Antisemitismo en el Monte del Templo

El periodista árabe Fred Marún denuncia que las protestas que están teniendo lugar en el Monte del Templo de Jerusalén por la instalación de unos detectores de metales tras el asesinato de dos policías israelíes a manos de tres terroristas palestinos tienen como motor fundamental el antisemitismo y la israelofobia.

Los detectores de metal se emplean en numerosos lugares del mundo, empezando por los aeropuertos, por supuesto, pero también en centros musulmanes de oración. Así que, ¿a qué viene tanto alboroto con el de la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén?

(…)

La auténtica pero inconfesa objeción árabe (…) es que los ha impuesto Israel, el Estado judío. El hecho de que haya miembros de las fuerzas de seguridad israelíes que no son judíos no cambia la ecuación porque los consideran traidores y lacayos de los judíos.

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Desgraciadamente, la mayoría de los árabes siguen viendo a Israel como el enemigo ‘yahudi’ que ha de ser derrotado a toda cosa. Así pues, cuando Israel retrocede en una medida racional y razonable, estamos ante un acto de apaciguamiento de antisemitas. Apaciguamiento ante gente que te odia más allá de lo razonable y con la que el sentido común no funciona.

Eyal Ziser, de la Universidad de Tel Aviv, afirma que el presidente de la Autoridad Palestina está completamente desbordado y, por tanto, no está en disposición de resolver la crisis del Monte del Templo, por lo que insta a Israel a tomar las riendas, quizá de la mano de algún país árabe importante.

El liderazgo de Abás es insignificante. No es un hombre de declaraciones o acciones dramáticas. Lo cual supone una bendición y una maldición. No es un hombre de violencia o fanatismo, pero tampoco parece la persona capaz de llevar a los palestinos a un valeroso acuerdo de paz. Lo único que quiere es volver a casa sano y salvo.

El significado práctico de esto es que Israel tendrá que resolver la crisis presente por sí solo; o quizá con la ayuda de países árabes del vecindario, empezando por Jordania y Arabia Saudí. Abás no se opondrá al compromiso que se alcance, e incluso tratará de capitalizarlo mientras sigue manteniendo a raya a aquellos de sus adversarios que quieren moverle la silla.

Así de contundente se muestra el escritor Jack Engelhard, indignado por la matanza antisemita de Halamish, en la que un terrorista palestino asesinó a tres personas de la misma familia en la referida localidad samaritana.

Tienen que comprender que cualquier forma de ‘rabia’ tendrá un alto precio. Paso número uno: ilegalizar la Autoridad Palestina. Declararla organización terrorista por su flagrante, letal incitación [al terrorismo]. (La judeofobia que imparten en sus escuelas es prueba suficiente). Paso número dos: deportar a Mahmud Abás y a su banda de matones. Mandarlos a Jordania. A ver si el rey Abdalá tiene mejor suerte de la que tuvo su padre con Arafat y sus secuaces (…)

No debería ser misión de Israel domesticar a esos salvajes.

Al mismo tiempo, hay que (…) deportar [a los habitantes de la] localidad natal del asesino. ¿Suena fuerte? Debería ver usted la escena del crimen.

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Fuente: El Medio

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