Los árabes usan Jerusalén como herramienta para el terrorismo

El analista y escritor Noah Beck denuncia que los árabes se sirven de la potencia simbólica que tiene la capital de Israel en el imaginario musulmán para incitar al terrorismo contra el Estado judío y sus ciudadanos.

La incitación contra los judíos se produce de forma regular, a menudo sin el elemento explosivo de Jerusalén. En un sermón emitido por la televisión de Hamás, Al Aqsa TV, a comienzos de enero, un líder del grupo llamado Marwán Abu Ras acusó a los judíos de enviar “chicas infectadas de sida a fornicar con jóvenes musulmanes”. También afirmó que Israel permite el contrabando de drogas a través de los túneles de Gaza mientras bloquea la llegada de bienes de primera necesidad. (…)

(…) añadir Jerusalén a las amenazas (…) puede dar como resultado una violencia aun más explosiva.

Qanta Ahmed, un musulmán reformista pro Israel que visitó los lugares sagrados judíos y musulmanes del Monte del Templo, expresó de manera elocuente el pensamiento islamista que alimenta la utilización de Jerusalén como arma: “Prohibir a los fieles la entrada a los lugares sagrados del islam, incluso a los musulmanes disconformes o pluralistas que rechazan la ideología y los elementos accesorios del islamismo, es un pasatiempo apasionado de fervientes islamistas que absurdamente se consideran los custodios de nuestro Creador”.

Desgraciadamente, Jerusalén tiene una larga y sangrienta historia de manipulación, como herramienta explosiva de incitación por parte de los líderes musulmanes. Pero si el islam es realmente una religión de paz, sus practicantes eminentes deben dejar de convertir los lugares sagrados en armas de guerra y, en su lugar, abrazar la tolerancia del doctor Ahmed.

Oren Kessler se refiere en este artículo a la reciente decisión del presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, de colaborar activamente con el régimen de Bashar al Asad en el conflicto sirio. Kessler aventura las razones de esta posición, que difiere radicalmente de la de la mayoría de los Estados árabes de la zona.

En primer lugar, la percepción de las amenazas en El Cairo difiere de la de sus aliados árabes. Aunque Arabia Saudí considera al patrón de Asad, Irán, como el riesgo más acuciante para su seguridad e intereses, Egipto reserva ese lugar para islamistas suníes como los Hermanos Musulmanes o el ISIS.

(…)

Segundo, El Cairo y Damasco son unánimes en su antipatía hacia el Gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, enraizado él mismo en el islam político. Erdogan ha sido el principal antagonista del régimen de Sisi, ha dado cobijo a los líderes de la Hermandad y emitido la señal de televisiones árabes que cargan contra la “ilegitimidad” del líder egipcio.

(…)

Finalmente, los lazos cada vez más estrechos de Egipto con Asad están vinculados con sus buenas relaciones con Rusia. El desgaste de los vínculos con la anterior Administración [norteamericana] de Barack Obama tras el golpe de Estado [contra Mohamed Morsi] le llevaron [a Sisi] a volver la mirada al Kremlin para todo, ya fuera [peticiones de] helicópteros a maniobras militares conjuntas o [proyectos relacionados con la] energía nuclear. Ahora, percibiendo una apertura, El Cairo está dispuesto a cultivar buenas relaciones con el presidente Donald Trump, que ha urgido de manera consistente a una cooperación más estrecha con Moscú contra los extremistas en Siria y se opone a las acciones para derribar al régimen de Asad.

El historiador Joel Fishman desvela en este artículo de dónde viene la estrategia de la OLP, basada en la utilización espuria de la solución de los dos Estados para solucionar el conflicto palestino-israelí.

Durante los primeros años 70 del siglo pasado, Salah Jalaf, conocido como Abu Iyad, encabezó una delegación de la OLP [Organización para la Liberación de Palestina] a Hanoi para aprender del Vietnam del Norte. Allí se reunieron con el legendario general Vo Nguyen Giap y algunos consejeros políticos, que los entrenaron para presentar su caso y cambiar su imagen de terroristas ante la opinión pública mundial. Abu Iyad describió esta importante visita en su libro ‘My Home, My Land’ [“Mi hogar, mi tierra”]  (…) publicado (…) en 1978. Abu Iyad relató que Vietnam del Norte aconsejó a los palestinos dedicar atención a las etapas intermedias de su guerra y aceptar la necesidad de “sacrificios temporales”. “Sin referirse jamás explícitamente a Fatah o a la OLP, los miembros del Politburó hicieron una larga exposición de las diversas etapas en la lucha del pueblo vietnamita, explicando por qué habían tenido que resignarse a hacer varias concesiones, en ocasiones importantes, como la división del país en dos Estados separados e independientes”.

Independientemente, en 1997 Josef Bodansky, un analista de inteligencia, publicó más información sobre este encuentro. “Los vietnamitas sugirieron que aceptar aparentemente la división del territorio en dos Estados independientes, sin enfatizar que era solo una fase intermedia, podría neutralizar a los oponentes de la OLP en Occidente”.

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Fuente: El Medio

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