Increíble historia: los nazis no la dejaron competir y la reemplazaron con un hombre

Gretel Bergmann, una de las grandes atletas alemanas, protagonizó un hecho insólito en los Juegos Olímpicos de 1936. 


Gretel falleció este último martes, a los 103 años, pero nunca superó lo que le hicieron.

Gretel Bergmann murió este último martes, a los 103 años, en su casa de Queens, Nueva York. Y además del dolor que expresó Gary, su hijo, dejó una historia increíble. Y relacionada con el deporte. Todo sucedió antes de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, cuando además de ser prohibida por el nazismo por ser judía terminó siendo reemplazada por un hombre. Sí, un hombre que participó disfrazado de la prueba de salto en alto y terminó en el cuarto puesto.

Nacida el 12 de abril de 1914 en la localidad de Laupheim, Alemania, Gretel siempre mostró una facilidad asombrosa para los deportes. Y ya antes de cumplir 20 años se convirtió en una de las mejores saltadoras en alto del mundo. En 1935, de hecho, había batido el récord nacional alemán con una marca de 1,60 metros. Y es por eso que con los Juegos Olímpicos de 1936 en el horizonte su nombre era casi una fija para subirse al podio. Era, sin dudas, la gran favorita.

Increíble historia: los nazis no la dejaron competir y la reemplazaron con un hombre

Gretel prometió nunca más volver a Alemania, pero finalmente terminó haciéndolo.

Sin embargo, sus sueños de alcanzar el oro se desvanecieron muy pronto. Un mes antes de los Juegos, recibió una breve pero contundente carta de los funcionarios nazis. “Vista sus actuaciones recientes, no está dentro del equipo que disputará los Juegos Olímpicos”, decía. Para argumentar el aviso, habían borrado todas sus actuaciones de los libros de registro. Y ante la chance de que se quejara, la invitaban a observar “a pie de pista” las pruebas que se iban a desarrollar.

Más allá de que Gretel jamás contestó ni protestó (prefirió emigrar a Estados Unidos, donde se proclamó campeona de salto de altura en 1937 y 1938), la historia tuvo un capítulo inesperado. Y fue el que llegó cuando el Comité Olímpico Alemán debió reemplazar a Bergmann. Sin ninguna atleta alemana que les garantizara la posibilidad de pelear por una medalla, decidieron hacer algo insólito: reemplazarla por un hombre.

Heinrich Ratjen fue el elegido y al que rebautizaron como Dora Ratjen. Pero ni siquiera así lograron su objetivo: un poco por el disfraz que llevaba y otro tanto por sus aptitudes, Heinrich apenas terminó en el cuarto lugar la competencia. ¿El oro? Lo ganó la húngara Ibolya Csak.

Increíble historia: los nazis no la dejaron competir y la reemplazaron con un hombre

Dora, la “reemplazante” de Gretel en acción.

Fue recién después de varias décadas cuando se conoció la verdadera historia de Ratjen. Y también cuando Gretel reveló que sabía perfectamente lo que estaban tramando los nazis. “Heinrich era mi compañero de habitación. Jamás pensé que fuera una mujer”, aseguró.

Y con la misma certeza, agregó: “Fue una verdadera lástima que no me dejaran competir. Hubiera ganado el oro, no existía otra posibilidad. Nunca, nunca jamás me voy a olvidar lo que me hicieron los nazis”.

Fue tal su enojo que prometió no regresar nunca a Alemania, aunque lo hizo en 1999, para recibir el premio Georg von Opel, que suele distinguir a atletas que no recibieron su justo reconocimiento. Y en el 2012 ingresó al Salón de la Fama de la Fundación Alemana para la ayuda al Deporte.

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Gretel prometió nunca más volver a Alemania, pero finalmente terminó haciéndolo.

Su historia fue llevada a la pantalla (HBO hizo un documental con la actuación de Natalie Portman) y su nombre figura desde 2014, en una de las calles aledañas al Estadio Olímpico de Berlín, rebautizada como Gretel Bergmann Weg.

 

 

 

Fuente: Clarin.ar

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