Francia, al borde del colapso (y 2)

La población musulmana de Francia semeja antifrancesa si se tienen en cuenta los valores judeocristianos de la Ilustración y profrancesa sólo en la medida en que el país se someta a las exigencias del islam. Como los musulmanes locales también son propalestinos, en teoría no debería haber ningún problema. Pero Francia infravaloró los efectos del auge del islam extremista en el mundo musulmán y más allá.

Cada vez más, los musulmanes franceses se consideran en primer lugar musulmanes. Muchos afirman que Occidente está en guerra contra el islam, y como ven que Francia e Israel son parte de Occidente, están en guerra contra ambos. Ven que Francia es antiisraelí y propalestina, pero también ven que varios políticos franceses mantienen lazos con Israel, así que probablemente piensen que Francia no es lo suficientemente antiisraelí y propalestina.

Ven que Francia tolera el terrorismo palestino, y no entienden que luche contra el terrorismo islámico en otros lugares.

Para complacer a los musulmanes, el Gobierno francés podría creer que no tiene más remedio que ser lo más propalestino y antiisraelí posible, aunque esta posición salga muy mal parada en las encuestas.

El Gobierno francés, sin duda, cree que no puede evitar lo que parece cada vez más un inminente desastre. El desastre ya se está produciendo.

Tal vez el actual Gobierno tenga la esperanza de poder retrasar un poco el desastre y evitar una guerra civil. Quizá espere que las no go zones no estallen, al menos bajo su vigilancia.

Francia tiene hoy seis millones de musulmanes, el 10% de la población; porcentaje que va en aumento. Las encuestas demuestran que un tercio de los musulmanes franceses quiere que se aplique íntegramente la sharia. También revelan que la abrumadora mayoría apoya la yihad, especialmente la yihad contra Israel, país que quisieran ver borrado de la faz de la Tierra.

La principal organización musulmana del país, la Unión de las Organizaciones Islámicas de Francia, es la rama local de los Hermanos Musulmanes, movimiento que debería ser clasificado como organización terrorista por sus abiertos deseos de derrocar a los Gobiernos occidentales.

Los Hermanos Musulmanes están principalmente financiados por Qatar, país con fuertes inversiones en Francia que tiene la comodidad de contar con su propia base aérea estadounidense.

Los judíos están abandonado Francia en cifras históricas. Sammy Ghozlan, presidente de la Oficina Nacional de Vigilancia contra el Antisemitismo, insistió durante muchos años en que es mejor “marcharse que huir”. Fue atacado. Prendieron fuego a su coche. Se marchó, y ahora vive en Israel.

El resto de la población francesa ve claramente la extrema gravedad de lo que está sucediendo. Algunos están indignados y en estado de agitación; otros parecen haberse resignado a esperar lo peor: que el islamismo se apodere de Europa.

Las próximas elecciones francesas se celebrarán en mayo de 2017. El presidente François Hollande ha perdido toda la credibilidad y no tiene posibilidades de ser reelegido. Sea quien sea quien llegue al poder, tendrá una difícil tarea por delante.

Los franceses parecen haber perdido la confianza en Nicolas Sarkozy, así que probablemente elegirán entre Marine Le Pen, Alain Juppé o François Fillon. [Nota de la traductora: finalmente ha sido Fillon el vencedor del proceso de primarias en la derecha].

Marine Le Pen es la candidata del ultraderechista Frente Nacional.

Alain Juppé es el alcalde de Burdeos, y suele aparecer en sus actos electorales acompañado de Tareq Ubru, imán de esa ciudad. Hasta hace poco, Tareq Ubru era miembro de los Hermanos Musulmanes. Alain Juppé parece creer que el actual desorden se calmará si Francia se somete plenamente.

François Fillon es el candidato de la derecha moderada. Hace poco dijo que el “sectarismo islámico” crea “problemas en Francia”. También dijo que, si no se crea pronto un Estado palestino, Israel será “la principal amenaza para la paz mundial”.

Hace tres años, el filósofo francés Alain Finkielkraut publicó un libro, La identidad desdichada, en el que describía los peligros inherentes a la islamización de Francia y los graves trastornos que generaría. Juppé eligió un eslogan de campaña destinado a contradecir a Finkielkraut: “La identidad feliz”.

Desde la publicación de la obra de Finkielkraut, se han publicado otros libros pesimistas que han sido un éxito de ventas en Francia. En octubre de 2014, el columnista Eric Zemmour publicó Le suicide français (“El suicidio francés”). Hace unas semanas publicó otro libro, Un quinquennat pour rien (“Cinco años de legislatura para nada”). En él describe lo que ve que le está ocurriendo a Francia: “Invasión. colonización y explosión”.

Zemmour define la llegada de millones de musulmanes a Francia durante las últimas cinco décadas como una invasión, y las últimas hordas de migrantes como la continuación de esa invasión. Presenta las no go zones como territorios islámicos en suelo francés y parte integral de un proceso de colonización.

Escribe que las erupciones violentas que se han extendido son la señal de un estallido inminente; tarde o temprano, la revuelta ganará terreno.

Se publicó hace poco otro libro, Les cloches sonneront-elles encore demain? (“¿Doblarán mañana las campanas de la iglesia?”), escrito por un exmiembro del Gobierno francés, Philippe de Villiers. En él, De Villiers da cuenta de la desaparición de las iglesias en Francia y su sustitución por mezquitas. También habla de la presencia de miles de armas de guerra (fusiles de asalto AK-47, pistolas Tokarev, armas antitanque M80 Zolja, etc.) en las no go zones. Añade que es probable que ni siquiera tengan que utilizar esas armas: los islamistas ya han ganado.

El 13 de noviembre de 2016, Francia celebró el primer aniversario de los atentados de París. Se descubrieron placas en cada lugar donde hubo asesinatos. Las placas decían: “En memoria de las víctimas muertas y heridas en los atentados”. No se hacía mención alguna a la barbarie yihadista. Por la noche, la sala Bataclan reabrió sus puertas con un concierto de Sting. La última canción del concierto fue “Insh’ Allah” (“Si Alá quiere”). Los responsables de la Bataclan impidieron la entrada a dos miembros de la banda estadounidense Eagles of Death Metal, que actuaba en el escenario cuando empezó el ataque. Unas semanas después del atentado, Jesse Hughes, líder de la banda, se atrevió a criticar a los musulmanes involucrados. El director de la Bataclan dijo sobre Hughes: “Hay cosas que no se pueden perdonar”.

© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

“Francia, al borde del colapso” (1).

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Fuente: El Medio

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