“Israel es más que un país en peligro constante de guerra, lo siento mi hogar”

Hace 4 años Luciana Altoni vive en Tel Aviv, con su marido israelí 


Luciana Altoni y Ehud Elkabets, felices en la fiesta de su matrimonio.

Luciana Altoni (31) y Ehud Elkabets (31) se conocieron hace ocho años en la Balcarce. Resulta sencillo imaginar cómo le habrán recomendado el paseo al israelí. Le habrán dicho que iba a disfrutar del arte, la música y la historia, depuradas en cada rincón para el disfrute turístico. Pero entre la variopinta multitud de personas unidas por el espíritu bohemio el extranjero halló el amor. Y le correspondieron.
Actualmente Luciana, desde Tel Aviv, aclara que se resistió un tiempo a estar Lejos del pago. “Tenía razones del corazón para venir, pero vine recién en marzo de 2010, después de estar un año analizando los pro y los contra de vivir acá o en Salta”, reconoce. Acá dejó un empleo como productora de noticias en un canal de aire del medio. Allá trabaja en una compañía de inversiones financieras, como jefa del Departamento de Verificación, Atención al cliente y Antifraudes. En esta empresa todos se relacionan en inglés, pero trasponiendo las puertas la salteña debe ser fluente en hebreo. Luciana dice que su principal barrera al llegar a Israel fue su desconocimiento de esta lengua, que tiene más de tres milenios de antigedad. A días de llegar se inscribió en un curso intensivo con seis meses de duración. Al culminarlo se sintió satisfecha por la buena base lograda y la práctica con los familiares de su marido y en sus sucesivos empleos potenciaron los conocimientos que había adquirido. “No tuve problemas de adaptación aquí, salvo el no poder expresarme libremente o explicar algo correctamente porque no sabía con qué palabras hacerlo. Al comienzo me costó entender un poco la forma de hablar de los locales. Yo pensaba que vivían peleándose hasta que entendí que hablan a un volumen elevado y llenos de gestos”, comenta.


Sitios de ensueño
Por lo demás, Israel se le presentó acogedora. “Este país me maravilla por completo. La diversidad entre los sitios arqueológicos, muchos de ellos que datan de antes de Cristo, y la modernidad de algunas ciudades es algo a lo que no se puede ser indiferente”, resalta. Añade que ningún paisaje le resulta parecido a Salta. Aunque a veces la nostalgia tiñe en su memoria el mar de Galilea (Kineret) con tintes del dique Cabra Corral.
También la experimentación de la culinaria israelí le recuerda las comidas árabes que solía paladear en su ciudad de origen. “Mis favoritos son el hummus (puré de garbanzo), tahini (salsa a base de pasta de sésamo), falafel (unas bolitas de garbanzo fritas) y como postres el conocido baklawa (pastel de masa filo)”, enumera. Allá -como aquí- la buena mesa y la familia dispuesta en torno es una imagen que se logra en cada festividad religiosa. “Ahora que estamos por celebrar el Hanukkah, se venden los sufganiot, que son como donuts rellenas de diferentes cosas”, señala.

Tierra en armas
En julio de 2014, Hamas disparó misiles contra Tel Aviv y Jerusalén, mientras que Israel bombardeaba Gaza. En la guerra de aquel año murieron 2.251 palestinos y 73 israelíes, pero cada tanto el Ejército israelí reacciona ante Hamas. El resurgimiento de la violencia entre ambas partes está relacionado con trabajos de ingeniería que el Ejército israelí realiza en la frontera para detectar posibles túneles y que, según fuentes palestinas, llevaron a las fuerzas israelíes a cruzar la frontera.
Luciana vivía en Haifa, a 155 kilómetros de la Franja de Gaza, y trabajaba en Tel Aviv, por lo que convivía cotidianamente con estos conflictos políticos. “Lamentablemente, me tocó vivir bombardeos. Los protocolos de evacuación son conocidos por los ciudadanos, desde los niños que los aprenden en el jardín de infantes hasta los abuelos, a los que adiestran para estos casos en los asilos. Se practican un par de veces al año y consisten solo en descender hacia los refugios que tiene cada edificio una vez que la alarma comienza sonar. Algunas casas también tienen una habitación diseñada especialmente para eso. Basta solo con encerrarse allí hasta que la alarma deje de sonar”, comenta.
“Para una salteña acostumbrada a la vida tranquila, el escuchar rumores de que seguro cada verano hay una guerra, o el vivir épocas de atentados te hace cuestionarte cosas. Lo que aprendí es que entre amigos o colegas no se discute de política, porque acá las posiciones son extremas”, dice.
La gente

