El León de Judea intentará devorar el Sueño Americano del cubano Lara

Yuri Foreman sería incapaz de vender un carro de lujo, pero sí ganaría conversos para la religión de sus mayores. No provoca el fuego, no insulta a su rival, no inflama la controversia en plena contravención de lo que se espera en la promoción de una pelea. Y cuando dice “Shalom”, la audiencia queda desarmada, sin saber qué responder. 


YURI FOREMAN durante la conferencia de prensa para promover la pelea contra Erislandy Lara el 11 de enero. Pedro Portal [email protected]

 

“Shalom”, volvió a repetir Foreman en la conferencia de prensa del miércoles para comentar sobre su combate de este viernes 13 de enero en el Hialeah Park y Casino contra Erislandy Lara, y solo una voz tímida le responde algo tardía, “gracias”.

Foreman se ve tan quieto, tan víctima, como un cordero indefenso, que cuesta trabajo creer que alguna vez fue campeón del mundo y peleó ante más de 50,000 personas en el Yankee Stadium, mientras en su país, Israel, se le llamaba el León de Judea.

A simple vista parece un joven de esos actuales que buscan la gratificación inmediata en las banalidades de la vida, interesado solo en posesiones materiales, pero la historia personal de Foreman bien vale una biografía, casi un capítulo de la Biblia.

¿De donde es Foreman? Nació en Gomel, Bielorrusia, cuando era parte de la tambaleante Unión Soviética poco antes de que el Muro fuera desmontado por otros jóvenes, en otro tiempo inolvidable.

Pero las antiguas repúblicas soviéticas nunca fueron hogar seguro para las familias judías y la suya emprendió el camino a Israel cuando el chico tenía nueve años. En la tierra prometida encontró un hogar, pero le faltaba el boxeo aprendido un tiempo atrás como medio de defensa en un ambiente hostil.

“El único gimnasio donde se practicaba el deporte pertenecía a unos árabes”, recordó Foreman en una entrevista. “Desde que puse un pie allí, sentí las miradas llenas de odio, pero necesitaba boxear, y ellos querían boxear conmigo. Seguro, para caerme a golpes. Peleaba con ellos, viajaba con ellos y al final terminamos siendo amigos”.

Si Israel le llenaba el alma con el espíritu de Dios, también le estrechaba su horizonte deportivo y por eso decidió venir a Estados Unidos, a Nueva York, donde reanudó al mismo tiempo su carrera en el ring y los estudios del Talmud y el misticismo hebreo.

En el 2009 se convirtió en el primer judío ortodoxo campeón del mundo desde Barney Ross en 1935 al vencer a Daniel Santos, y un año más tarde se ordenaba como rabino en una yeshiba de Brooklyn.

Algún día no muy lejano espera regresar a Israel para predicar en su propia sinagoga, pero ahora su trayectoria le ha traído a Miami para medirse a Lara, quien también sabe de dejar atrás horizontes difíciles y lo que significa aferrarse a la fe. No por gusto se hace llarmar “The American Dream’’. El Sueño Americano.

“Fíjate que ambos venimos de un área de influencia soviética, de una escuela de boxeo que estuvo unida e intercambió mucho en los 60 y 70”, explicó Foreman. “Pero ya no estamos en la Guerra Fría. Nuestros caminos se cruzan hoy en el ring. Mañana serán un recuerdo y nada más”.

Cuando el momento cumbre de la conferencia de prensa, el cara a cara, Lara y Foreman se contemplan sin odio, sin segundas intenciones. La tensión ocular dura poco. No hay circo, pero sí la promesa de que religiones y culturas quedarán a un lado cuando al momento de sonar la campana.

“Shalom”.

Fuente: 
ElNuevoHerald

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