El mito de los territorios palestinos ocupados

“Personal te da la bienvenida a TERRITORIOS PALESTINOS”. Este mensaje apareció en la pantalla del celular Personal de un argentino recién aterrizado en Israel al momento en que activó el servicio de roaming, informaba días atrás Radio Jai. El pasajero debe ser disculpado si llegó a creer que había descendido en Ramala o viajado en el tiempo a la época del Mandato Británico. La anécdota sería menor si fuese excepcional. Pero no lo es. Es ya una convención de nuestros tiempos que prácticamente el mundo entero considere que Israel ocupa territorios palestinos. Lo acaba de declarar el Consejo de Seguridad de la ONU (bello regalo de despedida a Israel de Barack Obama), y la Unesco en octubre al anunciar que el Muro de los Lamentos es un sitio exclusivamente islámico (lo que sugiere que el máximo símbolo religioso de los judíos está bajo ocupación… judía). Los medios masivos de comunicación continuamente se refieren a la “ocupación israelí de los territorios palestinos”. ¿Pero es esta terminología correcta? Para desazón de muchos, no. Ni por asomo.

La frase territorios palestinos ocupados contiene tres palabras, de las cuales una de ellas –territorios– es neutral, otra –ocupados– es debatible y la tercera –palestinos– es errada. Antes de que un periodista o editor de internacionales inserte esa nomenclatura de rigor en sus reportes, debe hacerse un par de simples preguntas: ¿cuándo fueron palestinos esos territorios en disputa? ¿Alguna vez ejerció el pueblo palestino la soberanía sobre esos territorios?

La respuesta a ambas preguntas es la misma: nunca.

Comencemos con Gaza. Israel gobernó la Franja desde 1967 hasta 2005, año en que se retiró de manera unilateral y completa, cediendo el área a la Autoridad Palestina, la cual la perdió en una contienda -electoral primero, violenta después- con Hamás. Antes había estado en manos egipcias, británicas y otomanas, es decir, en las de un imperio musulmán no árabe. Hoy Gaza está bajo gobierno palestino yihadista. De modo que, respecto de Gaza, podría decirse que actualmente es territorio palestino; no puede decirse que está bajo ocupación israelí. Así que “territorio palestino ocupado” no es. Es más, podría argumentarse que hasta tanto no sea conformado un Estado palestino allí, esa porción de tierra no es soberanamente palestina, pues apenas está siendo administrada por un grupo terrorista ni siquiera reconocido como legítimo actor internacional por buena parte de la familia de las naciones.

Pasemos a Cisjordania. Hoy, la zona está dividida en tres sectores que contemplan administración civil o militar, conjunta o separada, de Israel o de la Autoridad Palestina. Aunque casi el 100% de la población palestina se encuentra bajo gobierno palestino, Israel controla la mayor parte de las tierras. Esto es así desde la firma de los Acuerdos de Oslo, a mediados de los años noventa. El statu quo ante tenía a Israel como único gobernador, tras la Guerra de los Seis Días de 1967. Previamente, el reino hachemita de Jordania controló la zona desde 1948. Antes lo hizo Gran Bretaña, por medio de un mandato conferido por la Liga de las Naciones en 1920. El gobernante anterior había sido el Imperio Otomano, que controló esa zona y buena parte del Medio Oriente por seiscientos años, desde el 1300. (Si seguimos retrocediendo en el tiempo llegaremos a los reinados hebreos de David y Salomón, antes de la era común, situación que incomodará a los propalestinos). En ningún momento hubo un Estado palestino o una república palestina allí. Ergo, “territorio palestino” -ocupado o no-, Cisjordania no es.

Alguien preguntar: pero ¿no acaba la ONU de declarar territorio palestino toda Cisjordania? Sí, lo ha hecho. También ha escandalosamente tildado al sionismo como una forma de racismo, en 1975; sólo para anular esa resolución dieciséis años después. La ONU lleva largo tiempo comportándose de manera hostil a Israel, y esa realidad fue admitida por los dos últimos secretarios generales. El año pasado, Ban Ki Moon dijo: “Décadas de maniobras políticas han creado un volumen desproporcionado de resoluciones, reportes y conferencias críticos con Israel. En muchos casos, en vez de ayudar a la causa palestina, esta realidad ha obstaculizado la habilidad de la ONU para cumplir su rol efectivamente”. En 2006, Kofi Annan admitió: “(…) los partidarios de Israel sienten que es duramente juzgado por normas que no se aplican a sus enemigos. Y con demasiada frecuencia esto es cierto, particularmente en algunos organismos de la ONU”.

Más que lo que postule la hiperpolitizada ONU en su recinto orwelliano, lo que realmente cuenta es la verdad histórica. Las naciones tienen sus intereses y los diplomáticos hacen su juego en ese foro. Pero a los periodistas y editores de internacionales no les conciernen esas cuestiones políticas (supongo que tampoco a la gerencia de la compañía Personal). Es curioso que aquellos que se han mostrado consternados por las supuestas noticias falsas de la campaña de Donald Trump y han dado forma al nuevo concepto de posverdad -que no es otra cosa que un término cool para designar una gran mentira- hayan perpetuado una falsedad histórica de primer orden: el mito de los territorios palestinos ocupados.

julianschvindlerman.com.ar

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Fuente: El Medio

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