Luciana comenta que los israelíes sienten una predilección especial por Argentina. “Siempre que escuchan mi acento, de una comienzan a preguntarme si soy de allá. Solo que para ellos todo argentino es de Buenos Aires, hasta que les explico que provengo del norte del país. También te tildan derecho de experto carnívoro por la buena fama de nuestra carne y yo justo soy casi vegana… Y por ahí hay algunos que me preguntan si hablamos en ‘argentino’ y no en español. En cuanto al fútbol, no entienden que para mí el superclásico es Boca – River y no Barcelona-Real Madrid como es para ellos, que aman a Messi y no entienden cómo nosotros no lo valoramos”, se explaya.

El futuro

Hace dos años la salteña se casó con su novio israelí en Salta por civil y en Israel con una ceremonia judía reformista, aunque, aclara, no tiene validez eclesiástica porque ella no hizo previamente su conversión religiosa al judaísmo. Por el momento, el matrimonio no tiene hijos. Pero, consultada acerca de si anticipó en su mente cómo sería criar a un niño a kilómetros de sus afectos reflexiona: “Sí, lo pensé. Seguramente será difícil hacerlo estando lejos de mi familia, pero estoy segura de que va a salir todo bien. Lo que más me preocupa acá es el servicio militar obligatorio. No estoy muy convencida de que cuando llegue el día lo vaya a dejar ir. Ahí sí creo que me vuelvo a Salta”, comenta. Decía Josefina Ludmer que “a las aves migratorias se les desarrolla un agudo sentido del tiempo porque vuelan de un presente a otro y lo primero que perciben cuando llegan es el recuerdo del otro presente”.

¿Luciana extraña Salta? “Además de a la familia y a los amigos, se extrañan mucho las juntadas, las sobremesas y la amabilidad que caracterizan al salteño. Cuando extraño llamo por teléfono o me comunico por WhatsApp con mi familia y amigos. Así les muestro cosas de mi vida cotidiana, o solo les deseo un buen día y les recuerdo que los amo”, concluye.

Varios datos de interés

Tel Aviv, con frecuencia denominada “la ciudad que nunca se detiene”, fue la primera ciudad judía moderna que se levantó en Israel, y en torno de ella gira la vida económica y cultural del país. Se trata de una ciudad bulliciosa y activa que ofrece entretenimiento, cultura y arte, festivales y una rica vida nocturna.

Población: 8,3 millones entre israelíes nativos de origen europeo (41%), europeos, estadounidenses, africanos y medio orientales (40%), árabes palestinos (19%).

Los elegidos de Luciana

Una comida: “Mi favorito es el hummus, una crema de puré de garbanzos cocidos con jugo de limón, que incluye pasta de tahina (semillas de sésamo molidas, con líquido y sal) y aceite de oliva”, dice.

Una bebida: “La única bebida típica que se me viene a la cabeza es el arak, hecho a base de anís, que aquí se toma con jugo de pomelo o solo como shots, y que tiene un sabor muy agradable”, cuenta.

La música: “Recomiendo a Idan Raichel, Mosh Ben Ari, Tomer Yossef. Pero si la idea es alegrarse, la cumbia se llama ‘misraji’ (mediterránea) y no faltan en ninguna fiesta Moshe Peretz, Dudu Aharon o Eyal Golan”.

Fuente: El Tribuno

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