¿Qué tienen en común las matanzas en las escuelas de EEUU y el terrorismo palestino?

El pasado 21 de junio, Palestinian Media Watch (PMW) informó de que el Ministerio de Cultura palestino había proclamado un Día Nacional de la Lectura en honor de Baha Alián, un terrorista que asesinó a tres civiles en un autobús en Jerusalén en 2015. Sólo es el último de cientos de ejemplos de glorificación del terrorismo por parte de la Autoridad Palestina (AP), práctica a la que la comunidad internacional lleva un cuarto de siglo quitando importancia. Así las cosas, a los estadounidenses les resultaría útil considerar el asunto reparando en un problema que les es más familiar: los tiroteos en las escuelas. Porque, como revelan las investigaciones sobre las motivaciones de sus autores, esos tiroteos tienen mucho en común con el terrorismo palestino.

Tal y como reportó el New York Times en mayo, los tiroteos en las escuelas parecen haberse vuelto “contagiosos”. Cada asaltante se inspira en sus predecesores y, especialmente, en la atención mediática que reciben. En un vídeo grabado con un móvil antes del tiroteo fatal de la escuela de Parkland (Florida), el pasado mes de febrero, el asaltante declaró: “Voy a ser el próximo asaltante de un colegio (…) va a ser un gran acontecimiento. Cuando me veáis en las noticias, todos sabréis quién soy”.

Igualmente, después de que otro pistolero matara a dos personas en televisión en 2015, un hombre de 26 años escribió en su blog: “Me he dado cuenta de que muchas personas como él están solas y son desconocidas, y cuando derraman un poco de sangre, todo el mundo se entera de quiénes son (…) Parece que cuanta más gente mates, más te pones en el foco”. Unos meses después, ese individuo asesinó a nueve personas en un tiroteo en una comunidad universitaria de Oregón.

Los investigadores han llegado a la conclusión de que jóvenes alienados o con trastornos mentales ven en esos tiroteos una forma de “captar la atención de una sociedad que los maltrata, los ignora o no los comprende”, se podía leer en el Times. Y la atención mediática es un factor importante, según un grupo de investigadores de la Western New México University. De nuevo el Times: “El papel de los medios al convertir en famosos a los pistoleros e inmortalizar ‘el infame legado que desean’ ha inspirado nuevos ataques”.

Esta conclusión no sorprendería a los israelíes, ya que sus investigadores llegaron hace mucho tiempo a una conclusión parecida sobre el papel de la atención de la sociedad en la motivación del terrorismo palestino. En el apogeo de la segunda intifada (2000-2005), la doctora Anat Berko entrevistó a numerosos terroristas suicidas frustrados que fueron capturados antes de hacerse despedazar; y descubrió que, para los varones jóvenes, la motivación fundamental era saber que serían idolatrados por su sociedad (las mujeres eran más propensas a querer escapar de unas circunstancias personales penosas). Como explicó la propia Berko en una entrevista en 2014, “el terrorista suicida no actúa por sufrimiento o porque tenga un estatus económico inferior, sino por el deseo de obtener el reconocimiento social”.

Como Israel no podía, obviamente, eliminar esa motivación mientras la AP siguiera existiendo y glorificando a los asesinos, lo que hizo fue negar a los terroristas suicidas los medios y la oportunidad. En esto tuvo un éxito asombroso (como he explicado en otra ocasión), gracias principalmente a su decisión de permitir que el Ejército retomara el pleno control de la Margen Occidental, privando así a los terroristas de los refugios seguros donde la AP les había organizado, preparado y entrenado para sus atentados.

Pero esa motivación sigue existiendo, y de qué manera, como revela un somero vistazo a los últimos informes de PMW. Dos días antes de que difundiera su nota sobre el Día Nacional de la Lectura, anunció que la AP había dedicado una plaza pública a Maher Yunes, un árabe israelí que había secuestrado y asesinado a un soldado israelí en 1980. Y cuatro días antes informaba de un nuevo concurso en la televisión de la AP cuyo presentador elogiaba a “nuestros heroicos mártires que cada día lavan la tierra palestina con su sangre”.

Como cualquiera que esté familiarizado con la jerga blanqueadora palestina sabe, los “mártires” son los terroristas que matan a israelíes. En un vídeo musical emitido en diciembre en una cadena de Al Fatah, el partido del presidente de la AP, Mahmud Abás, se glorificaba el “martirio” y se pasaban imágenes de terroristas suicidas.

Esta constante glorificación de los terroristas no ha hecho demasiada mella en el dogma occidental de que el terrorismo palestino está motivado en realidad por “agravios legítimos” o “la pobreza y la aflicción”. De ahí que muchos occidentales sigan viendo la incitación de la AP como una cuestión menor que no merece atención, y que sus países sigan procurando una generosa ayuda a la AP sin insistir en que ponga fin a la misma.

Esto es claramente contraproducente para el deseo occidental, tan frecuentemente proclamado, de que Israel se retire de la Margen Occidental. Mientras la AP siga exhortando a su pueblo a asesinar israelíes cada día, esa retirada será completamente indefendible. Si los israelíes retiraran a sus soldados, se verían inmediatamente como en la segunda intifada, donde los palestinos no sólo tenían la motivación, sino los medios y la oportunidad, y los utilizaron para asesinar a más de mil israelíes, la mayoría de ellos civiles.

Pero es que además resulta que, al tratar el terrorismo palestino como una forma excepcional y en cierto modo legítima de terrorismo –y no es la primera vez–, esos países se perjudican a sí mismos, porque se niegan la oportunidad de aprender lecciones que podrían salvar vidas. Como informó el NYT, los investigadores consideran ahora los tiroteos en las escuelas “el equivalente americano de los atentados suicidas”. En ese caso, y como deja claro el estudio de Berko, lo lógico sería negar a los pistoleros la atención mediática que anhelan y reforzar la vigilancia en esos rincones oscuros de la Red donde se glorifican los tiroteos (y, sí, la experiencia israelí también demuestra, obviamente, que una tercera medida sería poner más difícil a los asesinos conseguir armas).

Contrariamente a lo que dice la cancioncilla infantil, no es cierto que “las palabras nunca me pueden herir”. La glorificación de la violencia, sea el terrorismo palestino o los tiroteos en las escuelas norteamericanas, puede ser letal. Por lo tanto, hace mucho que Occidente tendría que haber dejado de tolerarla. Condicionar la ayuda económica a la AP a que ponga fin a dicha incitación sería un buen comienzo.

© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio

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Fuente: El Medio

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