La obsesión de Obama con Israel

La antiisraelí Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU sigue en el centro del debate político. Sarah N. Stern, del Endowment For Middle East Truth, teme que ésta no haya sido la última traición de Obama al Estado judío.

Cuando el presidente estadounidense Barack Obama vetó una resolución similar en 2011, antes de concurrir para un segundo mandato y necesitando el apoyo judío, dijo: “La paz es un trabajo duro. La paz no vendrá a base de discursos y resoluciones en la ONU. Si fuera tan fácil ya la habríamos alcanzado. Definitivamente, son los israelíes y los palestinos los que deben vivir juntos. En última instancia, son los israelíes y los palestinos, no nosotros, los que deben alcanzar un acuerdo sobre los asuntos que los dividen: fronteras, seguridad, refugiados y Jerusalén”.

Los defensores de Israel se mostraron incluso más sorprendidos cuando quedó claro que la Administración Obama había intervenido en la redacción y aprobación de esta resolución [la 2334]. Eso, un presidente que juró “respaldar siempre a Israel”.

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Lo más inquietante es que hay motivos para creer que Obama no ha acabado todavía. Pueden surgir más sorpresas en la Conferencia de Paz de París del 15 de enero o en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU prevista para el día 17.

El veterano periodista saudí Abdulramán al Rachid critica en este artículo la propuesta de Rusia e Irán de mantener al dictador sirio hasta el final de su actual mandato. Al Rachid denuncia que las elecciones de 2014 en las que resultó elegido fueron, por decirlo suave, irregulares, y que el mandato expira en 2021, cuatro años más en los que seguiría, por tanto, sin haber una solución para el conflicto sirio.

La propuesta rusa de mantener temporalmente a Asad en el poder es, de hecho, una cadena perpetua. La oposición debe tener presente que si acepta tendrá que abandonar todo completamente y aceptar volver a la situación previa a la revolución de 2011. No debe soñar con alcanzar ninguna de las demandas que se hicieron y tendrá que comprender que todas las promesas de un Gobierno mixto [y] garantías constitucionales (…) dejarán de tener valor.

(…) Los sirios saben bien que el acuerdo de permitir al régimen permanecer otros cuatro años significa que la oposición los ha vendido, que todas las promesas que se le hicieron han sido olvidadas y que más de 500.000 sirios han sido sacrificados y millones han sido desplazados sin que puedan volver a casa.

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Dada la condición de mantener al régimen en el poder para poner fin a la guerra, será más fácil para los sirios aceptar la división del país y regalar al presidente un Estado donde tenga garantizada la mayoría de los votos para su secta sin necesidad de trabajárselos. Cada bando puede vivir feliz en su Estado sin guerra y sin ningún régimen impuesto. Sin embargo, incluso este mal proyecto de división es rechazado por Turquía, Irán e Irak, por el temor a las repercusiones [en sus propios territorios].

Ely Karmon trata de arrojar luz en The Jerusalem Post al hecho de que la monarquía saudí tenga un perfil tan bajo en la guerra de Siria, donde su archienemigo, Irán, está ganando cobrando posiciones de gran ventaja.

En el plano estratégico, Arabia Saudí ha fracasado completamente. (…)

La campaña de casi dos años en el Yemen contra los huzis, apoyados por Irán, se ha convertido en un atolladero [y] ha arrojado una sombra de duda sobre la capacidad militar de un país que figura como el segundo mayor importador mundial de armamento. La utilización de sus recursos económicos para mantener al presidente Sisi en el poder y estabilizar la deteriorada economía de Egipto no ha tenido un retorno. Por el contrario, Arabia Saudí y la nación árabe más populosa están en desacuerdo sobre Irán, Siria y varios otros asuntos.

Arabia Saudí parece estar en su punto más bajo en el conflicto regional y sectario con su archienemigo, Irán, uno de los principales ganadores sobre el terreno en Siria. Es difícil prever una renovación efectiva del apoyo saudí a la debilitada oposición siria en caso de que colapse el alto el fuego negociado por Rusia y Turquía, ya que los principales grupos que siguen combatiendo son los yihadistas del Yaish al Islam y el Estado Islámico, y Turquía controlará estrechamente a los grupos islamistas ‘moderados’ para alcanzar sus propios objetivos en la lucha contra los kurdos en el norte de Siria. Y si la coalición rusa tiene éxito en una solución política y la partición en zonas de influencia en Siria, los intereses de Arabia Saudí serán probablemente ignorados.

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Fuente: El Medio

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