José Ribeiro de Souza Júnior fue dado de alta de la UCI el pasado 9 de marzo, con los familiares y el personal del hospital cantando la alabanza «Nadie explica a Dios».
El hombre de 35 años, pasó más de un mes desilusionado por los médicos debido a las complicaciones del coronavirus. Júnior escuchó mientras estaba en la cama que «estaba muerto», pero sabemos que nada es imposible para Dios.
El pasado 27 de enero Júnior fue hospitalizado con dolor en el cuerpo y baja saturación, que empeoró.
Casi un mes después, los médicos anunciaron a la familia que sólo le quedaban 24 horas de vida y que ya estaba en proceso de fallo orgánico.
Tatiana Leitão, esposa de Junior, dijo que su marido escuchó cuando el equipo médico dijo que estaba «prácticamente muerto».
«Escuché cuando empezaron a hablar que estaba muerto. Había varias personas aquí, sentí que me agarraban. Pensé: ‘Dios, estoy vivo’. Creen que estoy muerto, pero yo sé que no lo estoy. Dame fuerzas para despertar, dame una oportunidad más», expresó Júnior.
Tatiana dijo que sentía que iba a pasar por mucha lucha con la enfermedad de su marido, pero Dios puso paz en su corazón y supo que no moriría.
Según el periódico Diário do Nordeste, la mujer se reunió con un grupo de personas en el lugar donde estaba hospitalizado su marido para alabar y orar por la sanidad de los pacientes con coronavirus ingresados allí.
Júnior escribió una carta a sus amigos, familiares y profesionales de la salud, a pesar de que su coordinación motora está comprometida.
“Aun no teniendo la escritura de mi hija, Malu de solo 7 años, y viendo lo difícil que hace, en palabras mis sentimientos, quisiera en 1° lugar agradecer a Dios, el médico de los médicos, que operó, siempre adelante, y guió con sabiduría a todos los que estuvieron a mi lado. En 2° sin describir nombres para no olvidar a nadie, en especial cito a mi familia que estuvo a mi lado rezando y clamando por un milagro. Sí, aquí estoy. Vivo y rezo y doy gracias a Dios por este testimonio de vida. Fue un desierto que aún no he terminado, pero al igual que Dios atravesó su desierto, hoy concluyo una etapa más de mi vida. ¡Feliz, he rezado! Muy fuerte. Si pudiera cantar para este maravilloso equipo, cantaría una canción: Nadie explica a Dios”, decía la carta.
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Fuente: Biblia Todo
