Turquía, ¿"una gran democracia musulmana"?

¿Puede haber democracias y democracias con prefijos religiosos? ¿Es Estados Unidos una democracia o es una democracia cristiana? ¿Es Israel una democracia o es una democracia judía? ¿Es Japón una democracia o es una democracia sintoísta?

En una entrevista en 2010 con el italiano Corriere della Sera, el presidente de EEUU, Barack Obama, se refirió a Turquía como “una gran democracia musulmana”. En la misma entrevista declaró: “EEUU siempre ha opinado que lo sensato sería aceptar a Turquía en la Unión Europea”. Todo eso era música para los oídos de Turquía. Pero, en realidad, el presidente de Estados Unidos estaba sugiriendo al rico club europeo que lo admitiera como miembro de pleno derecho no como una democracia, sino como una “democracia musulmana”. Obama no entendía que Turquía jamás podrá unirse a la UE hasta que no deje de ser una democracia musulmana para ser una democracia.

Ahora bien, en los últimos años Obama ha comprendido dolorosamente la diferencia entre una democracia y una democracia musulmana. En palabras de James Jeffrey, exembajador de Obama en Ankara, “tienes que tratar con la Turquía que existe, no con la que te gustaría que existiera”.

La referencia de Obama a Turquía estaba dirigida a complacer a la élite política de Ankara. Poco después de ser elegido, en 2008, Obama empezó a cultivar una relación particular con el presidente Recep Tayyip Erdogan (que por entonces era primer ministro). En una entrevista para Time en 2012, Obama dijo que Erdogan era uno de los cinco líderes mundiales con los que tenía una relación más cercana. En 2011, Tom Donilon, exasesor de seguridad nacional del presidente, dijo que Obama consideraba a Erdogan “un hombre de principios, y también un hombre de acción”.

Las cosas parecen hoy distintas. “Básicamente hemos mirado para otro lado ante los impulsos de Erdogan hacia el autoritarismo, hacia un sistema de gobierno unipersonal en Turquía”, declaró Eric Edelman, embajador estadounidense en Ankara desde 2003 a 2005. Obama vivió obstinadamente en un mundo simulado hasta hace muy poco. Jeffrey Goldberg escribió en el número de abril de 2016 de The Atlantic:

Al principio, Obama veía a Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía, como el tipo de líder musulmán moderado que subsanaría la división entre Oriente y Occidente. (…) Pero ahora (…) lo considera un fiasco y un autoritario.

Erdogan, sus ministros, su jefe de inteligencia, altos mandos del Ejército y diplomáticos de primer nivel turcos estuvieron recientemente en Nueva York, con motivo de la 71ª Sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas. Hubo conversaciones bilaterales entre los turcos y los estadounidenses, también. Turquía y EEUU, antes fieles aliados, tienen ahora más divergencias que convergencias.

Los turcos exigen con vehemencia la extradición de Fethullah Gülen, predicador musulmán autoexiliado en Pensilvania desde 1999 y principal sospechoso del intento de golpe de Estado del 15 de julio contra el Gobierno de Erdogan. Los funcionarios estadounidenses les dicen a los turcos que son los tribunales independientes de EEUU los que decidirán, a partir de las pruebas proporcionadas por Ankara. Los turcos no entienden que un tribunal pueda decidir algo con independencia del presidente electo del país.

“Queremos que ustedes nos entreguen a un terrorista (…) Y se resisten. (…) ¿Qué tribunal? ¿Qué tribunal, para un terrorista [Gülen]? ¿Tan difícil es cancelar un permiso de residencia?”, se preguntó Erdogan. Al parecer, Erdogan cree que EEUU se gobierna como se gobierna Turquía. No entiende que el presidente de Estados Unidos no puede llamar a un juez y dictar una orden de arresto de un ciudadano extranjero. No entiende que, en EEUU, la Administración no puede decidir quién es un terrorista y quién no sin una sentencia judicial. En Turquía, el Gobierno sí puede hacerlo.

Gülen se ha convertido en una patata caliente para el Gobierno de EEUU. Pero no es su único quebradero de cabeza. Turquía sigue advirtiendo a Washington de que no se alíe con los sirios kurdos a los que Ankara considera terroristas; para Washington, se trata de milicias que luchan contra el Estado Islámico (ISIS).

El 24 de agosto, tropas turcas lanzaron una incursión militar en el norte de Siria para ayudar a los moderados a los que apoya y empujar el ISIS más hacia el sur. Entre tanto, en el marco de una vasta operación terrestre más al sur, hacia Raqa (el principal bastión del ISIS), EEUU está armando a los kurdos, lo que ha enfadado a los turcos. “No podemos decir nada por ahora, ya que no sabemos con claridad cuál es la postura de EEUU. Pero Turquía no formará parte de ninguna operación que EEUU quiera llevar a cabo con el PYD y las YPG [organizaciones sirias kurdas]”, declaró Erdogan.

Por si hubiese pocos problemas, Erdogan preguntó al vicepresidente Joe Biden por el empresario turco-iraní Reza Zarrab, preso en una cárcel estadounidense desde marzo por blanqueo de dinero y evasión de sanciones. Erdogan quiere que la Justicia norteamericana libere al turbio empresario, uno de los interlocutores clave en un escándalo turco de corrupción que estalló en diciembre de 2013 y que implicaba a cuatro ministros del Gabinete Erdogan.

Tras su visita a Nueva York, Erdogan dijo:

En mis conversaciones con Biden, también hablé del asunto Reza Zarrab cuando se abordaron los asuntos judiciales. El tribunal al que el Departamento de Justicia de EEUU ha derivado este caso también es interesante. Tanto el fiscal, [Preet] Bharara, como el juez, Richard Berman, habían sido huéspedes de FETÖ [el acrónimo turco para la supuesta organización terrorista dirigida por Gülen] en Turquía. Es decir, que el Departamento de Justicia de EEUU ha entregado a Zarrab a personas con las que FETÖ han cenado y tomado vino.

Erdogan afirmó que Zarrab no había cometido ningún crimen, según las investigaciones de varios ministerios turcos. Añadió que Turquía no iba a ser insensible al arresto de cualquiera de sus ciudadanos en otro país. “Esa persona [Zarrab] es un ciudadano de la república turca (…).  ¿Bajo qué normas se ha efectuado esa detención?”. Una vez más, Erdogan quiere asumir las competencias de los jueces de EEUU y anunciar los veredictos en su nombre, como siempre puede hacer en Turquía. Pero no entiende que las cosas funcionan de forma diferente en EEUU.

Como escribió el destacado columnista Tolga Tanis en Hurriyet:

No hay duda de que las relaciones turco-estadounidenses, justo antes de las elecciones presidenciales norteamericanas de noviembre, están en una encrucijada crítica. No hay semáforos ahí. Y ambas partes van a todo gas, sin frenos.

© Versión en inglés: Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio

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Fuente: El Medio

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