¿Hace bien Trump en establecer 'preferencias religiosas'?

La orden ejecutiva de Donald Trump que permitirá la entrada en EEUU de personas perseguidas en países musulmanes por sus creencias religiosas ha suscitado una gran polémica dentro y fuera del país. Samuel Tadros, del Hudson Institute’s Center for Religious Freedom, sostiene que es todo un acierto.

Aunque todas las comunidades que se interpongan en el camino del Estado Islámico pueden ser forzadas a huir, las oportunidades de refugio disponibles difieren de manera significativa en función del origen étnico o religioso de cada cual. Un suní que huya de la carnicería de Bashar al Asad puede encontrar un hogar en un país vecino suní o en otro territorio suní de Siria, pero ¿a dónde puede ir un yazidí? Seguro que no a Bagdad, donde sería perseguido. ¿Es Turquía, que persigue a su propia población cristiana, (…) [un buen] destino para los cristianos de Siria o Irak? (…) La experiencia de los judíos en Polonia tras el Holocausto es un recordatorio de lo que espera a esas comunidades.

(…)

Al margen de los puntos de vista de cada cual sobre cuántos refugiados debe aceptar EEUU, la realidad es que no admitirá a todos los que quieran [instalarse en su territorio]. Un proceso de priorización es natural y nada novedoso, y mientras rechazar a las personas en función de su religión es moralmente repugnante, priorizar a los más vulnerables, aunque sea en función de su [religión], no lo es.

Esa es la pregunta que se plantea Anna Borshchevskaya, del Washington Institute, que da cuenta de la habilidad del presidente ruso para manipular a sus socios y de su falta de escrúpulos a la hora de abandonarlos cuando lo cree conveniente.

Putin ve la diplomacia como un juego de suma cero y, al final, no mantiene lealtad a nadie. Se ha desembarazado de otros líderes antes y puede hacerlo en cualquier momento; [así, congeló] las ventas de los S-300 a Irán en 2010, cuando convenía a los intereses del Kremlin, [y levantó] la prohibición en 2015, a pesar de las preocupaciones de Israel en materia de seguridad. Putin tiende a mirar los asuntos internacionales como un sistema para forzar a otros a un estado de sumisión, haciéndoles ofertas que no puedan rechazar o, simplemente, fomentando el malestar o la confusión a través de subterfugios de todo tipo.

(…) en Oriente Medio, Putin ha estado más cerca del bloque chií antioccidental, y probablemente seguirá estándolo a corto plazo. Turquía, una potencia suní, (…) sigue siendo miembro de la OTAN. Cuando Erdogan se disculpó ante Putin en junio de 2016 por el derribo del avión ruso que había penetrado brevemente en territorio turco en noviembre de 2015, admitió implícitamente que Turquía necesita a Rusia más que Rusia a Turquía. Erdogan puede que piense en Putin como un aliado, pero (…) Turquía está cayendo bajo la influencia de Moscú más profundamente de lo que el propio Erdogan cree.

EEUU ha mantenido durante décadas una visión del conflicto palestino-israelí que descansa en las concepciones árabes, lo que contribuye a socavar la posición de Israel en la escena internacional y en las negociaciones de paz, afirma Max Singer, del Begin-Sadat Center for Strategic Studies, que cree llegado el momento de que la nueva Administración estadounidense cambie de chip.

La mayor falsedad que EEUU tiene que poner de manifiesto es que existe un “territorio palestino” que Israel rechaza “devolver” debido a sus ambiciones expansionistas y supuestas necesidades de seguridad. (…) hay una gran diferencia entre la polémica afirmación de que la Margen Occidental debería convertirse en territorio palestino como parte de un acuerdo de paz y la falsedad de que esa zona es ahora, o lo fue alguna vez en el pasado, territorio palestino.

La distinción (…) determina si las propuestas israelíes de proporcionar territorio a un Estado palestino son una devolución de propiedad robada o una oferta para la retirada de un territorio en disputa sobre la que [Israel] tiene poderosas reclamaciones con el fin de establecer una paz auténtica con su vecino. Desde el punto de vista palestino, [es la diferencia] entre la sumisión inmoral a un ladrón poderoso y un sabio compromiso con vecinos que tienen también sus propias reivindicaciones (…)

(…) si el pueblo palestino supiera la verdad [sobre los lazos históricos de los judíos con la tierra de Israel], puede que estuviera más dispuesto a aceptar un Estado judío en parte de ella.

Forzar a los palestinos a reconocer las reclamaciones históricas y morales de Israel sobre el territorio les proporcionaría una base honorable para el compromiso. (…) Cuando las democracias europeas y americana aceptan las falsedades palestinas, desincentivan que los palestinos y sus partidarios afronten la realidad (…)

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Fuente: El Medio

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