Israel: el milagro ignorado

Aunque la cultura judía se remonta a miles de años, el país hoy denominado Israel, con una economía y un sistema político territorialmente acotados, data de hace apenas 69 años. Nació en una zona natural y políticamente hostil, en un territorio desértico, con muy poca tierra cultivable, sin recursos naturales valorados en los mercados mundiales, sin bosques ni agua y con áreas plagadas de enfermedades endémicas.  


Por Roberto Laserna*

En el estudio del desarrollo económico se da mucha atención a casos exitosos. El objetivo es aprender de ellos, identificar los factores que los hicieron posibles, y evaluar su aplicación a políticas de cooperación o de desarrollo. Japón ocupó muchos libros y horas. También el Plan Marshall de reconstrucción de la Europa de la post guerra. Y los “milagros económicos” de los dragones del Asia (Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán), las potencias emergentes (BRIC: Brasil. Rusia, China e India) y los nuevos tigres asiáticos (Malasia, Indonesia, Tailandia).

Curiosamente, es difícil encontrar en esa literatura referencias a Israel. Cuando alguna vez conversé del tema con mis colegas, pasaron la página aludiendo a una supuesta singularidad cultural o a la cooperación externa.

Se trata, sin embargo, de un milagro económico impresionante. Aunque la cultura judía se remonta a miles de años, el país hoy denominado Israel, con una economía y un sistema político territorialmente acotados, data de hace apenas 69 años. Nació en una zona natural y políticamente hostil, en un territorio desértico, con muy poca tierra cultivable, sin recursos naturales valorados en los mercados mundiales, sin bosques ni agua y con áreas plagadas de enfermedades endémicas. Hoy se encuentra en los primeros lugares de bienestar, desarrollo tecnológico y capacidad productiva, no sólo en ramas industriales sino incluso agrícolas, y exportando tecnologías propias y adaptadas.

Israel se fundó un 14 de mayo de 1949, al concluir el protectorado británico sobre ese inmenso territorio del Medio Oriente. La comunidad judía aceptó la decisión de Naciones Unidas y proclamó su independencia sobre un pequeño territorio en la margen derecha del río Jordán, la menos fértil. Quienes habían escapado de la masacre europea ansiaban restablecerse en aquellas zonas de las que fueron expulsados durante el Imperio Romano, que dejó apenas pequeñas comunidades. Consideraban que su supervivencia dependía de contar con un Estado propio, ya que las persecuciones a las que habían sido sometidos en Italia, España y las áreas ocupadas por los nazis, se debían justamente a la falta de un Estado que los protegiera. Hoy ocupan menos del 0,2% del territorio en el Medio Oriente, mientras en el espacio restante se encuentra el mundo árabe, con 22 estados.

Pese al tamaño reducido del territorio reclamado, los vecinos árabes reaccionaron declarando la guerra al naciente Estado y expulsando a todos los judíos que se encontraban en sus territorios. Menos de un año después se firmaron pactos de tregua y armisticios. En 1967 la guerra de los 6 días, provocada por la intención egipcia de tomar el Sinaí, bajo control de la ONU, volvió a enfrentar a Israel con sus vecinos, derrotándolos militarmente. Hoy el país una densidad de 387 Hab/Km2, mientras que en el vecindario apenas llega a 27 Hab/Km2.

Israel no dejó que la adversidad fuera un obstáculo sino un desafío, logrando sacar provecho económico del desierto y fuerza innovadora de su necesidad de defenderse militarmente de vecinos hostiles superiores en personal y recursos (petroleros).

Actualmente Israel tiene un desarrollo humano superior al de Japón. Ocupa el lugar 11 en el índice de Felicidad de la ONU. Su población no llega a los 10 millones de habitantes y produce un PIB per cápita de 35 mil dólares anuales, cuando en 1950 apenas llegaba a 1.400. Ha aprendido a sacar el mayor provecho del agua, reciclándola y tratándola de manera que produce el 95% de los alimentos que consume. Es uno de los pocos países cuya área forestal crece en vez de declinar.

Los impuestos son bajos, 6,1% del ingreso personal, y dedica el 4,3% de su gasto a investigación y desarrollo. Gracias a este enfoque, Israel ocupa el lugar 24 de 138 países, siendo el 2° en Innovación y 3° en cooperación entre universidades e industrias en el índice de competitividad del Foro Económico Mundial. Exporta desde agua y frutas hasta productos de alta tecnología, y cuenta también con centros innovadores vinculados a las empresas de punta en desarrollo tecnológico del mundo. Incluso se cree que tiene armamento nuclear.

La escasez de recursos naturales fue uno de los desafíos que debieron vencer, utilizando de la mejor manera posible lo poco que tenían y haciendo uso de su creatividad para sacarle el mayor provecho. Otra de las claves del éxito israelí se encuentra en el ejército. Obligados a defenderse desde su nacimiento como Estado, los israelíes tienen un servicio militar casi permanente, pues luego de la formación inicial, los reservistas pasan temporadas anuales recibiendo entrenamiento actualizado. En esos momentos, los jóvenes reciben una formación intensa fuertemente basada en el uso de nuevas tecnologías, y son alentados a investigar e innovar, asumiendo responsabilidades cruciales en la gestión de recursos. Y como se encuentran periódicamente desarrollan fuertes lazos de confianza y cooperación que se prolongan más allá del servicio en las Fuerzas de Defensa. Muchos emprendimientos de alta tecnología han salido de la experiencia militar, aplicándose a diversos campos de producción de bienes y servicios. El ejército es una verdadera universidad abierta a la innovación, tanto, que las jerarquías militares pueden ignorarse cuando los subordinados encuentran maneras más eficaces de hacer las cosas y cumplir sus objetivos. Como me dijo un emprendedor judío, la creatividad nace de la necesidad y la libertad, y en Israel abundan ambos.

La cooperación externa puede haber sido importante. Lejos de ser una explicación, este hecho exige una, pues son incontables los casos en que la cooperación al desarrollo terminó dañando las opciones de los países receptores en vez de beneficiarlos. Incluso si se quisiera sostener la hipótesis de que Israel es fruto de ayuda externa, sería un caso excepcional, posiblemente único, en el que la cooperación al desarrollo efectivamente lo logró.

Israel es un caso relevante para el estudio del desarrollo. Como en los otros, no se trata de imitarlo sino de aprender de su experiencia. Porque además habrá que tomar en cuenta que ha sido capaz de asimilar migrantes provenientes de todo el mundo, desarrollando instituciones democráticas en un entorno marcado por guerras y el frecuente predominio de lógicas militares. Pero éste es otro milagro.

 

* El autor es economista

Fuente: 
LosTiempos

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