¿Qué musulmanes están contra Trump?

Las entidades radicales islamistas han tratado de poner contra el presidente electo estadounidense a todos los musulmanes del mundo afirmando que sus ataques verbales no van dirigidos hacia ellos sino contra el islam. El periodista saudí Abderramán al Rachid ahonda en la cuestión en esta pieza para Al Arabiya.

Desde hace 40 años, Irán viene comandando grupos extremistas, armados o políticos, suníes o chiíes, en el Líbano, Palestina y el Golfo (…) Actualmente es culpable del caos sectario en Irak y de los ríos de sangre que se vierten en Siria. Esta es la primera vez que vemos a los funcionarios de Washington darse cuenta de los hechos sobre el terreno y declarar con franqueza que no aceptarán chantajes ni guardarán silencio sobre los regímenes y grupos extremistas y terroristas.

Debemos entender los motivos que animan a los grupos que lanzan campañas de incitación contra la nueva Administración americana. Irán sabe que dos de los generales nombrados [por Trump] sabe cuál es su juego por experiencia propia. El ISIS sabe que la fase de tregua finalizará con la salida del presidente Barack Obama. Los Hermanos Musulmanes, que disfrutaron del apoyo de Obama y apostaron por la elección de Clinton como presidenta, están ahora ante una nueva fase que puede no beneficiarles.

Esas son las razones que explican la rabia y los juicios apresurados contra la nueva Administración americana, que reflejan la postura de los tres grupos, o sea Irán, el ISIS y la Hermandad Musulmana, y de todos los que simpatizan con ellos. Mientras tanto, la mayoría de los países islámicos serán felices si quien llega a la Casa Blanca quiere combatir el extremismo y el terrorismo.

John Hannah, de la Foundation for Defense of Democracies, trata de determinar cuál será la decisión del presidente electo tras la caída de Mosul (una mera cuestión de tiempo, según el autor), a la luz de sus declaraciones sobre la guerra de Irak en la última década y, especialmente, en la campaña electoral.

La guerra contra el Estado Islámico avanza ahora hacia un punto de inflexión. El colapso de Mosul, cuando ocurra, marcará la derrota del califato en Irak, al menos a corto plazo. Sea o no vencido, veamos o no el eventual surgimiento de un Estado Islámico 2.0 y tenga o no éxito Irán en transformar Irak en una satrapía de la Guardia Revolucionaria, todas esas cuestiones se verán afectadas decisivamente, para bien o para mal, por el hecho de si EEUU y la coalición militar que lidera deciden esta vez permanecer en Irak o de nuevo recogen y se marchan, como hizo Obama en 2011. Los resultados desastrosos de esa decisión son ahora evidentes para todo el mundo. A pesar de todos sus legítimos recelos sobre la guerra de Irak, Trump indicó durante la campaña que también es consciente de las trágicas consecuencias que pueden producirse cuando América abandona prematuramente el campo de batalla. Ahora le corresponde decidir cómo pueden evitarse mejor los errores del pasado reciente, avanzando en los intereses vitales de América respecto a la derrota del terrorismo radical islámico. El mundo espera y pregunta con ansiedad: ¿qué hará Trump?

En la última semana se ha atribuido a la fuerza aérea israelí la autoría de dos ataques aéreos en Siria (contra una franquicia del Estado Islámico y un convoy de armamento supuestamente destinado al grupo terrorista chií libanés). Jonathan Spyer, director del Rubin Center for Research in International Affairs, extrae las implicaciones geopolíticas de estos hechos.

(…) algunas de las más poderosas organizaciones militares no estatales están desplegándose cerca de la frontera de Israel con Siria, combatiendo unas con otras mientras planean y organizan una futura guerra contra el Estado judío.

(…)

Israel viene observando a la franquicia del Estado Islámico con particular sospecha, a la espera de que más pronto o más tarde el choque sea inevitable. Esta semana ocurrió.

(…)

La principal preocupación de Israel, sin embargo, es el eje Irán-Asad-Hezbolá. (…) los ataques aéreos en la zona de Damasco, si es que tuvieron lugar, fueron los últimos incidentes en una campaña limitada israelí contra esos elementos con dos objetivos: primero, limitar el envío de complejos sistemas armamentísticos a Hezbolá y, segundo, evitar que la milicia apoyada por Irán y sus aliados reemplacen a los rebeldes a lo largo de la frontera.

(…)

Irán/Hezbolá y el Estado Islámico están de acuerdo relativamente en pocas cosas, pero en el objetivo de destruir Israel y devolver Jerusalén al dominio islámico mantienen un consenso absoluto.

Israel, naturalmente, prefiere tener más cerca al débil enemigo no estatal que al poderoso. Los acontecimientos de esta semana muestran que está involucrado en una tácita, continua, no declarada y limitada guerra contra ambos.

 

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Fuente: El Medio

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