Rosh Hashaná, Iom Hakipurim y Sucot: El hilo triple no será fácilmente desanudado por el Rabino Mordejai Maarabi

Al aproximarse el tiempo calendario a su finalización, una rara sensación -mezcla de admiración en cuanto al tiempo que corre y de insatisfacción en cuanto a lo fugaz y perecedero que hay en nosotros- comienza a invadirnos y se ponen en funcionamiento ciertos mecanismos que permitirán darnos una chance mas antes de declarar que todo esta irremediablemente perdido. 


“Jesed veEmet nifgashu, Tsedek veShalom nashaku”.
“Emet me-erets titsmaj, veTsedek meShamaim nishkaf” (Tehilim 85)

“La Bondad y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se besarán”.
“La Verdad brota de la tierra y la Justicia se vislumbra desde los cielos” (Salmos 85)

“Raban Shimon ben Gamliel dice que el mundo se sostiene por tres cosas, a saber: la Verdad, la Justicia y la Paz”, pues así está dicho (Zejaria 8:16):
“Impartid en vuestras audiencias la verdad, la justicia y la paz”. (Mishna Avot, Cap. Y:18).

Al aproximarse el tiempo calendario a su finalización, una rara sensación -mezcla de admiración en cuanto al tiempo que corre y de insatisfacción en cuanto a lo fugaz y perecedero que hay en nosotros- comienza a invadirnos y se ponen en funcionamiento ciertos mecanismos que permitirán darnos una chance mas antes de declarar que todo esta irremediablemente perdido.
Porque un nuevo año debe inaugurar una nueva vida. Porque una posibilidad que se renueva, afirma la esperanza y la coloca allí, por encima de cualquier otra frustración o fracaso. Porque un nuevo día supone abandonar la noche donde comienza y dar a luz un tiempo futuro, que bien puede -y debe- ser mejor que el mismísimo ayer.
Todas estas sensaciones -diarias- se convocan para alcanzar un Primer Tiempo, aquel del Rosh Hashaná -el nuevo año- que va un poco mas allá de ser sólo el indicativo de un cambio de números en los años para la generalidad de la gente, más no un cambio de hábitos, tal como se lo propone la tradición talmúdica. Rosh Hashaná es para nuestra Torá: “iom Teruah”, “día del toque de Shofar”: el Cuerno de Carnero ocupara el espacio central del día. Junto a él, un llamado al Arrepentimiento sincero.
La tradición rabínica y litúrgica sumarán a la identidad del día un concepto esencial: “Iom HaDin”: “Día del Juicio”, un día para la Justicia.
Rosh Hashaná es Justicia. Justicia Divina y humana. El Todopoderoso es el Rey de la Justicia. El hombre -Su criatura- juez de sí mismo.
Rosh HaShaná advierte a nuestra memoria sobre el hecho de que no estamos solos en este mundo, y que este tampoco esta olvidado y abandonado a hundirse en la desesperanza y la futilidad. Y si bien resulta pueril para muchos de entre nosotros la existencia de “Un Día” para el juicio (1/365 parecería ser una regla poco equitativa!), los rabinos entendían que éste era sólo un especto de máxima, pués según ellos: “Adam nidon bejol iom”, es decir, que el ser humano es “juzgado por el Todopoderoso cada día”; aunque otros, menos indulgentes afirmaban que: “Adam nidon bejol shaa!” El juicio del Creador decían tiene lugar… A cada hora!!!
No es aceptable para la Tradición Escrita así como para la Tradición Oral del pueblo judío la ausencia de un Juicio personal y colectivo constante y concreto. Sin embargo, la Justicia tiene su Día (no su monumento!): Rosh HaShaná. Porque El Nuevo Año lo celebramos como Día de Recuerdo. El Todopoderoso nos recuerda. Y cuán hermoso resulta el saber que Alguien nos tiene en cuenta!
El Nuevo Año, como toda rememoración, versa sobre el pasado, pero en la misma medida abarca tambien el futuro. La Memoria no aparece como hojas muertas arrancadas de calendarios de años pasados…
Así entonces, el correr de los primeros diez días del año -especial segmento para la Teshuvá- nos conducen a un Segundo Tiempo, diferente al primer aunque indisolublemente ligado a el: Iom HaKipurim -el Dia del Perdón-, que no emerge del calendario como una isla en medio de un tempestuoso océano -pués a veces es vivido como único y aislado día- sino formando parte de un todo, como celebración intermedia, algo así como el “fiel” de una balanza. Como signo de equilibrio, no del desequilibrio espiritual…
Este día cuyo sentido elemental representa el Perdón, la Absolución, el “retorno a la vida” de un individuo y de toda una sociedad, conlleva según la vertiente rabínica un significado peculiar, símbolo y eje de todo perdón, sin el cual los “caminos no se hacen al andar”: la Verdad, -EMET-, carísima palabra del idioma hebreo, sinónimo a su vez y equivalente de otra tan preciada como ella: Torá, letra y espíritu de la Ley, emanada del Creador y transmitida al Hombre. Iom Kipur es junto al Perdón, el día en que las Segundas Tablas de la Ley fueron entregadas al pueblo judío.
