Asesinato moviliza a mujeres árabes de Israel

Mujeres árabes israelíes realizan una manifestación el 28 de octubre del 2016 en Jaffa, Israel, para defender sus derechos. La protesta fue motivada por los asesinatos de mujeres perpetrados generalmente por familiares, una práctica frecuente entre los árabes pero que cada vez genera más condenas 


Sebastian Scheiner AP Photo

Luego de años de abusos y de amenazas de muerte, Duaa Abu-Sharkh finalmente se divorció de su marido, aceptando incluso ceder la custodia de sus cuatro hijos y todas sus propiedades con tal de escaparle a la violencia cotidiana. Hasta que una noche a fines de septiembre, cuando esta mujer de 32 años dejaba a sus hijos tras una rara visita, un hombre enmascarado la sacó por la fuerza de su auto y le pegó un tiro en la cabeza, delante de los propios niños.

Su muerte se suma a una serie de asesinatos de mujeres árabe-israelíes que se cree fueron perpetrados por familiares. Pero después de guardar silencio por años, estas comunidades están empezando a replantearse muchas cosas y ha habido manifestaciones sin precedentes en contra del maltrato de las mujeres.

Los episodios son parecidos a las matanzas por cuestiones de honor que se registran en el mundo musulmán, en las que las mujeres son asesinadas por parientes por empañar la imagen de la familia al entablar relaciones consideradas inaceptables. Activistas en Israel, no obstante, rechazan esa comparación y dice que la gran mayoría de las muertes son producto de un abuso que ha sido ignorado por la policía en un ambiente donde abundan las drogas, la delincuencia y la pobreza.

Traumatizados por la reciente muerte de Abu-Sharkh y de otras mujeres de sus comunidades, los ciudadanos árabes, que desconfían de las autoridades israelíes, están pidiendo una mayor presencia policial y más servicios sociales en barrios hasta ahora ignorados.

Los árabes representan una quinta parte de la población de Israel, pero la mitad de las mujeres asesinadas todos los años son de esa comunidad.

Y la mitad de las mujeres asesinadas son de dos barrios árabes, Ramle y Lod, localidades en las afueras de Tel Aviv donde hay grandes clanes involucrados en el crimen organizado, abundan las armas y nadie combate la violencia, sobre todo contra las mujeres.

“Las mujeres tienen un status inferior en la sociedad árabe. Cuando hay episodios de violencia, ¿quién sale perdiendo? Las mujeres”, afirmó Samah Salaime, trabajadora social que fundó una organización de ayuda a las mujeres en Lod. Dijo que la policía israelí considera la opresión de las mujeres como algo aceptado en la sociedad árabe. “Nos tratan como si la sangre de una mujer árabe no fuese tan importante”, se quejó.

Las cosas, no obstante, están empezando a cambiar.

La muerte de Abu-Sharkh y la de otra mujer divorciada, con cuatro hijos, de Jaffa, un mes después, generaron una serie de protestas callejeras en las que participaron cientos de mujeres y hombres, tanto de la comunidad árabe como de la judía. Una comisión parlamentaria escuchó denuncias de mujeres árabes y el jefe de la policía nacional dijo que el nivel de violencia era “inaceptable”.

Los árabes son ciudadanos con plenos derechos en Israel, pero generalmente son más pobres y menos educados que los judíos, son discriminados y no reciben los mismos servicios públicos. Algunos israelíes ponen en duda su lealtad al estado, lo que alimenta su sensación de que son ciudadanos de segunda clase. Los árabes a menudo acusan a la policía de ser indiferente a los delitos de los árabes si no afectan a un judío.

Este año, después de un tiroteo mortal en el centro de Tel Aviv y de una búsqueda de una semana del árabe que estuvo involucrado, Israel lanzó una campaña en busca de armas ilegales en los barrios y pueblos árabes. Posteriormente designó a un árabe como subjefe de la policía y se le ordenó imponer el orden en las comunidades árabes.

El portavoz policial Micky Rosenfeld dijo que las familias alteraban la escena del crimen y hacían que resultase difícil recabar pruebas y testimonios en las comunidades árabes. Pero reconoció que la gente colabora más ahora y la policía dice que está reclutando otros 1.500 agentes árabes y lanzando programas tendientes a reforzar los lazos con las comunidades árabes.

“Ya pasaron los días en que la gente no quería saber nada de la policía, del gobierno ni del establishment”, sostuvo Rosenfeld. “La prioridad ahora es estar aquí y forjar lazos con la comunidad árabe”.

La legisladora Aida Touma-Sliman, que encabeza una comisión parlamentaria sobre el status de la mujer y la igualdad de género, dijo que eso no basta. Hizo notar que 15 mujeres fueron asesinadas en la zona de Ramle-Lod el año pasado y que solo han sido encausados tres hombres.

“¿Qué mensaje se le está dando a la población y a los autores?” de estos crímenes, preguntó. “Puedes matar a alguien y seguir libre. Y en cuanto a las mujeres, hay un mensaje claro de la policía de que nadie puede protegerlas”.

La muerte de Abu-Sharkh era algo que se veía venir. Su ex marido, quien tenía vínculos con bandas de delincuentes, le pegaba cotidianamente. Una vez le rompió un brazo y la nariz. Y la asfixiaba hasta que se ponía azul, según su madre, Majeda Abu-Sharkh. Cuando hacían denuncias a la policía, el ex marido amenazaba con matar a Abu-Sharkh y en una ocasión unos hombres abrieron fuego contra la casa de su familia.

La policía lo detuvo brevemente tras el asesinato, pero debió liberarlo por falta de pruebas.

Salaime, la trabajadora social, dijo que es de esperar que disminuyan estas tragedias ahora que se rompen los tabús y el status de las mujeres mejora lentamente.

“Los hombres saben que las mujeres árabes estudian más ahora, tienen más libertad, y que ha dejado atrás a muchos hombres que siguen pensando que la mujer árabe no vale nada, que su cuerpo es una propiedad que pueden lastimar sin recibir castigo”, expresó. “Es un recorrido largo y doloroso”.

Fuente: 
El Nuevo Herald

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Fuente: Unidos x Israel

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