Asad: no pudo, no puede, no podrá

La pavorosa situación de la economía siria, devastada tras más de un lustro de guerra, es una losa que dificultará sobremanera la gestión del dictador de Damasco aunque logre imponerse en el campo de batalla. Precisamente este artículo de Mona Alami para el Atlantic Council repasa los principales datos que arroja la maltrecha economía de Siria, con las graves consecuencias que esta situación tendrá para el país tras el fin del conflicto bélico

Siria se enfrenta a una situación económica catastrófica, que el presidente el Banco Mundial, Jim Yong Kim, estima en unas pérdidas de 180.000 millones de euros. En una reunión en Beirut, la Comisión Económica y Social  para Asia Occidental de la ONU elevó la cifra a 200.000 millones, de acuerdo con una fuente presente en las discusiones.

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Para permanecer en el poder y estabilizar Siria, Asad necesita más que una victoria militar. Incluso antes de las revueltas, Asad era incapaz de alcanzar una estabilidad económica mínima, lo que definitivamente provocó la revolución. Hoy en día no puede esperar hacer más, especialmente sin el apoyo de la mayor parte de la comunidad internacional. “El esfuerzo de la reconstrucción no puede provenir sólo de donantes privados, sino que requerirá el apoyo de inversores públicos como el Banco Mundial y de los donantes del Golfo, entre otros, algo que es difícil de concebir en ausencia de un acuerdo de paz”, dice [Yihad] Yazigi [un economista sirio]. Necesitará también genuinas reformas para reconstruir el contrato social entre el Gobierno y el pueblo. Asad no fue capaz de hacer tales reformas en 2011; no es probable que pueda realizarlas ahora.

Para el analista saudí Abderramán al Rashid, la ciudad iraquí y la siria son víctimas de un conflicto regional que dista mucho de finalizar y que está alterando radicalmente el panorama de todo Oriente Medio.

¿Marcan las batallas de Mosul y Alepo el final de la guerra iraquí contra el ISIS y de la guerra civil siria? Yo lo descarto.

El problema de los dos países reside en la naturaleza del régimen sirio y en las prácticas del iraquí. (…) puede que las ciudades de Mosul y Alepo sean ‘limpiadas’ de hombres armados mediante la expulsión o el asesinato, y después oiremos que esos hombres están presentes en otras ciudades y provincias. El surgimiento de grupos armados no es difícil [de prever], dada la presencia de dos regímenes que son incapaces de cambiar o reformarse.

Esta es una guerra civil que refleja la situación general, y no una guerra con grupos extranjeros de los que podamos librarnos fácilmente. En Irak, los árabes suníes representan el 20% de la población, y los suníes en conjunto el 40%. ¿Cómo puede uno librarse de o marginar a 10 millones de ciudadanos?

En siria, los suníes representan el 80% de la población, de más de 20 millones. Incluso aunque cinco o diez millones se encuentren desplazados, el resto seguirá conformando una mayoría aplastante. El sistema parlamentario de Irak está más orientado hacia un Gobierno sectario, y en la fase posterior a la liberación de Mosul se terminará disminuyendo el territorio de Irak y haciéndolo menos estable.

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La falta de una solución política se debe a la insistencia iraní en aferrarse al hombre responsable de todo este derramamiento de sangre. Los iraníes también mantienen a Hezbolá como gobernante indirecto del país vecino de Siria,  el Líbano, donde ha generado inestabilidad durante los últimos 20 años. La diferencia es que Siria es un país grande y central en términos geográficos. Los acontecimientos allí influyen en vecinos como Turquía, Irak y el Líbano en términos étnicos y sectarios.

El pasado domingo se cumplieron 33 años del mayor atentado contra ciudadanos estadounidenses perpetrado con anterioridad al 11 de Septiembre: el ataque terrorista cometido por Hezbolá en Beirut el 23 de octubre de 1983, en el que perecieron 241 soldados estadounidenses, 58 franceses y seis civiles. Toby Dershowitz, Behnam Ben Taleblu, Amir Toumaj, de la Foundation for Defense of Democracies, hacen un repaso de la trayectoria que ha seguido en este tiempo la organización criminal libanesa de obediencia iraní.

(…) Irán tiene poderosos (…) aliados operando en Irak, Siria y los territorios palestinos y, en menor medida, en el Yemen. Pero Hezbolá sigue siendo el más potente de ellos. Mantiene un enorme arsenal de cohetes en el Líbano, ha expandido su presencia encubierta en todo el mundo y sus tropas están desplegadas en muchos de los puntos calientes de la región, en que Irán busca ganar influencia o fomentar la inestabilidad.

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Existen herramientas a disposición de EEUU y sus aliados para disminuir la amenaza. Esto incluye aplicar las sanciones (…) vigentes contra Hezbolá, pero también señalar agresivamente a cientos de otros individuos y entidades asociadas con el grupo en la región y en todo el mundo que le sirven de fuentes de financiación. Además, EEUU debería trabajar con sus socios regionales para prohibir el envío de combatientes y municiones a las zonas de guerra de Hezbolá. Esto incluye mantener una estrecha vigilancia de las compañías de aviación iraníes –como Iran Air y Mahan Air–, que transportan combatientes, asesores y armas a esos escenarios de conflicto.

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Fuente: El Medio

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