lado, la política exterior turca está orientándose hacia Rusia e Irán al tiempo que se distancia de la denominada alianza occidental; pero, por otro lado, la posición turca sobre el destino de Idlib está más cercana a la de EEUU y la alianza occidental [que a la de Rusia e Irán].

(…)

(…) Turquía es un país energéticamente dependiente y (…) estamos en crisis económica. Bajo estas circunstancias, necesitamos tener unas relaciones amistosas con Rusia e Irán, pero al mismo tiempo estamos en una situación difícil debido a su apoyo militar al régimen de Asad (…) Los errores de nuestra política exterior de la última década están afectándonos ahora más que nunca.

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Fuente: El Medio

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