A los 23 años de edad, Ana Carolina, tuvo conflictos y dificultades con algunas personas en su vida. Hoy en día, su vida ha tenido una transformación importante, la jóven está dejando atrás, una historia llena de dolor, adicción y el abandono cambiandolo por una vida de paz en Cristo.
Cuando sólo tenía un año y siete meses, Ana su madre fue asesinada. Sin ningún tipo de apoyo de familiares, terminó creciendo como una niña de la calle.
A los nueve años de edad, que ya estaba usando marihuana, cocaína a los 10 años y crack a los 13.
A los 23 años de edad, tenía dos hijas y vivía sin esperanza, porque ella seguía siendo una esclava de su propia adicción.
“Nací sin rumbo, de ninguna manera. […] Vi que mi vida se hundía demasiado”, informó Ana mientras que da su testimonio en un culto de la Junta de Misiones Nacional.
Pero en junio de 2016, Ana Carolina fue ayudado por los jóvenes misioneros de la Iglesia Bautista segunda Pavuna (RJ), que extendió sus manos y le ofreció ayuda.
Ana fue llevado a Cristolândia de Campos dos Goytacazes (RJ) – coordinado por el misionero Roseane Santos – “un refugio seguro” donde recibió tratamiento para deshacerse de las drogas y tuvo la oportunidad de “conocer otro lado de la vida”, según que define en su testimonio.
En Cristolândia, Ana Carolina también oyó hablar de Jesús, lo reconoció como su salvador personal y ahora está estudiando para graduarse y lograr su nuevo sueño: para ayudar a otros en necesidad.
“Lo que Dios está haciendo en mi vida es para que puede salvar vidas, por que Dios puede sanar y restaurar vidas a través de mí testimonio”, dijo Ana.
“Voy a ser misionera! Creo en el Señor y el Señor está aquí esta noche!”, Agregó
Fuente: Ante el Peligro de Apartarse de Dios