La Torá volvía ahora a las manos de quienes en la primera oportunidad, danzaron en torno de un becerro de oro que resultaba ser mas creíble que la Palabra descendiendo de los Cielos…
La Torá vuelve en Kipur integra -no hecha pedacitos- y así deberá permanecer. Iom kipur es la Verdad. es recuperar la Verdad y saber-poder mantenerla entera.
“Uno encuentra lo que pierde”, dice Kiekegard.
“Recibimos la Torá” -afirma el Rabino Iosef Dov Soloveichik (z’l)- “sólo después de haber sido rota y de haber hallado la fuerza para juntar de nuevo los pedazos”…
“Dijo D”s a Moshé: alístate dos tablas de piedra como las primeras y escribiré sobre ellas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste” (Exodo 34:1). Los sabios del Talmud asociaron con el texto una idea llamativa y atrevida: “que quebraste -‘asher shibarta’-, Iashar kojaja sheshibarta!”, poniendo en boca de D”s una suerte de felicitación a su fiel servidor Moshé por haberlo hecho. “Ciertamente mereces ser alabado por haberlas roto!”, expresa el Midrash citado.
La destrucción de las tablas de piedra fué en realidad una acción deseable. Sin ella jamás hubiéramos podido apreciar el valor de las mismas. Sólo cuando están hecho añcos, se plantea la tarea de escribir nuevas tablas a partir de los mandamientos fragmentados. Tanto como con la Verdad.
Mas aquí no concluye el “año”. Estamos en su mitad. Pero para el equilibrio definitivo, debemos alcanzar una tercera dimensión, un Tercer Tiempo, con su propia identidad, duración y significado.
Este tiempo, tercero y último de este mes primero del nuevo año, es el tiempo de Sucot, fiesta que invita a construir sobre las bases de Rosh Hashaná- “Justicia” y de Iom Kipur – “Verdad” (Torá)- un espacio creativo único, con medidas determinadas y condiciones especialísimas, donde habitar por espacio de siete días y vivir allí, fuera del hogar de “concreto” y de sus rutinas concretas: la Sucá.
La Sucá es historia, es memoria, es señal. La Cabaña a construir con nuestras propias manos es volver a tomar el timón del destino y enfrentar a cuanto viento se interpone en el desierto de las naciones, para plantar una voluntad de vida, y a través de ella, una búsqueda, un anhelo, unos días en la ordenanza bíblica, aunque bien pueden transformarse en décadas, centurias o milenios…
Pues Sucot como tercer tiempo indica conclusión o equilibrio. Y la tradición rabínica que acompaña y embellece a la litúrgica, le imprimió a esta humilde vivienda de materia, un sello -el más hermoso aunque el más costoso-: “Ufros Alenu Sucat Shelomeja”: “Extiende sobre nosotros la Suca de Tu Paz”. La tradición talmúdica relata como la festividad de Sucot encontraba al pueblo hebreo ofreciendo 70 sacrificios animales durante los siete días de la celebración en el Templo de Jerusalém.
“Setenta Korbanot”, afirmaban, “a fin de rogar por la paz de las setenta naciones del mundo…”
Sucot es Paz. Nada más pero nada menos…. Para llegar a Sucot, para tenerla definitivamente en cuenta, hay que “darse una vuelta” por la Justicia y tambien por la Verdad, nos sugiere la tradición bíblica.
No habrá verdadera Paz, sin que medien un Día para el Juicio y sin que la Verdad se constituya en Ley.
Sucot es, necesariamente, el producto de Rosh HaShaná e Iom Hakipurim, parece insinuarnos la tradición. Sucot es en realidad, la fiesta de la Reconciliación: del hombre con su prójimo, consigo mismo y con D”s. Reconciliación entre numerosos contrastes y tensiones.
Sólo en tiempos de Paz, es posible la reconstrucción. Poca atención ha sido prestada al hecho que, tanto el Primer Templo como el Segundo fueron inaugurados en los días de Sucot (1 Reyes; Ezra 3:1-5).
Se nos pide que como judíos “posmodernos” no podemos atenernos a instantes únicos, a islas en el tiempo o el espacio, que si bien resultan atractivas o pintorescas por su “paisaje natural” o hasta por sus “ruinas ideológicas”, no dejan de ser islas, un punto minúsculo en la geografía espiritual, inmensa, inhóspita e incomprendida del ser humano, y particularmente de los judíos en cuanto a su relación con los tiempos consagrados. Estos Moade Tishre: Los Tiempos Fijos de Tishre.
Al comenzar un “Nuevo Año”, no sólo son días los que comienzan. Son compromisos. Nuestras convicciones que salen al camino de los tiempos, buscando un encuentro. Con el afán de medir intensidades. Para saber si estos tres pilares siguen vigentes en nuestro mundo: Un año empieza para comprobar si aún en nuestro interior la Verdad puede brotar, dando lugar para que la Justicia junto a la Paz, se abracen en un beso…
Rabino Mordejai Maarabi
Ra’anana, Israel

 

Fuente: 
El Faro- Israel

Fuente: Unidos x Israel

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